¡SHABAT SHALOM!
EL SHOFAR Y LA VOZ DE LA VIDA
Muchas veces la Vida desentona, falsea, desafina.
Otras tantas intenta expresarse, pero finalmente vacila, balbucea y musita.
A veces confunde el paso y se balancea, mareada, como un borracho.
Y en ocasiones logra hacer equilibrio, inconmovible, y se mantiene de puntillas como una esbelta y pulcra danzarina.
Hay días en los que la Vida se sienta en el banco de una plaza y parece aburrirse, y entonces deja escuchar como un suspiro ligero y mustio.
Algunas mañanas, en cambio, me parece observarla corriendo junto al mar, saltando entre las olas, las caracolas y las gaviotas.
Pero hay un día en el que la voz de la Vida brota con absoluta claridad, y entonces comprendo, estremecido, que ya casi la había olvidado, confundida entre tantas palabras, ruidos, y sonidos roncos.
“Es la Vida”, pienso, al escuchar esa voz límpida, tan parecida a un bebé naciendo, al canto de un jilguero puesto en libertad, y al exhalar Divino del alma de vida en las fosas nasales del Primer Hombre, al comienzo de los tiempos.
Y mientras cavilo, el Shofar continúa sonando y haciendo vibrar mi espíritu ávido y sediento, tal mi condición de hosco y disimulado forastero.
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