domingo, 15 de abril de 2012

El color de la hipocresía


El color de la hipocresía
J 07:10 ESCRITO POR PILAR RAHOLA, PARA LA VANGUARDIA. CATALUNYA. ESPAÑA 0 COMENTARIOS

Asma, cuando aún era tapa de revista en Europa

No hace mucho aún la vi en una revista. Bella, elegante, icono de la mujer árabe, luchadora de los derechos de la mujer y los niños..., el paradigma del glamur. Eran los tiempos en que su marido era amigo de la ONU, lo invitaban a presidir la comisión de derechos humanos, y en la Internacional Socialista era un miembro prominente. En esos tiempos, Asma el Asad era el ejemplo del avance árabe, con esos aires de occidental pasada por Tiffany, compañera ideal del otro gran icono de la región, la bella Rania, mujer del rey de Jordania.

En esos tiempos tan cercanos, su marido ya era un dictador brutal que reprimía sin miramientos a cualquier tipo de oposición, haciendo honores a su padre, Hafiz el Asad, cuyas anchas espaldas soportaban la carga de sus miles de muertos. ¿Cuántos mató en Hama, 20.000, 30.000? Ni la ONU lo sabe con seguridad, pero ello no fue óbice para que fuera bienvenido en todos los despachos. Además, tanto padre como hijo alimentaron militar y económicamente a los grupos terroristas de la región, con el noble objetivo de exterminar al vecino israelí. También fue durante esos glamurosos tiempos cuando Siria ocupó durante años a su pequeño vecino libanés, destruyendo su soberanía, financiando un ejército de fanáticos islamistas llamados el Partido de Dios, o Hizbulah para los amigos, y hostigando la estabilidad de la zona. Por supuesto, durante los 29 años, repito, 29 años de ocupación siria, nadie pensó que este dictador no era simpático, nadie lo expulsó de ningún lugar y, por supuesto, nadie se manifestó en contra, porque las manifestaciones del mundo sólo se manifiestan contra Israel. Peor aún, recuerdo perfectamente como toda la progresía criminalizó a los opositores libaneses de la ocupación porque, en aquellos bellos tiempos, Siria era un hermano del proletariado internacional...

Y así fueron sumando los Asad, del padre al hijo, y me pido muerto porque me toca. Y mientras en ese paraíso sirio los opositores caían como moscas, la bella Asma se paseaba por la Europa del lujo, acaparando joyas al mismo tiempo que su familia acaparaba la riqueza del país, eso sí, siempre luchando incansablemente por las mujeres y los niños sirios. Como mínimo, las mujeres y niños de su familia.

Pero la conciencia del mundo tiene sus límites, sobre todo cuando el amigo dictador cae en desgracia y pasa, de ser un interesante cómplice a ser un pesado estorbo, confirmando el lema fundamental de la geopolítica: sólo nos molestan los dictadores caídos. Los que están vivitos y coleando su poder, estos ni molestan, ni son perversos, ni las joyas de sus mujeres resultan inmorales. Sólo son simpáticos amigos y aliados que pasean sus lujos por las Marbella de Europa. Hoy son amigos. El día que caigan serán dictadores. Y es que ya lo dijo Nietzsche: "Nada es más hipócrita que la eliminación de la hipocresía".

http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20120331/54279870421/pilar-rahola-el-color-de-la-hipocresia.html

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