sábado, 1 de abril de 2017

LOS VALORES SIMBÓLICOS  DE PESAJ-MILIM CULTURAL
Los días previos a la festividad están llenos de un sentimiento de expectación, tareas y preparativos relacionados con la fiesta. Es una celebración familiar cargada de sentido judío, donde se unen a las prácticas que cada familia acostumbra observar según el grado de religiosidad o tradición en que transcurre su vida, los modos y costumbres que le han sido trasmitidos y que ha decidido mantener.
Todo es importante en Pesaj porque esta celebración, cargada de innumerables sentidos y metáforas, es la que ha contribuido con mayor fuerza a la construcción de la identidad judía, en una pedagogía familiar y doméstica que no ha dejado fuera ninguno de los componentes que integran la memoria afectiva y emocional que relacionan a cada individuo con la historia de su pueblo y de la familia. 
Desde los preparativos previos a la mesa donde será celebrado el Séder, en una casa donde las viejas costumbres hogareñas establecían que hasta la morada más humilde relucía con sus mejores galas, después de un esfuerzo de muchos días para todo estuviera muy limpio y reluciente. En la mesa, un el altar doméstico,  se servirían los manares tradicionales según el lugar de procedencia de la familia. En ella se sentarán los comensales como los reyes de su propio reino para asistir a la lectura del Séder (orden) para leer, escuchar y recordar la vieja historia, que según la tradición, el abuelo o el padre contará a los más pequeños para que nunca olviden, para que siempre recuerden y sepan donde y cuando comenzó su historia.
La mesa debe estar ornamentada  con los elementos simbólicos de Pesaj, de los cuales un elemento fundamental es la Keará, una bandeja donde se hallan un huevo duro, las hierbas amargas, el jaroset, un hueso asado, y el Jrein, para recordar la amargura de la esclavitud. También se colocán tres matzot, cubiertas con un paño, que representan al Pueblo de Israel, los cohanim y los levitas. Los elementos y la forma en que se usan dependen del origen de los judíos dueños de casa. Cada uno de ellos integra el relato de la historia, entre las lecturas de la Hagadá, las canciones, los brindis, las preguntas, los juegos y la comida se entreteje, como se ha venido haciendo por generaciones, una identidad cuya fortaleza contribuyó a construir esta festividad, que proviene desde los tiempos más remotos, previos incluso a la existencia del monoteísmo.
  Su observancia contiene las huellas y marcas de los lugares por donde la diáspora judía transcurrió su existencia, en el habla, en las comidas, en la entonación de los cánticos  y en los modos de la celebración.  Cada una de ellas es importante y representativa de un judaísmo que como rasgo más definitorio  diríamos que es una unidad de diversidades donde nadie debería reivindicarse como hegemónico o dominante. Hay relatos interesantes o conmovedores de importantes escritores sobre el valor de esta festividad, uno de ellos es el de Elías Canetti, donde describe los recuerdos de su infancia; o el de Enrique Heine, en un cuento sobre un Seder de Pesaj. Seguramente  si investigáramos  cuidadosamente hallaríamos numerosos escritos y relatos sobre este tema.
Sin embargo para nosotros loa herencia y la lección más importante que hemos recibido con esta tradición, es la narración única y diferente en la historia de las religiones y los mitos, donde un pueblo de la antigüedad, en que la esclavitud era un estado común y habitual, decide obtener su libertad pagando el duro precio que se exige por ella. Es muy interesante observar que a la idea de la libertad, los hebreos unieron la convicción de la necesidad de existencia de la Ley, la certeza de que el orden y la justicia eran fundamentales para la existencia de la nueva sociedad, el nuevo Pueblo que estaban constituyendo. El mandato divino revistió a la Ley, a la Torá de un sentido de sacralidad que le dio fortaleza y la valentía para resistir los avatares y desventuras que signaron el destino judío y le permitieron llegar a este tiempo donde desarrollamos nuestra existencia.
La historia de Pesaj es singular, es diferente, tanto como la idiosincrasia y carácter de la religión judaica y estas características son definitorias del judaísmo en general, y en particular de aquel que se siente secular, que no adhiere a las prácticas religiosas, pero que  no puede negar que ha sido receptor del legado existente en la Torá, en el Tanaj y las fuentes talmúdicas. 
La existencia del Talmud, las discusiones y los debates religiosos, las interpretaciones y la apelación permanente a la justicia han hecho de los judíos un pueblo con una tradición ajena al dogmatismo, con afinidad muy fuerte en la defensa de las causas justas, con capacidad análisis y un profundo sentido crítico, sobre temas propios y ajenos, cuando se recorre la historia sobre los problemas de los dos últimos siglos de historia, la presencia judía es insoslayable.  
Para quienes ignoren algunos rasgos distintivos de esta festividad les contamos que es obligación invitar o ayudar a familias pobres para que puedan participara de esta festividad sin sentirse excluidos. Uno de los primeros cánticos del Seder  llama al que tenga hambre que venga y coma.Y otro de los mandatos fundamentales es recordar que fuimos esclavos  y extranjeros en Egipto, para ponernos en su lugar, comprenderlos y ayudarlos. Unahermosa festividad que convoca a la solidaridad y la comprensión con el otro. Fundamentalmente de eso se trata Pesaj, la fiesta de la Libertad.

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