Día Internacional de Conmemoración.MILIM CULTURAL |
Hemos elegido este artículo escrito con motivo del 70 aniversario de la Liberación de Auschwitz por su contenido, que nos pareció muy valioso y porque nos permite una reflexión sobre todo lo que ha sucedido en el mundo en estos dos años que transcurrieron, y porque el clima existente recuerda los años del nacimiento del fascismo y el nazismo.
Toye había regresado, como lo hicieron los otros trecientos sobrevivientes, pero este no era el planeta Auschwitz que recordaban. El Auschwitz de sus recuerdos era un lugar donde se trastocaron todas las reglas de la vida normal, donde se invirtieron las leyes morales de la gravedad, donde el bien se consideró el mal y el mal fue considerado bueno. Incluso se escribe sobre "el Universo de Auschwitz".
Ese lugar era frío y desolado, el verdadero sonido de la palabra -Auschwitz - parecía contener una amarga escarcha. Era una terminal en todos los sentidos, el destino final de una extenso ferrocarril y el lugar donde más un 1.100.000 personas, un millón de ellos judíos, fueron llevados para ser asesinados. Y, en ese momento, esta vasta fábrica de la muerte fue ignorada por el mundo.
Las grandes potencias sabían de su existencia, pero no hicieron nada para detener su producción diaria de muertos. Aviones estadounidenses y británicos sobrevolaban el cielo. Pero ellos no lanzaron las bombas que podían haber destruido los hornos crematorios que hora tras hora, convertían vidas humanas en humo y cenizas.
La Auschwitz que dio la bienvenida a los que regresaron para la ceremonia internacional de la conmemoración del 70 aniversario de la liberación del campo era completamente diferente. Los sobrevivientes fueron conducidos a una carpa climatizada, donde les dieron mantas para cubrirse y les trajeron té cuando tenían sed.
La infame "puerta de la muerte", ahora inscripta en la imaginación occidental como un símbolo del punto final de la civilización, fue guardado en forma segura dentro de la tienda, bellamente iluminada. Enmarcada así, separada del cielo sombrío, perdía su poder para aterrorizar. Ahora se requería un gran esfuerzo de la imaginación para evocar el ritual de la "selección" que tuvo lugar cerca de ese lugar, donde un simple gesto de un dedo nazi podía enviar a los recién llegados a la izquierda o a la derecha, ya sea para trabajar como esclavos o a la muerte rápida en las cámaras de gas.
Hubo música de cámara, pero ahora se trataba de un conjunto de ejecutantes profesionales en lugar de la orquesta del campo, formado por músicos forzados a tocar para salvar sus vidas. Había recordatorios asociados a los uniformes de los prisioneros de Auschwitz, pero ahora podían ser vistos en el estampado de los pañuelos usados por muchos sobrevivientes, tal vez como un gesto de desafío. Y esta vez, aquellas naciones que ignoraron los ruegos de los condenados hace 70 años prestaron mucha atención. Reyes, reinas, presidentes y primeros ministros escucharon y aplaudieron el testimonio de los que habían regresado. De los políticos, sólo se le permitió hablar al líder polaco. François Hollande y el presidente alemán, Joachim Gauck, eran VIPs, pero se consideraron menos importantes que los tres testigos mayores que tomaron el podio para contar sus historias e instar a la próxima generación a recordar.
Y fue aquí, en este grupo, donde fue visible el cambio más grande que había tenido lugar. Ellos son viejos ahora. Sin embargo, casi todos los sobrevivientes vivos en 2015 eran adolescentes o niños en Auschwitz. Volvieron con los recuerdos de la infancia. Era insoportable oírlos a la mayoría de ellos. Como el del niño de 12 años de edad, cuyo trabajo en Auschwitz fue recibir a los camiones de ganado cuando llegaban, sacar los cadáveres de los que habían muerto en el viaje y quitarles la ropa. "Fue un buen trabajo", recuerda Daniel Janoj ahora. "A veces podías encontrar un sándwich en uno de los bolsillos”
A la inevitable pregunta de cómo había sobrevivido contó que bebiendo nieve o comiendo caracoles pegados en los postes de las cercas o malezas bajo los pies. Janoj dice que sólo había dos líneas rojas que no podían ser cruzadas: nunca quitarle pan a un prisionero y nunca comer carne humana.
Él dijo esto de un modo casual, pero no fue el único. . . El viaje de Cracovia a Auschwitz en un bus provisto especialmente para los sobrevivientes por el Congreso Judío Mundial fue una revelación. No fue especialmente sombrío o contemplativo. Por el contrario, la conversación fue brillante y constante. Y había un peculiar estilo de humor patibulario específico del Holocausto. Cuando dijeron que era necesario apurarse para subirse al bus, uno de ellos dijo “Schnell!” al modo como lo hacían los verdugos de las SS. Otro comparó las colas con la “selección”. Cuando vieron a los guardias armados con los perros alsacianos que rodeaban al perímetro de Auschwitz – las medidas de seguridad eran muy severas. Uno bromeó “Ah, parece que los perros sobrevivieron”
Solo uno de ellos no podía reírse. Y no era porque las privaciones y los horrores que había visto lo habían endurecido. En los terribles dolores que había padecido en su infancia estaba la pérdida de sus padres. El tema de la memoria para el londinense Renee Salt no es el recuerdo de Auschwitz en sí mismo. De hecho, ha vuelto a menudo:” Es una especie de satisfacción porque he sobrevivido. Puedo venir aquí y salir caminando como una persona libre.”
Lo que lo hace llorar son los últimos momentos vividos con su padre y la muerte de su madre doce días después de su liberación. Salt puede tener 80 años, pero lo que puede verse en sus os ojos llorosos es al niño de 14 años que en ese momento se convirtió en un huérfano. En un extraño truco jugado por el tiempo, los hombres y mujeres que encarnan el Holocausto ahora, algunos erguidos, otros en sillas de ruedas, son los niños de la Shoá.
Este fue el tono de la ceremonia oficial también, con una serie de discursos que enfatizan el costo humano y las lecciones que se pueden aprender. Una sobreviviente, Halina Birenbaum se identificó con el número tatuado en su brazo 48693- ella describió “los alambrados de púas, las barracas de madera, las caras grises, las piernas como estacas, los harapos piojosos” pero lo que le había quedado era su miedo a que “tal vez un día me quemaría en ese crematorio y nunca experimentaría el beso de amor verdadero que había soñado a los 14 años”. Ella recordó que los asesinatos en Auschwitz habían durado años con toda impunidad frente a los ojos del mundo “Si esto sucedió, todo el horror sigue siendo posible”
La política también intervino. El presidente polaco, Bronislaw Komorowski, hizo hincapié en que las tropas soviéticas que liberaron el campo primero venían, de hecho, de Ucrania. En un discurso sin concesiones, el presidente del Congreso Judío Mundial, Ronald Lauder, se centró en la persistencia del antisemitismo en Europa, el temor despertado por los homicidios de ese mes y ese año en París. "Se parece más al 1933 que al 2015", dijo. Pero ellos eran los personajes secundarios.
Las personas que importaban eran los sobrevivientes, se reunieron para lo que tal vez fuera la última vez. Algunos querían hablar, algunos no lo hicieron. Algunos estaban llenos de mensajes para el futuro, otros de tristeza y pesimismo. Algunos fueron solemnes durante las oraciones religiosas, otros expresaron su impaciencia con los rabinos. Algunos creían que había una razón por la que sobrevivieron, otros insistían en que era al azar. En otras palabras, eran todos diferentes. No eran miembros de ningún grupo monolítico, sino de la raza humana infinitamente variada.
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martes, 31 de enero de 2017
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