DESPLIEGUE DE 8.000 AGENTES DE SEGURIDAD
LOURDES BAEZA JERUSALÉN
En una calurosa mañana y con un despliegue de seguridad sin precedentes, los funerales de Estado han paralizado este viernes la actividad en Jerusalén. Unos 8.000 de los distintos cuerpos policiales se desplegaron en torno a la Ciudad Santa. Montando guardia, un policía era visible cada 30 metros en el recorrido de la caravana de autoridades hacia el cementerio nacional del monte Herzl. “Ha sido el mayor y más complejo dispositivo que jamás hemos puesto en marcha”, reconocía en portavoz de la policía israelí, Mickey Rosenfeld, que también confirmaba la detención “preventiva” en las horas anteriores de conocidos militantes de la ultraderecha israelí para evitar incidentes.
Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia se produjo cuando, con los restos de Peres ya bajo tierra, sus hijos recitaron el Kaddish, una de las oraciones judías más antiguas que habla de la grandeza de Dios. Tzvia Walden, hija del fallecido expresidente, prácticamente no dejó de llorar ni un momento.
Apenas con un hilo de voz, relató a los asistentes en su intervención que su padre era un hombre muy hogareño que la miraba “sorprendido” si le prestaba un libro y al día siguiente no lo había leído. Su hermano Yoni, también subió al estrado para mostrar el buen humor del que Peres hizo gala hasta sus últimos días. Así, contó cómo en una ocasión, cuando le preguntaron sobre el epitafio que le gustaría en su tumba contestó “soy demasiado joven para morir”.
Fue un joven de 93 años cuya última voluntad incluyó que el cantante David D´Or entonase en su funeral la plegaria “Avinu Malkeinu”. La mayoría de los asistentes lucían en la solapa un lazo en señal de luto. Fueron testigos de excepción, durante casi cuatro horas, de cómo la guardia de honor escoltaba el féretro, de cómo una familia rota de dolor se arropaba entre sí, o de cómo su hijo Chemi pedía disculpas porque el fuerte viento que soplaba en Jerusalén apenas le dejaba leer su discurso.
Obama, tocado con la kipá
Obama acudió a la ceremonia tocado con la kipá (capelo) judía, un gesto de respeto que fue compartido por el expresidente Bill Clinton, quien también se fundió en un eterno abrazo con la hija del fallecido de otro de los padres de la nación, Isaac Rabin.
Entre los asistentes figuraban, entre otros, el príncipe Carlos de Inglaterra; el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, los ex primeros ministros británicos Tony Blair y David Cameron, el expresidente francés Nicolas Sarkozy, así como un sinfín de representantes de diferentes confesiones religiosas con presencia en Tierra Santa.
La anécdota de la jornada la protagonizó Majed Faraj, el jefe de los servicios de inteligencia palestinos, que no pudo llegar a la ceremonia en Jerusalén porque sufrió un accidente de tráfico en el que resultó herido y tuvo que ser evacuado a un hospital de Ramala.
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