sábado, 25 de octubre de 2025

DEL NYT

 EL MOTIVO POR EL CUAL ISRAEL GANO LA GUERRA

Los israelíes fueron a la guerra para eliminar una amenaza existencial—y una mentira existencial.

Por Bret Stephens
Octubre 15, 2025

In a black and white photo, a woman in a crowd stands before an Israeli flag, her eyes closed, her face beatific, and her hands held to her lips as in prayer.
Credit...Chris Mcgrath/Getty Images

Aunque parece absurdo en retrospectiva, hubo muchos en Hamas que creyeron que su masacre del 7 de octubre del 2023, tendría éxito no sólo en herir a Israel, sino en destruirla.
Creyeron esto por el fervor religioso. Lo creyeron debido a que esperaban inspirar a Hezbola e Irán a unirse a la batalla con sus propios ataques a gran escala. Y creyeron que Israel, aun con toda su hechicería de alta tecnología, era débil.
La creencia resultó ser errada — y fatal. Pero eso no era infundado. “Tras 20 años, ustedes se volverán débiles, y yo los atacaré,” dijo Yahya Sinwar, el cabecilla del 7 de octubre, a su odontólogo en la prisión israelí aproximadamente hace 20 años, según un informe de David Remnick del New Yorker.
Lo que Sinwar y otros en Hamas vieron en Israel fue un país preparado para liberar a más de 1,000 prisioneros palestinos, incluido el propio Sinwar en el nombre de un sólo rehén. Un país cuyos líderes hablaron duro, pero tendieron a tener aversión al riesgo por miedo a perturbar la sed del público israelí por la prosperidad y la calma. Un país con profundas fisuras internas — religiosos contra laicos, judíos contra no judíos, partidarios de la reforma judicial contra opositores. Un país ansioso acerca de lo que el resto del mundo pensaba sobre él.
Todo esto lo aprendió Sinwar de leer minuciosamente diarios en hebreo, un hábito que él que adquirió de sus muchos años en cárceles israelíes. Ese puede haber sido su mayor error. El periodismo en una democracia, particularmente la de Israel, tiende a descuidar lo que es saludable en una sociedad mientras se obsesiona por todo lo que no lo es. (En las autocracias es lo opuesto.) El resultado es que Sinwar conocía mejor las muchas fallas autopromocionadas de Israel que sus fortalezas subyacentes.
Probablemente nunca sabremos si Sinwar, quien resultó muerto por las tropas israelíes hace un año esta semana, llegó alguna vez a comprender la magnitud de su error de juicio. Los israelíes no se desmoronaron ante su carnicería, la cual él parece haber ordenado específicamente contra los soldados y comunidades civiles por igual "para infundir miedo en los israelíes y desestabilizar al país,” de acuerdo con un informe reciente en The Times. Ellos no se limitaron a muchas semanas de combate, como lo habían hecho en las guerras previas, ni se rindieron ante la incesante presión internacional, ni renunciaron a la mayoría de sus objetivos de guerra en el nombre de liberar a los rehenes.
En su lugar, los israelíes se concentraron y ganaron — al menos en la medida en que una victoria duradera sea alguna vez posible en el Medio Oriente.
Ellos han cambiado el juego con Líbano y Siria. Han humillado y debilitado a Irán, cuyo régimen, como destaca Karim Sadjapdpour en un nuevo ensayo en Foreign Affairs, está tambaleando. Han traído de regreso a sus restantes rehenes vivos sin renunciar a su influencia más importante en Gaza, la que es el control de su perímetro interior. Ellos han garantizado el compromiso de los países musulmanes con una Gaza libre de la gobernanza de Hamas: Si eso falla, tienen alguna garantía que los gazatíes resistirán los intentos futuros por parte de Hamas de arrastrarlos dentro de otra guerra calamitosa. Ellos han mantenido relaciones diplomáticas con estados árabes amistosos. Y, a pesar de todas las protestas callejeras globales, artículos de opinión hostiles y embargos de armas no singnificativos, ellos tienen respaldo a viva voz del único gobierno extranjero que importa: el de Estados Unidos de América.
Todo esto ha sido un precio duro. Una Gaza destrozada, con muchos miles de civiles muertos y sufrimiento terrible para los atrapados en el fuego cruzado. Antisemitismo creciente. Una generación de progresistas occidentales — a los que se unieron números crecientes de cohortes en la extrema derecha — que piensan en el estado judío como la apoteosis del mal.
Tal vez todo eso podría haber sido evitado, aunque yo lo dudo: Israel ya había sido juzgada culpable de crímenes de guerra por todos los críticos “sentencia primero, veredicto después" en los primeros días de la guerra. También dudo que la mayoría de los israelíes o partidarios de Israel querrían seriamente cambiar la posición actual de Israel por su opuesta: derrota estratégica a cambio del té y simpatía occidentales. Los siglos de persecución y discriminación seguidos por interludios de piedad y acomodación son lo que impulsó a los judíos a establecer el estado de Israel en primer lugar.
También es lo que los impulsó, en esta guerra, a ganar. Mucho del análisis de la estrategia militar de Israel ha estado enfocado en los comos: ¿Cómo llevó a cabo Israel la operación de los buscapersonas contra Hezbola? ¿Cómo el Mossad contrabandeó una bomba dentro de la casa segura en Teherán donde se estaba quedando el líder de Hamas, Ismail Haniyeh? ¿Cómo persuadió Benjamin Netanyahu, el primer ministro israelí, a Donald Trump para que se una al ataque contra Irán? ¿Y cómo utilizó Trump el ataque de Israel contra el liderazgo de Hamas en Doha para idear la diplomacia que detuvo la guerra?
Pero las preguntas del cómo son finalmente menos reveladoras que los por qué. ¿Por qué, contrariamente a lo que creyó Sinwar, Israel no colapsó el 7 de octubre? ¿Por qué los israelíes perseveraron durante el asesinato en masa, el desplazamiento interno forzad, los ataques con misiles balísticos y el aislamiento internacional? ¿Por qué Israel estuvo determinada a ganar en lugar de conformarse con un fin prematuro a la guerra que habría dejado a los grandes enemigos de Israel prácticamente ilesos?
La respuesta me llegó en una base militar israelí cerca de Gaza, donde conocía un sargento que tenía el apodo de Cholo. Cholo había estado ejerciendo como D.J. en raves en Brasil, pero regresó de inmediato a Israel tras el 7 de octubre para servir. “No estoy apoyando a este gobierno," me dijo. "Pero voy a ir al ejército."
La palabra para esto es patriotismo, o lo que Mark Twain llamó “apoyar a tu país todo el tiempo, pero a tu gobierno sólo cuando lo merece.” Muchos de los soldados israelíes que combatieron y cayeron en Gaza y otros frentes seguramente estuvieron marchando contra Netanyahu durante las protestas por la reforma judicial.
Pero ellos vinieron de casi todo rincón político para luchar no por convicción ideológica o partidaria, sino debido a que los objetivos y métodos de Sinwar el 7 de octubre dejaron en claro que los riesgos eran existenciales. Es más, el apoyo alegre a esos objetivos y métodos engendrado instantáneamente en el mundo dejó en claro que, incluso ahora, no hay todavía puerto seguro para los judíos. No en Australia. No en Canadá. No en Gran Bretaña. No en Francia. No en Alemania. Y tal vez, no en Estados Unidos de América.
¿En verdad los progresistas sinceros piensan que si mañana fuera a desaparecer el estado judío, para ser reemplazado por algún estado binacional utópico, las furias contra los judíos en el Medio Oriente, Europa o América del Norte se calmarían de alguna manera? ¿O esas furias simplemente encontrarían objetivos más fáciles?
Tampoco los israelíes lucharon sólo debido a que enfrentaban una amenaza existencial. Ellos también enfrentaban una mentira existencial: la mentira que Israel es un estado colono-colonialista, una especie invasora no nativa que no tiene lugar en esa tierra. Es una mentira que ha tenido arraigo en todas partes, incluso cuando un registro histórico de 3,000 años la refuta. Y es una mentira que, a medida que gana audacia, ataca las raíces mismas de la identidad judía. "Si te olvidare, Jerusalén..." no fue simplemente una metáfora literaria. Para comprobar el punto, los israelíes tuvieron que combatir y ganar la guerra.
El alto al fuego actual trae una serie de preguntas difíciles acerca de lo que sigue — para los israelíes y palestinos y todos los demás interesados en su futuro. Pero debería responder preguntas importantes, también. ¿Los israelíes son débiles? ¿Su estado está construido sobre bases de arena? ¿Su apego a sus creencias es leve?
Yahya Sinwar y los que lo seguían así lo pensaban. La tumba que él cavó para sí mismo debería responder las preguntas para siempre.

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