AURORA- SAMUEL AUERBACH-comite central israelita
El antisemitismo de Abu Mazen
"Las conversaciones directas son la única forma posible de construir confianza y son una precondición para la paz”, fueron las palabras que Reuvén Rivlin, Presidente del Estado de Israel, pronunció después que se enteró que Abu Mazen, el Presidente de la Autoridad Palestina, se negó a entrevistarse con él para ver la manera de reiniciar las conversaciones de paz con Israel, interrumpidas desde el año 2014.
Son plausibles los esfuerzos que Reuvén Rivlin está realizando a favor de la paz entre palestinos e israelíes. Pero para reanudar esas conversaciones y crear un ambiente amistoso y de plena confianza, es necesario hacer caso omiso a ciertos elementos negativos que ambas partes presentan.
El Primer Ministro de Israel, Biniamín Netanyahu, en varias ocasiones le sugirió a Abu Mazen que continúe esas conversaciones sin condiciones previas, a pesar de su reconocido trasfondo antisemita, bien puesto de manifiesto en la actualidad, cuando acusó a los rabinos de envenenar las aguas de los palestinos. El haberse arrepentido de haber pronunciado esas palabras, solo enmascara el sentimiento antisemita que reveló al vertirlas. Muchas veces se le pidió a Abu Mazen que vuelva a sentarse en la mesa de deliberaciones a pesar de su insistencia en restablecer plenas relaciones con Hamás, grupo terrorista que sueña con limpiar de judíos el Medio Oriente. Con tal que Abu Mazen vuelva a hablar con los israelíes para dar una solución al conflicto con los palestinos, a Israel no le impide que su interlocutor no condene los asesinatos a mansalva que su gente efectúa en Israel, y que reciba a los asesinos como héroes festejando su regreso.
Pero los palestinos siguen negándose a reanudar las conversaciones de paz. No están dispuestos a pasar por alto las pocas probabilidades de éxito que le brinda un parlamento con poderosos bandos que abogan por la anexión de los territorios. Los planes de construcción y las inversiones en las colonias aprobadas por Netanyahu, y el haber premiado con el título de embajador a dos reconocidos opositores a la creación de un estado palestino vecino a Israel, uno en las Naciones Unidas y otro en Brasil (que fue muy mal visto por el gobierno brasileño), no muestran precisamente un franco deseo israelí de negociar los territorios en conflicto y hacer la paz con los palestinos.
Pero por lo visto, el empecinamiento de Abu Mazen en no ignorar estos escollos, es más fuerte que su deseo de consolidar la paz con Israel y crear un estado para su pueblo con fronteras comunes. No queda otra opción que suponer que Abu Mazen y las autoridades de Hamás opinan lo mismo respecto al país de los judíos: todo el Medio Oriente pertenece al Islam. En nada ha cambiado el pensamiento de los árabes palestinos desde el año 1947, cuando las Naciones Unidas decretaron la partición de Palestina
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