jueves, 26 de septiembre de 2024

 David iba en su nuevo Jaguar rojo a mucha velocidad, ya que llegaría tarde al trabajo si no lo hacía.

Su automóvil era una de sus más preciadas posesiones. Súbitamente, ¡un ladrillo se estrelló en la puerta de atrás! David frenó el carro y se echó en reversa hasta el lugar de donde el ladrillo había salido.
Se bajó del carro y vio a un niño en la banqueta. Lo agarró, lo sacudió y le gritó muy enojado:
—¿Qué demonios estás haciendo? ¡Te va a costar muy caro lo que le hiciste a mi auto!
¿Por qué lanzaste el ladrillo?
El niño, llorando, le contestó:
—Lo siento, señor, pero no sabía qué hacer.
Mi hermano se cayó de su silla de ruedas y está lastimado; no puedo levantarlo yo solo y nadie quería detenerse a ayudarme –expresó con desesperación.
David sintió un nudo en la garganta y fue a levantar al joven; lo sentó en su silla de ruedas y lo revisó.
Vio que las raspaduras eran menores y que no estaba en peligro.
Después, el pequeño de siete años empujó a su hermano en la silla de ruedas hacia su casa.
David regresó pensativo hacia su reluciente auto.
Nunca lo llevó a reparar y dejó la puerta como estaba, para recordar siempre que no debía ir por la vida tan deprisa como para que alguien tuviera que lanzarle un ladrillo para llamar su atención.
Bonito día!!
Salomón Michan M.
Puede ser una imagen de automóvil

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