miércoles, 4 de diciembre de 2024

DE UNHERD

 HEZBOLA HA DEBILITADO A IRAN

El alto el fuego libanés apreta a los aliados de Teherán.
TRADUCIDO POR Marcela Lubczanski
Por Michal Kranz
Noviembre 29, 2024

Finalmente terminó. Después de 14 meses de combate, incluyendo lo peor que el país ha visto en décadas, las armas de Líbano han quedado quietas. Nada, por supuesto, es seguro: el acuerdo entre Israel y Hezbola puede todavía quedar en la nada, y ambas partes ya han violado algunos de sus términos a meras horas de su tiempo de ejecución de 60 días. Pero el cese del fuego continúa sosteniéndose, y eso importa. Sacudido hasta su núcleo, sus líderes muertos y su infraestructura destrozada, Hezbola ya no es más el Leviatán libanés. Más bien, el acuerdo negociado por EE.UU. ordena al gobierno de Líbano en Beirut llenar el enorme vacío que deja atrás Hezbola.
Esto es importante: y no meramente por la propia milicia, o los 1,400,000 civiles desplazados por la violencia. Durante 35 años, libaneses y extranjeros por igual han batallado para crear un estado libanés genuino. Cada vez, ellos han fallado, bloqueados por Hezbola y sus aliados. Esta vez, sin embargo, Hezbola puede tener poco que decir en el tema, aun cuando su propio futuro depende de fortalecer el orden político civil. No es que los desventurados políticos de Líbano deberían estar haciendo necesariamente planes todavía. Porque aunque Hezbola está debilitado seguramente, hay todavía fuerzas ansiosas por paralizar la democracia libanesa—tanto entre las sectas en pugna del país, como en la República Islámica de Irán.
Los políticos libaneses entendieron rápido las consecuencias del cese del fuego. Apenas horas después que fue firmado el acuerdo, el Primer Ministro Najib Mikati prometió “afirmar la autoridad estatal sobre cada pulgada de la patria," agregando que el ejército libanés debe estar "al frente" de cualquiera de tales movimientos. Sin dudas, Mikati no es el primer premier libanés en lanzarse a una conquista de la soberanía. Fouad Siniora enfrentó una rebelión a gran escala por parte de Hezbola después de moverse para desmantelar su influencia en el 2008. Tres años antes, el grupo asesinó a Rafiq Hariri por intentar algo similar.
A casi dos décadas del asesinato de Hariri, sin embargo, Hezbola es mucho más débil. El hecho que haya sido obligado a aceptar los términos del alto el fuego de EE.UU. dice mucho, especialmente cuando el acuerdo incluye disposiciones que una vez parecieron imposibles. Eso incluye notablemente la implementación largamente esperada de la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada al final de la guerra del 2006 con Israel, y el cual requiere que Hezbola retire sus fuerzas al norte del Río Litani. De hecho, el acuerdo del miércoles es aun más extenso, con Hezbola también obligado a retirarse de la cima de una montaña que otea el norte de Israel. El valor estratégico de la zona ha sido conocido durante siglos: los cruzados construyeron un castillo en el pico allá por el siglo XII, y sus ruinas atraen a los turistas hasta este día.
En el lugar de Hezbola, las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) serán desplegadas en su lugar en el sur del país. Estarán a cargo de la seguridad, e impidiendo cualquier violación del cese del fuego. Entre otras cosas, eso podría incluir intentos por parte de Hezbola de contrabandear armas dentro del país. Como parte del acuerdo, mientras tanto, Estados Unidos, Francia y otros países recaudarán fondos para entrenar a las FAL, ayudándolas a cumplir su nuevo mandato. Hay razones para ser escépticos de tal acuerdo: fracasó espectacularmente en el 2006. Esta vez, sin embargo, el cese del fuego incluye la creación de un nuevo comité, liderado por Estados Unidos y Francia, para monitorear la situación en el sur de Líbano y garantizar que el alto el fuego se sostenga.
Tampoco este es un plan teórico. Hasta ahora, de hecho, las cosas parecen más que nada estar marchando suavemente—en términos del despliegue de las FAL. Columnas de vehículos militares libaneses han empezado a avanzar hacia el sur, mientras tropas de las FAL ya han entrado a muchos pueblos, muy para el alivio de los locales agotados. No todo ha sido fácil: Israel ya ha afirmado que Hezbola está ignorando el alto el fuego en varios lugares, llevando a choques limitados pero letales con el grupo en varios puntos junto a la frontera. Hezbola, a su vez, ha acusado a Israel de disparar en la dirección de los civiles que estaban regresando a sus casas. Sin embargo, al mismo tiempo, los lanzadores de misiles de Hezbola han sido vistos moviéndose hacia el norte, y el grupo ha dicho que está cooperando con las FAL mientras asumen el control en el sur.
¿Qué significa todo esto en la práctica? Muy al menos, el monopolio de Hezbola sobre la violencia en el sur ha terminado de forma decisiva: un cambio monumental en sí mismo. Durante una generación, el grupo se ha nombrado como la única organización en Líbano capaz de actuar como su "resistencia" a Israel, usando este título para justificar su extenso arsenal y su dominio del sur de Beirut, sur de Líbano, y mucho del Valle de Beqaa. Aunque los partidarios de Hezbola han afirmado que su retirada hacia el norte no cambia nada, el hecho es que la imagen de la organización está ahora empañada. Por decirlo de forma diferente, ¿cómo puede Hezbola actuar como la "resistencia" a Israel ahora que se ha retirado casi a 30 kilómetros de la frontera de su enemigo? La desaparición humillante de Hassan Nasrallah y otros líderes de Hezbola es difícilmente una buena imagen.
En cuanto al propio Líbano, En cuanto al propio Líbano, el momento de debilidad de Hezbola es una oportunidad. Por primera vez en décadas, el gobierno libanés y su poder militar podrían tener suficiente capital político entre el público cansado de guerra de Líbano para afirmarse, finalmente alejando a su país de la perspectiva del fracaso estatal total.
Especialmente si pueden asegurar respaldo genuino del Occidente, los líderes libaneses pueden usar su impulso presente para crear las bases para un estado en funcionamiento total. Ayer, un día después del inicio del alto el fuego, el gobierno endeble del país anunció que había aceptado finalmente celebrar elecciones presidenciales en enero: un objetivo que había eludido durante más de dos años.
Naturalmente, Hezbola y sus aliados continuarán manteniendo el control. Pero con el garrote de las armas israelíes, y la zanahoria del apoyo diplomático y financiero estadounidense, el gobierno que surja del cese del fuego estará obligado a volver a tomar al menos algún poder de Hezbola--y, por defecto, será más pro-occidental que antes. La infame corrupción y lucha interna sectaria de Líbano indudablemente persistirán. Pero con un socio cada vez más tangible, los amigos internacionales de Líbano pueden finalmente ver una apertura para forjar un camino hacia no sólo una nueva realidad de seguridad en el país, sino también una nueva realidad económica también.
“Los amigos internacionales de Líbano pueden finalmente ver una apertura."
Es una buena señal, seguramente, que los batallados políticos civiles de Líbano han recibido apoyo tentativo de una fuente improbable: el propio Hezbola. Las declaraciones públicas relativamente pasivas de la milicia ya reflejan una voluntad de trabajar con los políticos—una señal, tal vez, que saben que su legitimidad está golpeada. Aunque los parlamentarios de Hezbola se apresuraron a afirmar que la "resistencia" continuaría, mientras tanto, también han declarado que ayudarían a la "gente a regresar [a casa] y reconstruir”. No menos asombroso, el nuevo secretario general de Hezbola ha afirmado que su organización trabajaría dentro del marco de los Acuerdos de Taif. Terminando la Guerra Civil Libanesa, en 1990, ellos llamaron al desmantelamiento de las milicias del país. Hezbola, no hace falta decirlo, ha ignorado esa cláusula en particular durante décadas.
De todas formas, sería errado apostar la casa a un nuevo Líbano. El gobierno en Beirut tiene una gran oportunidad de afirmar su fuerza: pero eso es en parte porque tiene tanto espacio que llenar. Como están las cosas, el estado libanés es poco más que una cáscara abandonada, ocupado por una miríada de partidos políticos sectarios. Por decirlo de forma diferente, entonces, el orden de posguerra ofrece amplias oportunidades para muchos otros grupos partidarios—ciertamente no Hezbola, pero no más democrático por ello.
Los aliados chiíes de Hezbola en el Movimiento Amal, y que han desafiado la posición del grupo en el pasado, pueden bien ver este momento como una oportunidad para presentarse como un partido menos riesgoso y volátil para los chiíes libaneses. Entre los cristianos, los partidos que una vez apoyaron tácitamente a Hezbola ya se han alejado. Y si eso crea el potencial para un bloque anti-iraní más unificado, los partidos suníes como el Movimiento Futuro respaldado por los saudíes puede bien resurgir también.
Como escribí el mes pasado, entonces, esta vorágine sin dudas llevará a caos renovado durante los años por delante, especialmente si Mikati y sus adjuntos no logran ejercer el poder sobre las fronteras de su país, o de otra forma fallan en restringir a un Hezbola resurgente.
Y ciertamente, tal situación es posible. La milicia, después de todo, es mucho más que una organización libanesa local, con sus amos en Teherán que siguen siendo cruciales. Los problemas de Hezbola han dañado seriamente la posición de Irán en la región, y no simplemente en términos de hombres o material. Por un lado, el cese del fuego ha destrozado un principio central de la gran estrategia del régimen: que la lucha contra Israel en Gaza estuviera vinculada inextricablemente con la batalla por el Líbano. Aunque Irán presionó según se informa a la milicia para que acepte el acuerdo de cese del fuego, mientras tanto, también prometió volver a abastecer a su satélite. Pero dado que Israel se ha reservado implícitamente el derecho de renovar los ataques contra Hezbola si éste viola el alto el fuego, algo que haría inevitablemente con respaldo estadounidense, al apoyo práctico es ahora mucho más difícil de proporcionar. Especialmente con los grupos sectarios rivales rondando, en resumen, Irán ahora enfrenta un paisaje libanés mucho menos hospitalario.
Combinado con la presión que el cese del fuego coloca sobre otro aliado iraní—Hezbola ha apoyado durante mucho tiempo a la dictadura de Assad en Siria—la libertad de movimientos de Teherán se ve repentinamente más bien restringida. El punto, sin embargo, es que los líderes de Irán son, cuanto menos, pensadores a largo plazo: no hay razón para creer que la esfera de influencia que ellos han construido meticulosamente durante décadas colapsará de repente.  Si bien, en resumen, el foco singular de la República Islámica en Hezbola como su eje estratégico han probado ser costosos, el país todavía tiene movimientos que jugar. Así como después de la guerra del 2006, cuando Beirut trató de usar el momento para recuperar el control de manos de Hezbola, la escena está por lo tanto preparada para otro enfrentamiento. De un lado se encuentran la milicia e Irán. Del otro esperan el estado libanés y sus amigos. Aun queda por verse quien surgirá triunfante.
Michal Kranz es un periodista independiente que informa sobre política y sociedad en el Medio Oriente, Europa Oriental, y Estados Unidos.

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