Le advirtieron a Timothy Treadwill que los osos son peligrosos, pero él consideraba que todo era cuestión de comprenderlos y tenerles paciencia. Le insistieron en que su cercanía a los osos podría resultar en una catástrofe. Pero él confiaba en que el hombre debe aprender a vivir en paz con su entorno. Le rogaron a Tim que no jugara con los osos, porque estaba poniendo en juego su propia vida y la de quienes lo rodeaban. Pero Tim confió en su capacidad de enternecer a las bestias. A principios de octubre de 2003, las crudas advertencias se cumplieron y Timothy con su novia fueron devorados por un oso en Alaska. Todo quedó registrado en su cámara. Y justo veinte años después, lo mismo le ocurrió a la izquierda israelí.
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