ENTRE TODOS, TODOS, PERO TODOS-DANIEL KARPUJ
Existen dos opciones de vincularme con “el otro” y “el diferente”:
Si lo defino como una “amenaza”, entonces intento dejarlo de lado, humillarlo, despreciarlo, y finalmente “convertirlo” en un “igual”, o asesinarlo.
Si lo defino como una fuente de divergencia que me obliga a pensar, a agudizar mis ideas, y que finalmente me enriquece y me ayuda a crecer, entonces no solamente lo “tolero” sino que también valoro su compañía.
¿Por qué el “otro” y el “diferente” pueden presentarse como una amenaza?
Porque mis ideas no están claras, no poseo una formación profunda, mi fe está basada en meros sentimientos inexplicables, y porque mi autoestima es muy baja.
¿Por qué el “otro” y el “diferente” pueden presentarse como una fuente de crecimiento y aprendizaje?
Porque mis ideas son producto del estudio serio y riguroso, mi fe es mucho más que un mero sentimiento, y porque me considero lo bastante maduro como para no sentir que mis verdades puedan tambalearse al “presentarlas en sociedad”.
Cuando el vínculo se establece entre dos personas con una identidad clara y definida, el diálogo sólo sirve para abrir horizontes y fomentar la comprensión y el entendimiento.
Ninguno pretende “convencer” al otro, y el diálogo es un intercambio fructífero de experiencias, información e idiosincrasias.
Son dos caminos que, en un comienzo, parecen “casi iguales”.
Pero que al final generan “hombres de bien” o “terroristas asesinos”.
A corto plazo, el "defendernos" depende de los gobiernos y de las grandes potencias.
A mediano y largo plazo, "la transformación verdadera" depende de cada uno de nosotros.
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