Revista de Prensa
Obama: palo a Israel, zanahoria a Irán
El director de The Times of Israel, David Horovitz, pone de relieve en esta pieza la hostilidad con que la Administración Obama ha recibido el nombramiento de Avigdor Lieberman como ministro de Defensa de Israel, mientras se abstiene de comentar la llegada de un enemigo radical de EEUU y del Estado judío a uno de los puestos cruciales del régimen iraní: Ahmad Yanati.
El martes, un día antes de que Netanyahu y Lieberman llegaran a un acuerdo, la Asamblea de Expertos de Irán eligió al ayatolá Ahmad Yanati como su nuevo presidente. La Asamblea supervisa las acciones del Líder Supremo, Alí Jamenei, y, llegado el día, elegirá a su sucesor. Esto convierte a Yanati en una de las figuras más poderosas de Irán, si no en la más poderosa.Ahmad Yanati, ampliamente descrito como el más radical de los altos clérigos iraníes, no es un buen hombre. Se opone a cualquier noción de reforma política iraní. Apoya la ejecución de disidentes políticos. Insiste en que las mujeres en Irán deben cubrirse con el hiyab. Por supuesto, detesta a Israel y a EEUU.
La analista Judith Bergman abunda en las diferencias entre la antigua Europa del Este y Europa Occidental en cuestiones de gran importancia, como la crisis migratoria. Diferencias que son también harto elocuentes en el trato dado a Israel.
Hay amigos de Israel en Europa Central y del Este, aunque su pertenencia a la Unión Europea limite frecuentemente su campo de acción. Esto es muy importante tenerlo en cuenta. Demasiados observadores en Israel y en otros lugares olvidan que Europa es más que sólo Europa Occidental.
El presidente palestino ha estado de visita oficial en el país africano invitado por su polémico presidente, Jacob Zuma, que recientemente también recibió a los terroristas de Hamás. El abogado Howard Feldman aprovecha la ocasión para criticar a ambos mandatarios.
Por supuesto, hay cierta preocupación sobre lo que Abás podría enseñar a Zuma. Como presidente palestino desde 2005, no ha convocado elecciones (…) esgrimiendo como excusa el “conflicto interno palestino”. Insistentemente amenaza con dimitir, pero como uno de los principales beneficarios financieros de la crisis, es uno de los políticos más ricos de la región. La resolución del conflicto significaría que la ayuda global podría desaparecer y que tendría realmente que convocar elecciones, lo que para nada suena como un incentivo. Esas son las lecciones que preferiría que enseñara a Robert Mugabe y no al presidente Jacob Zuma, que parece tener suficientes ideas al respecto por sí mismo.
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