ISRAEL NO BUSCA SIMPATIA. QUIERE LOS MISMOS DERECHOS QUE CUALQUIER OTRA NACION.
Los críticos no se preguntan qué haría cualquier otro país si sus civiles fueran masacrados. Simplemente esperan que Israel aguante los golpes.
Por Leslie Roberts
Julio 22, 2025
Dejemos de fingir que el Medio Oriente es complicado. Israel quiere vivir. Sus enemigos quieren que desaparezca.
Eso ha sido así desde 1948, y todavía es así. Cada vez que Israel se defiende, la gente se apresura a condenarla. Cada vez que lucha para existir, los críticos exigen que se explique. Pero pregúntense honestamente: ¿qué harían ustedes si sus vecinos quisieran incendiar su casa?
Desde el día uno Israel ha estado luchando por la supervivencia. El día en que declaró la independencia, cinco ejércitos árabes atacaron, no por fronteras o por política, sino porque no podían aceptar un estado judío. Israel ganó, apenas. Luego llegó 1967, la Guerra de los Seis Días. Rodeada y amenazada con la aniquilación, Israel atacó primero. Ganó nuevamente, luego ofreció tierra a cambio de paz. El mundo árabe respondió: "No a la paz, no al reconocimiento, no a las negociaciones."
Y la última fue tan brutal y salvaje, y aún así, al cabo de horas, el mundo se volvió nuevamente contra Israel.
El 7 de octubre del 2023, Hamas cruzó dentro de Israel y llevó a cabo una de las peores masacres de judíos desde el Holocausto. Asesinaron bebés, quemaron familias vivas, y tomaron rehenes. No fue resistencia. Fue odio, deliberado e implacable. Y todavía, cuando Israel contraataca, el mundo le dice que sea mesurada, que muestre restricción. Intenten la diplomacia, dicen ellos, con gente que quiere matarlos. Cuando Israel respondió al disparo de cohetes desde Gaza en el 2014, fue acusada de usar fuerza desproporcionada. Cuando atacó a Hezbola en Líbano en el 2006, enfrentó protsetas globales.
Incluso después de la masacre del 7 de octubre, cuando atacó los bastiones de Hamas, los líderes mundiales se apresuraron a demandar ceses del fuego—no justicia. Los críticos levantan sus voces muy rápidamente y en voz alta, condenando toda respuesta israelí como si fuera agresión, no defensa. Los paneles de la ONU, grupos de derechos humanos, políticos y celebridades se alinean para juzgar a Israel de acuerdo a una norma diferente. Ellos sólo esperan que Israel aguante los golpes y se disculpe por sobrevivir.
¿Por qué las reglas son diferentes? Israel no sólo necesita armas e inteligencia, necesita personas en todo el mundo que digan la verdad claramente: Israel está haciendo lo que cualquier nación haría estando bajo ataque. Y si el mundo no lo dirá, entonces nosotros debemos hacerlo.
Porque el doble rasero no sólo es injusto, es peligroso. Aísla a los judíos. Alimenta el odio. Dice a un público global que el sufrimiento judío es negociable, y que la defensa propia judía es en cierta forma inaceptable.
Los judíos en todo el mundo están sintiendo las consecuencias. No porque son israelíes, sino porque son judíos.
Los crímenes de odio están aumentando a lo largo de Canadá. En el año 2023, los crímenes de odio informados por la policía y motivados por la religión saltaron el 67% a 1,284 incidentes, con 900 atacando a judíos—un aumento del 71% interanual.
Desde el 7 de octubre, han sido vandalizadas sinagogas, incluso en Montreal, donde una fue profanada con consignas nazis durante protestas. Las escuelas judías han recibido amenazas, a una en Montreal le fueron arrojadas bombas incendiarias. La gente ha sido acosada por manifestantes pro-palestinos en vecindarios de mayoría judía en Toronto. Han sido boicoteados negocios judíos, incluida una cafetería propiedad de un judío en Toronto. Y ahora, ha llegado a esto: muchas familias judías están silenciosamente quitando sus mezuzahs, los pequeños rolllos de rezos que son colocados tradicionalmente en los marcos de las puertas, para que sus casas ya no revelen más que adentro vive una familia judía.
Y todavía las autoridades no logran hacer mucho por prevenirlo o descubrir quién es responsable.
"Dejen que la gente exprese sus opiniones," dicen. Pero esto no tiene que ver con opiniones. Tiene que ver con miedo. Tiene que ver conque a los judíos se les dice que oculten quienes son, permanezcan callados, y acepten que, una vez más, están siendo culpados por una guerra que ellos no iniciaron.
Pregunten a cualquier judío. Ellos conocen bien la diferencia entre protesta y persecución. Saben lo que significa ser los blancos originales de los crímenes de odio. Reconocen esto como lo que es—el mismo odio antiguo, llevando una nueva máscara.
Y aquí está el giro. Mientras todo esto se despliega, Israel es liderada por un hombre al que la mayoría de los israelíes ni siquiera quieren. Benjamin Netanyahu es profundamente impopular. Antes del 7 de octubre, él ya estaba enfrentando protestas generalizadas por su intento de debilitar al poder judicial, mientras estaba siendo juzgado por corrupción, soborno y quiebre de la confianza. Muchos lo culpan por dividir al país, por manejar mal la seguridad, y por permitir que suceda el ataque del 7 de octubre, en primer lugar. Los israelíes protestan contra él en las calles. Quieren que se vaya. Pero ahora mismo, no tienen opción. El es el que está a cargo, y hasta que termine la guerra, ellos están dependiendo de él para que lidere, proteja y gane.
Esto ya no tiene más que ver con política. Tiene que ver con la existencia.
La fuerza de Israel, el tipo que la mantiene en pie cuando el mundo le da la espalda, no surgió de la nada. El pueblo judío ha tenido que aprender a sobrevivir en todo tipo de oscuridad, a reconstruir sobre las cenizas, y a volverse más fuerte que los que trataron de destruirlos. Esa fuerza no es agresión. Es resiliencia. Es experiencia. Y es lo que mantiene a Israel viva hoy.
Y en la guerra, tristemente, son inevitables las víctimas inocentes. Nadie quiere eso, excepto los enemigos de Israel, algunos de quienes están dispuestos a sacrificar a su propio pueblo.
Hamas ha mostrado repetidamente que prioriza sus propios objetivos militares por sobre la seguridad de los civiles, utilizando a menudo a la gente como escudos. Israel descubrió túneles debajo de hospitales y escuelas—incluido uno debajo del Hospital Europeo en Khan Younis, vinculado al complejo del principal comandante de Hamas, Mohammed Sinwar. El grupo ha almacenado armas en espacios civiles e incluso posicionó mujeres y niños en las líneas del frente para disuadir los ataques. Esto no es daño colateral, es deliberado. Los rehenes que están siendo retenidos en áreas residenciales bulliciosas, destacan más cómo Hamas explota a los civiles para enmascarar sus operaciones.
Entonces, pregúntense una vez más: si sus vecinos estuvieran tratando de incendiar las casas de ustedes, ¿darían ustedes un paso atrás y razonarían con ellos mientras el fuego se expande? ¿O harían ustedes lo que haría cualquiera—proteger sus casas, sus familias, su futuro?
Israel no está pidiendo simpatía. Está pidiendo el mismo derecho que toda nación demanda, el derecho de defenderse, y el derecho de vivir.
Nosotros hemos visto lo que sucede a los judíos cuando el mundo da un paso atrás. No cometamos ese error nuevamente.
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