jueves, 23 de junio de 2016

Revista de Prensa

Occidente debe emular a Israel

 

Bandera de Israel.
Para muchos, la matanza terrorista de Orlando ha vuelto a poner de manifiesto la negativa de los líderes occidentales, encabezados por Obama, a identificar el carácter islamista de estos atentados. El veterano analista Isi Leibler denuncia este estado de cosas y pone a Israel como ejemplo de país que gestiona eficazmente su seguridad.
Europa, cuyas principales ciudades están sufriendo ataques suicidas de terroristas musulmanes enloquecidos, importados o crecidos en casa, está ahora absorbiendo fuera de toda lógica a millones de inmigrantes adicionales procedentes de los campos de la muerte de Oriente Medio –irónicamente rechazados por los países islámicos por el riesgo que suponen para su seguridad–. La demografía de Europa está siendo permanentemente alterada, pero cualquier discusión racional de este asunto es inmediatamente condenada como islamofóbica.
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Israel está hoy mejor situado que nunca para hacer frente a quienes están dispuestos al sacrificio para apaciguar a los yihadistas. La realidad es que, en un mundo cada vez más duro, en el que ninguna ciudad es inmune al terrorismo, Israel puede proporcionar un ejemplo de seguridad que otros países podrían emular y, en última instancia, puede asumir un papel importante en el esfuerzo por dar con una estrategia para neutralizar la yihad global.
Todo hace indicar que la guerra de Siria, que va camino de su sexto año, no va a tener un fin próximo. Por este motivo, John Capello y Patrick Megahan, de la Foundation for Defense of Democracies, consideran necesario estudiar la posibilidad de crear zonas de seguridad en el interior del país, a fin de que la oposición y la población civil puedan iniciar la construcción de un Estado alternativo al que maneja el dictador Bashar al Asad.
En Siria, los esfuerzos liderados por EEUU no tienen por qué seguir el destino de Libia. No debería ponerse el foco en el cambio inmediato de régimen, sino en mitigar la espiral de las estadísticas de muertes proporcionando un espacio seguro a la oposición moderada para que forme estructuras de Gobierno y reconstruya la sociedad civil, y permitiendo la llegada de asistencia humanitaria. Si se aplica correctamente, los refugiados pueden reubicarse en esas áreas protegidas y comenzar el proceso de construir una alternativa a Asad, que se puede aprovechar en futuras negociaciones para poner fin al conflicto.
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Establecer zonas de seguridad no será fácil. Formar una amplia coalición e implantar zonas seguras no será rápido ni barato. Sin embargo, sólo cuando haya cierta apariencia de estabilidad podrán ver los sirios que hay otra opción a la violenta guerra civil que ha devastado su país y una alternativa a la tiranía de Asad y a la crueldad del Estado Islámico. Y, como hemos visto en los recientes ataques del Estado Islámico allí y en el extranjero, su estabilidad influye en la nuestra.
El nuevo primer ministro turco, Binali Yildirim, asegura que su prioridad es mejorar la calidad democrática del sistema político de Turquía. Sin embargo, Serkan Demirtas denuncia en este artículo, donde recoge varios ejemplos recientes de ataques a las minorías y a la libertad de expresión, que la democracia turca, lejos de avanzar, está degenerando de manera alarmante.
Irónicamente, el primer ministro, Binali Yildirim, citó la mejora de la democracia y del Estado de Derecho en Turquía como las principales prioridades de su Gobierno en el discurso semanal a su grupo parlamentario del 21 de junio.
“Al igual que los anteriores Gobiernos, nuestra prioridad es mejorar nuestra democracia, para poner plenamente en su lugar al Estado de Derecho y tomar medidas para el bienestar y la felicidad de nuestro pueblo”, dijo Yildirim, que recordó que su Gobierno sólo lleva su primer mes en el poder.
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La degeneración del estado de la democracia en Turquía ha cobrado, desgraciadamente, nuevos bríos con el nuevo del primer ministro Yildirim. De hecho, la creciente tendencia autoritaria no muestra ningún signo de reversión.

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