lunes, 2 de septiembre de 2024

DE COMMENTARY

 ¿PODRIA HAMAS SER EXILIADO?


Por Jonathan Schanzer y Emily Bornstein
Agosto 28, 2024

TRADUCIDO POR Marcela Lubczanski
Israel tiene dos objetivos en Gaza, y no han cambiado desde el 7/10. Uno es la destrucción de Hamas. El otro es el retorno de todos los rehenes restantes. Hasta ahora, Israel ha logrado en gran medida su primer objetivo. Hamas está perdiendo la guerra. Sin embargo, a pesar de los logros significativos en el campo de batalla, Israel ha fallado en lograr su segundo objetivo.

Los líderes de Israel entienden que puede ser imposible asegurar la liberación de los rehenes sin algún tipo de compromiso. Los líderes restantes de Hamas entienden que, dentro de la dinámica actual, el grupo tiene poca esperanza de supervivencia. En medio de los esfuerzos estadounidenses frenéticos por asegurar un cese del fuego, el líder de Hamas, Yahya Sinwar ha emitido demandas para un acuerdo que lo mantendrían vivo, sin importar los otros términos.

Con una guerra regional en ciernes y el tiempo agotándose para los rehenes, el gobierno israelí y la administración Biden podrían considerar tomar prestada una página del manual de juego del Presidente Ronald Reagan. De hecho, pueden ser tomadas lecciones de la expulsión en 1982 de las fuerzas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Beirut.

Los paralelos entre la Primera Guerra del Líbano y la actual guerra de Gaza son muchos. La Guerra del Líbano en 1982 fue provocada por ataques terroristas de alto perfil de la OLP desde Líbano, muy como la guerra actual fue provocada por el ataque del 7 de octubre desde Gaza. Las fuerzas israelíes invadieron Líbano con los objetivos declarados de asegurar la frontera de Israel y derrotar al grupo terrorista que había provocado una guerra. Lo mismo puede decirse sobre los objetivos de Israel en Gaza. Similar a lo que hemos visto en Gaza, la Guerra del Líbano resultó en significativas víctimas, tanto como el desplazamiento masivo de civiles. Esto contribuyó a un cambio en la percepción del público contra Israel, lo que puso presión sobre el estado judío para adoptar alternativas al conflicto. Hoy, Israel enfrenta presión destacablemente similar.

Esto es lo que sucedió allá por 1982: En medio de los llamados internacionales para un cese del fuego, fue negociado un acuerdo bajo la dirección de la administración Reagan. Permitió que las fuerzas de la OLP, incluido el presidente Yasser Arafat, y aproximadamente 14,000 combatientes abandonen Líbano hacia Túnez. Si bien Israel no erradicó totalmente a la OLP, este compromiso sacó a la OLP de Líbano, aseguró la frontera, y terminó la guerra.

La dinámica actual presenta una ventana similar para el compromiso estratégico. Si Israel continúa buscando la destrucción completa de Hamas, estaría justificada. Sin embargo, la intensa presión pública tanto de adentro como de afuera de Israel es probable que vaya a continuar, y las vidas de los rehenes restantes continuará pendiendo de un hilo. La salida es un acuerdo que permitiría el exilio de los vestigios de Hamas a un país distante. Turquía, Argelia, y Malasia son tres países que son susceptibles de acoger al grupo.

Desde febrero, Israel ha sugerido una voluntad de aceptar tal compromiso. Y aunque indudablemente hay desventajas, tal acuerdo devengar a Israel el mejor tiro en lograr sus objetivos de guerra. 

El exilio de Hamas de Gaza a una amplia gama de actores involucrados en este conflicto. Para Israel, no sólo permitiría un acuerdo que regresaría a los rehenes. Permitiría un fin a la guerra en Gaza, la que se ha cobrado una cuenta financiera y societaria en Israel después de cerca de once meses de combate. Terminar la guerra también permitiría a los israelíes empezar a reconstruir la imagen pública del país después de una guerra devastadora de relaciones públicas montada por Irán, la Hermandad Musulmana y otros actores malignos.

Para Estados Unidos, esto también tendría grandes beneficios. Antes de la elección del 2024, hay significativa presión sobre la Vicepresidenta Kamala Harris y la administración Biden para terminar las hostilidades en Gaza. Un acuerdo estilo Reagan podría minimizar (aunque ciertamente no eliminar) el riesgo de una guerra más amplia con la República Islámica de Irán y sus muchas fuerzas de combate extranjeras. De hecho, el régimen y sus satélites han indicado una voluntad tentativa de detener su guerra si hay un cese del fuego en Gaza. Económicamente, hay también una virtud clara en este enfoque. El Pentágono ha enviado significativos activos militares  a la región en muchas ocasiones. Y el costo de hacerlo no es pequeño. Lo más importante, hay también ocho rehenes estadounidenses que nuestro gobierno tiene una obligación de regresar a casa.

Finalmente, un acuerdo también sería del interés de los palestinos en Gaza, quienes están desesperados por un cese del fuego. Después de once meses, los gazatíes finalmente tendrían la oportunidad de reconstruiry bajo un gobierno desradicalizado. El mundo árabe suní también recibiría bien esto, y algunos de los estados del Golfo pueden estar inclinados a apoyar la reconstrucción de Gaza una vez que Hamas esté oficialmente en el exilio.

Hay que admitirlo, un acuerdo no llega sin desventajas. Hamas continuaría existiendo. El grupo probablemente trabajaría tiempo extra desde el exterior para avivar el malestar en Gaza, la Margen Occidental, Líbano y más allá. En otras palabras, la lucha de Israel contra Hamas continuaría. Pero este probablemente sería el caso no obstante.

Está también el riesgo de normalizar a Hamas. Eso resultó ser el defecto fatal en el plan Reagan. En 1982, la OLP era vista generalmente como una organización villana. Pero después de apenas nueve años de exilio en Túnez, Arafat regresó a Gaza en 1993 en triunfo como parte de los Acuerdos de Oslo. Su OLP fue hecha la columna vertebral de la recientemente creada Autoridad Palestina. A pesar de sus esfuerzos por convencer al mundo que él y su organización habían dado vuelta la página, el antiguo terrorista regresó a la violencia con la Segunda Intifada del 2000.

Israel y Estados Unidos deberían dejar claro que Hamas nunca tendrá un futuro en la política palestina. Otros países deberían ser llamados a apoyar esto también.

Finalmente, está la cuestión del propio Yahya Sinwar. Israel casi con seguridad rechazará ofrecer un salvavidas al arquitecto de los ataques del 7 de octubre. Sinwar puede ser capaz de negociar una sentencia de por vida en una cárcel israelí. Aunque el líder de Hamas puede no adorar esta idea, es una mejor alternativa a la muerte segura que actualmente le espera si sigue intentando y combate a Israel desde adentro de los túneles de Gaza.

Las repetidas iniciativas de cese del fuego de la administración Biden se han hundido, principalmente porque carecen de creatividad. Cada propuesta fallida ha recordado estrechamente las previas. Tomando prestada una página del manual de política exterior de Reagan podría ser una posibilidad de romper ese ciclo.

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