miércoles, 29 de octubre de 2025

 La ópera Nabucco de Verdi es una tragedia lírica en cuatro actos, con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Temistocle Solera, basada en el Tanaj (Antiguo Testamento) y la obra Nabuchodonosor, de Anicète Bourgeois y Francis Cornue. Fue estrenada el 9 de marzo de 1842 en La Scala de Milán.

El Acto II relata como Nabucco es persuadido por los sacerdotes babilonios para que condene injustamente a los judíos, quienes son condenados a muerte por adorar a su Dios en lugar de a Nabucco. Mientras tanto, los hebreos se lamentan y oran por su libertad. En este acto, se presenta uno de los momentos más famosos de la ópera, el coro de los esclavos "Va, pensiero, sull'ali dorate ("Vuela, pensamiento, en alas doradas"), que se eleva como una plegaria de los judíos oprimidos, expresando su anhelo por la libertad y su deseo de regresar a su tierra natal, es el eco del pueblo judío que aún sueña con volver a Israel. En su época, los italianos lo asimilaron como un canto contra la opresión extranjera en la que vivían, contra la ocupación austríaca, Va Pensiero, el canto de los esclavos judíos era un anhelo de libertad susurrado en las calles de Italia, en ese clamor, una melodía comenzó a tomar forma. Para entender el alma de Italia, en esa época, hay que escuchar a Giuseppe Verdi. Y para entender a Verdi, hay que viajar a un tiempo de cadenas y esperanza. Los italianos soñaban con la unificación, con una patria. En las paredes se gritaba en secreto: “Viva Verdi” era un código que no solo aclamaba a un hombre, Giuseppe Verdi, sino que anhelaba un rey, Vittorio Emanuele, la palabra VERDI, con el significado de «Vittorio Emanuele Re D'Italia», se usó en la época como acrónimo político clandestino a favor de la unificación. Fue en medio de este fervor que Verdi encontraría la voz para el lamento de los italianos. Bartolomeo Merelli, empresario del Teatro alla Scala di Milano le entregó un libreto y según la leyenda Verdi lo arrojó sobre la mesa -destrozado por la muerte de su esposa e hijas - y se abrió por una página, en la que unas palabras decían “Va, pensiero, sull´ali dorate” (Vuela, pensamiento, sobre alas doradas). Verdi recordaba que era la voz del pueblo judío exiliado, le recordaba su propia voz.
Su ópera Nabucco narra la subyugación del pueblo judío por el rey de Babilonia, en el año 587 antes EC, en la que el rey babilonio Nabucodonosor II conquistó Jerusalem, destruyó el Primer Templo y deportó a una gran parte de la población judía a Babilonia, fue el inicio del exilio judío, período de cautiverio que duró aproximadamente setenta años.
En su soberbia, Nabucodonosor se declaró a sí mismo un dios. Mil doscientos años más tarde el imperialismo islámico se expandirá y se auto proclamará como la única religión verdadera que tiene como objetivo por “mandato de Alá” superar, abrogar y eliminar el judaísmo, el cristianismo y cualquier otra religión.
El salmo 137, escrito hace más de 25 siglos, describe a los judíos exiliados en Babilonia llorando por su capital, Jerusalem, mientras sus opresores les exigen cantar: Junto a los ríos de Babilonia, Allí nos sentábamos, y aun llorábamos, Acordándonos de Sion. Sobre los sauces en medio de ella, Colgamos nuestras arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, Y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sion. ¿Cómo cantaremos cántico del Eterno en tierra de extraños? Si me olvidare de ti, oh Jerusalem, Pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, Si de ti no me acordare; Si no enalteciere a Jerusalem, Como preferente asunto de mi alegría.
Lo que fascinaba a Giuseppe Verdi era el lamento del pueblo judío por el exilio y el recuerdo de la opresión a la que fueron sometidos, así como la eterna fidelidad del pueblo hebreo a Jerusalem, nombrada más de 823 veces – 669 como Jerusalem y 154 veces como Sion - en el Tanaj (Antiguo Testamento). Por cierto, ni una sola vez, pero ni una sola vez aparece el nombre de Jerusalem en el Corán.
El libreto de la ópera Nabucco relata la profanación y destrucción del Templo de Jerusalem por Nabucodonosor II. El pueblo judío lamenta desde entonces con ayuno de más de 24 horas, en Tisha BeAv, un día de luto, por esta destrucción, así como posteriormente la destrucción efectuada por los romanos, comandados por el futuro emperador Tito, del Segundo Templo el año 70 de la EC. Tishá BeAv es considerada por los judíos y el judaísmo como el día más triste de la historia judía, pues, además, en ese mismo día del año 1290 fueron expulsados los judíos de Inglaterra por el rey Eduardo I, más tarde expulsados de Francia, desterrados de España por los Reyes Católicos y la Solución Final, del genocidio perpetrado por los nazis, fue firmada durante la Segunda Guerra Mundial. Este fue un genocidio real y no la fantasmada y falsedad de declarar “genocidio” a la defensa de Israel frente a Hamás. Hamás, el 7 de octubre de 2023 perpetró una masacre contra el pueblo judío en Israel, perpetró un genocidio contra los judíos, que fue limitado y frenado por la acción defensiva de las Fuerzas de Defensa de Israel. La voluntad de Hamás fue exterminar al pueblo judío asentado en su tierra ancestral, Israel.
Los judíos fueron arrastrados a Babilonia como ganado a tierra extranjera. A orillas del Éufrates, los judíos pensaban volver a su patria, Israel, estos pensamientos volaban en un canto de nostalgia, reflejado en el Salmo 137, en un grito que surge del corazón desgarrado que exclama de lo profundo del alma: Oh mi patria, Oh Israel, hermosa y perdida, ocupada por los extranjeros babilonios.
Estos versos, dirá Verdi, le devolvieron la música y la vida y le dieron una voz a la esperanza de todo un pueblo, en su caso, del pueblo italiano, así como el Hatikva (La Esperanza), el himno nacional de Israel enuncia: Mientras en lo profundo del corazón palpite un alma judía, y dirigiéndose hacia el Oriente un ojo aviste a Sion, no se habrá perdido nuestra esperanza, la esperanza de dos mil años, de ser un pueblo libre en nuestra tierra: la tierra de Sion y Jerusalem.
La letra del Hatikva es de Naftali Herz Imber data de 1878 y fue musicada por Samuel Cohen en 1888 y orquestada por el compositor Paul Ben Haim en 1897.
Giuseppe Verdi se inspiró en la historia del pueblo judío, de sus ansias por recuperar su tierra natal y ancestral: en ningún momento se inspiró en el colectivo árabe que ocupaba la tierra de Israel, como colonos del colonialismo del imperialismo islámico. Israel estaba ocupada en ese tiempo por el Califato Otomano ya desde 1516, ocupación islámica que duró hasta 1918, con la excepción del período de 1831 a 1840 que estuvo bajo control egipcio. Los árabes, minoría poblacional en Jerusalem, eran los colonos imperialistas. Por ese motivo Verdi no pudo inspirarse en los que desde hace algunas décadas se hacen llamar “palestinos”, porque estos mismos árabes eran árabes de la Gran Siria, y así se consideraban. Jamás de los jamases estos árabes aspiraron a una “Palestina árabe”, a pesar de los berridos de los ignorantes antisemitas actuales que vociferan “Free Palestine”.
En 1842 el público de Milán bajo ocupación austríaca se vio reflejado en la historia judía. El anhelo de los judíos se convirtió en el anhelo por una Italia unida y libre. Asímismo, y con mayor deseo y voluntad, desde hace dos milenios el pueblo judío ha anhelado una tierra judía unida y libre.
Hay dolores que solo pueden ser cantados a coro, la pérdida de un hogar, el peso de la memoria, son todos ellos cargos demasiado pesados para una sola voz. El salmo 137 es el lamento del pueblo judío compartido que se convierte palabra por palabra en una promesa de retorno. Pero no toda emoción se canta a coro. El grito colectivo del pueblo judío se transforma en un susurro de un solo corazón en el que palpita el alma judía que se dirige hacia Oriente y su ojo avista a Sion, con la esperanza bimilenaria de ser un pueblo libre en la tierra de Sion y Jerusalem. El pueblo judío vio que podría recuperar parte de su tierra, y cuando las Naciones Unidas permitieron la fundación del Estado moderno de Israel en 1948, los herederos espirituales del emperador Adriano – que cambió el nombre de Judea por Palestina, para desjudaizar Israel - de Nabuconodosor, de la Inquisición, de los pogromos, del nazismo, las naciones árabes circundantes atacaron al recién nacido Estado hebreo, pero los judíos prevalecieron, como antaño David venció al filisteo Goliat, Israel venció al Goliat islámico y nacionalsocialista panarabista del BAAS, de los países circundantes Jordania, Irak, Siria, Egipto, la Legión Árabe y los voluntarios libios, saudíes, yemeníes, que comenzaron a invadir Israel con la voluntad de destruirlo, pero perdieron una y otra vez, en 1948, 1956, 1967, los Tres Noes de Jartum de 1/ No a la paz con Israel; 2/ No al reconocimiento de Israel; 3/ No a las negociaciones con Israel. La declaración de la Liga Árabe tras la Guerra de los Seis Días en 1967 ganada también por Israel, las guerras de 1967-1970, 1973, 1982.
Los árabes, al ver que no vencían desde el exterior, crearon un súbito pueblo - que nunca había existido -, el “pueblo palestino” al que emplearon como un pequeño Frankenstein, perfecto caballo de Troya para conseguir destruir Israel desde el interior, dándose la Primera Intifada (1987-1993), la Segunda Intifada (2000-2005), la Guerra del Líbano de 2006, el conflicto de la Franja de Gaza de 2008 a 2009.
El terrorismo perpetrado por los yihadistas ha fascinado a los pseudo pacifistas de la Flotilla de Gaza en 2010, en la Guerra de Gaza de 2014 y en el conflicto bélico en la misma Franja de Gaza de 2021 y el último -por ahora- el intento yihadista de genocidio contra la población judía perpetrada por los asesinos yihadistas el 7 de octubre de 2023, en la que gracias a las Fuerzas de Defensa de Israel se ha podido defender del intento genocida de Hamás financiado y pertrechado por Catar e Irán. Los terroristas de Hamás y el yihadismo han pervertido el lenguaje y los números, mostrándose como víctimas cuando en realidad son los asesinos victimarios, los que no pudieron exterminar a más judíos gracias a la defensa del ejército israelí, y han acusado a los israelíes que se han defendido, de genocidas. Si los israelíes hubieran sido genocidas no habría ya ningún gazatí en la tierra.
Los islamistas han cambiado el nombre de Judea-Samaria por Cisjordania, con el objetivo de acusar, falsamente, a los israelíes de ocupantes, ¿los judíos son ocupantes de Judea – Samaria? Sería como decir que los españoles son ocupantes de Al-Andalus o los franceses de Francia. Pero para los ignorantes, los israelíes son ocupantes de Cisjordania, cuando en realidad es Judea-Samaria. Los españoles no deben olvidar que Hamás reclama que las tierras de Al-Andalus (la península ibérica) deben ser reislamizadas, pues por ahora están ocupadas y profanadas por los “cruzados cristianos” españoles, según todos los islamistas, como por Hamás.
Judea-Samaria recibió el nombre de Cisjordania, neolatinismo que arraigó durante el período en que este territorio judío estuvo ocupado por Jordania (1948-1967) cuyos colonos árabes - los que recientemente se hacen llamar “palestinos”- nunca, pero nunca, reclamaron la independencia a Jordania. Obviamente no lo hicieron porque se identificaban como árabes de Bilat Al-Sham (la Gran Siria), nunca se identificaron como palestinos y para mayor ridiculez e ignominia de los colaboracionistas antisemitas del palestinismo, el fonema “P” no existe en el idioma árabe. ¿Cómo se iban a identificar como un pretendido “pueblo palestino” cuando no tienen el fonema “P” ni historia de nación ni nada que se le parezca.
Es por lo que Giuseppe Verdi compuso Nabucco en 1841 identificándose con el pueblo judío, puesto que no existía ningún “pueblo árabe-palestino”, pero sí que existía el pueblo judío, pueblo que bimilenariamente anhelaba retornar a su patria. En esa época verdiana (siglo XIX) todos sabían que los “descendientes” – espiritual e intelectualmente hablando - de los babilonios, eran los árabes.
La perversión de Hamás y sus colaboracionistas, que pululan mayormente en los grupos de izquierda y extrema izquierda, son nostálgicos del Gulag, herederos de Stalin y fascinados por el terrorismo.
Estos antisemitas puede que hayan leído la Carta Fundacional de Hamás, lo que les hace más criminales, y en caso de que no la hayan leído les hace igual de criminales –su ignorancia no les exime - al defender una causa genocida que se manifiesta en la expresión neo nazi de “Desde el río hasta el mar”, lo que significa el exterminio del pueblo judío y su expulsión del mapa de la tierra.
Durante el nazismo hubo países, partidos políticos y gentes, colaboracionistas del nazismo, hoy hay colaboracionistas del yihadismo, fascinados por el terrorismo islámico, que desean acabar la perversa “obra” del nazismo: acabar con el pueblo judío y con Israel, el judío de entre las naciones.
Así como el nazismo, los pogromos, la Inquisición, conversiones forzadas, expulsiones causaron tanto dolor, no sólo al pueblo judío sino también a otras tantas naciones y gentes y a sus mismos pueblos, el yihadismo y sus colaboracionistas causan dolor al pueblo judío - pero ya en menor medida al tener el Estado de Israel como muro de contención ante la barbarie antisemita.
Giuseppe Verdi si nos viese hoy cantaría exultante el Hatikva con todas sus fuerzas, pues vería cumplido su sueño de que al final los judíos hemos podido recuperar parte de nuestra tierra, Eretz Israel.
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