En cierta ocasión, Rab Jaim Ozer Grodzinsky caminaba por una calle acompañado de sus alumnos, cuando se le apareció un hombre preguntándole acerca de la ubicación de determinada calle.
Sin tomar en cuenta que esa dirección se encontraba en el otro extremo de la ciudad y que Rab Grozinsky iba en otra dirección, tomó al hombre del brazo y caminó junto a él durante media hora hasta que llegaron al lugar en cuestión.
Así le mostró la dirección exacta.
¿Maestro, por qué usted dedicó tanto tiempo a acompañar a esa persona?
Podría haberle explicado hacia qué dirección debía dirigirse, y en el peor de los casos, si no encontraba la calle, el podría haberle preguntado a otra persona en el camino
¿Por qué quiso acompañarlo personalmente?
Y el Rav contestó:
—¿Acaso no se dieron cuenta de que ese hombre era tartamudo y sintió mucha vergüenza al dirigirse a mí para preguntarme la dirección?
Si no lo hubiera acompañado, quizá se habría avergonzado nuevamente para pedirle ayuda a alguien más.
Si se puede evitar la vergüenza de un individuo , vale la pena acompañarlo en un camino aunque sea largo.
Salo Michan M.
Imagen: Lilian Rotter con IA
Una Historia Para Contar.
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