El hecho de que el Primer Ministro Benjamin Netanyahu se haya convertido en el primer líder extranjero invitado a la Casa Blanca tras la segunda investidura del presidente estadounidense Donald Trump hace que la importancia que esto tiene sea evidente de inmediato.
Presidente Trump y Primer Ministro Netanyahu en la Casa Blanca durante el primer mandato de Trump
No se trata simplemente de una cortesía diplomática; es un gesto trascendental que demuestra un restablecimiento de los lazos entre Israel y Estados Unidos y, lo que es más importante, podría simbolizar un nuevo capítulo en la diplomacia de Oriente Medio.
A diferencia de su predecesor, Trump está demostrando que la verdadera forma de trabajar la diplomacia entre dos aliados es de manera directa, honesta y con muestras de profunda amistad.
Esta invitación, y la asociación que representa, marcan un punto crucial en la historia de Oriente Medio.
Ahora está claro para todos que Irán y sus representantes, principalmente Hamás, lanzaron la masacre del 7 de octubre para hacer descarrilar el próximo acuerdo de normalización histórico y paradigmático entre Israel y Arabia Saudita.
Esta expansión de los Acuerdos de Abraham, los históricos acuerdos de paz que ya habían comenzado a remodelar la región bajo la administración anterior de Trump, marcaron el comienzo de una era de cooperación, estabilidad y prosperidad en todo Oriente Medio.
La República Islámica y sus brazos terroristas no podían permitir que eso sucediera, porque de ese modo habría aislado su ideología asesina y rechazadora y habría asegurado a los pueblos de la región un futuro mejor, libre de su dominación islamista radical.
Gracias en gran parte al decidido liderazgo de Netanyahu, Irán se ha visto gravemente debilitado. En los últimos 15 meses, Hamás ha sido derrotado militarmente en gran medida, Hezbolá fue derrotado y el régimen de Asad ya no existe. Además, el propio Irán ha quedado en gran medida indefenso tras sucesivos ataques aéreos israelíes.
Por lo tanto, ahora es precisamente el momento de volver a los planes anteriores para reescribir la historia y traer paz y prosperidad a la región.
Así, la visita de Netanyahu pone de relieve el compromiso inquebrantable de Israel y Estados Unidos con una visión compartida de paz.
Desde el comienzo del primer mandato de Trump, su administración buscó abordar los conflictos regionales de larga data desafiando los paradigmas convencionales y fomentando el compromiso directo entre Israel y sus vecinos árabes.
Los Acuerdos de Abraham, lanzados bajo esta visión, rompieron décadas de hostilidad y división, y culminaron en acuerdos históricos de normalización entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos, que han resistido la prueba del tiempo y la guerra.
La invitación de Netanyahu a Washington es una progresión natural de estos avances diplomáticos, y señala una dedicación continua a la expansión y solidificación de estos acuerdos y, con ellos, la promesa de una paz duradera en Oriente Medio, dice el autor en el artículo publicado en The Jerusalem Post.
Las ramificaciones de la visita de Netanyahu van mucho más allá del mero fortalecimiento de los lazos entre Israel y sus vecinos árabes; son profundamente relevantes para la dinámica geopolítica más amplia de Oriente Medio.
En particular, esta creciente cooperación presenta un frente unido frente a la influencia desestabilizadora de Irán. Mientras Irán continúa su búsqueda de armas nucleares e intenta reconstruir sus sangrientas actividades en toda la región impulsadas por intermediarios, la importancia estratégica de aislar a Teherán nunca ha sido más crítica.
Los Acuerdos de Abraham brindan un poderoso contrapeso a las ambiciones de Irán, ya que Israel y sus socios árabes ahora están unidos en sus esfuerzos por frenar el expansionismo iraní y garantizar la seguridad de la región.
El mensaje enviado por la visita de Netanyahu es inequívoco: la relación entre Estados Unidos e Israel es más importante que nunca, y los Acuerdos de Abraham llegaron para quedarse. El impulso diplomático que señala la visita de Netanyahu garantizará que todos los actores de la región comprendan quién es el “caballo fuerte” que puede ayudar a dar forma a la paz y la prosperidad.
En 2025, cuando Trump y Netanyahu se reúnan nuevamente, el mundo observa una región en transformación, asolada por conflictos innecesarios provocados, esperemos, por la sangrienta pelea final de la República Islámica.
Después de la derrota de Irán, Oriente Medio ya no debería ser un lugar definido únicamente por el conflicto y la violencia.
Debe convertirse en un lugar donde la paz sea posible, la prosperidad sea alcanzable y la seguridad se convierta en una prioridad compartida. La visita de Netanyahu a Washington no es solo un hito personal para ambos líderes, es una declaración clara al mundo de que el futuro de Oriente Medio se definirá por la cooperación, no por el conflicto. Y en esta nueva era, la búsqueda de dominio regional por parte de Irán se ve cada vez más aislada y rechazada.
Con la expectativa de que los Acuerdos de Abraham sigan expandiéndose y fortaleciéndose, Oriente Medio está en el umbral de un nuevo amanecer, uno caracterizado por la paz, la prosperidad y un frente unido contra las fuerzas desestabilizadoras y violentas. Y en el corazón de esta transformación se encuentra la alianza inquebrantable entre Israel y sus aliados, encabezados por el Primer Ministro Netanyahu, que trabajan junto al Presidente Trump para crear un futuro mejor para todos.
El autor es un filántropo y promotor inmobiliario radicado en Los Ángeles que se desempeña como presidente de la Mesa Redonda de los Acuerdos de Abraham y del Comité de Monedas Conmemorativas Golda Meir en Washington.
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