LA HISTORIA JUDIA ES EL ANTIDOTO PARA EL ANTISEMITISMO
El National Endowment for the Humanities (Fondo Nacional para las Humanidades) ha dado al Tikvah Fund el regalo más grande en la historia del NEH.
Por Eric Cohen
Septiembre 23, 2025
‘Los israelitas descansando tras el Cruce del Mar Rojo’ por Christoffer Wilhelm Eckersberg, 1815/ Foto: Heritage Art/Heritage Images via Getty Images
Los tumultos políticos y culturales de hoy traen a la mente las palabras del gran intelectual judío Milton Himmelfarb en 1967. En el período posterior inmediato a la Guerra de los Seis Días—cuando el pueblo judío reclamó la ciudad antigua de Jerusalén por primera vez en siglos—él bromeó: “El número de judíos en el mundo es más pequeño que un error estadístico chico en el censo chino. Sin embargo seguimos siendo más grandes que nuestros números. Grandes cosas parecen suceder alrededor nuestro y a nosotros.”
Entonces es hoy. En respuesta a la lucha actual por el alma occidental, la semana pasada el Fondo Nacional para las Humanidades (NEH) otorgó a Tikvah, el centro educativo del cual soy Director, el regalo más grande en la historia del NEH. El propósito: responder a la ideología perversa del antisemitismo con el estudio serio de la civilización judía.
Como en 1967, grandes cosas están sucediendo al pueblo judío y alrededor de él. Los ataques contra estudiantes universitarios judíos provocaron un debate nacional más grande acerca de la radicalización de las humanidades y el ánimo antiestadounidense que han corrompido tantas universidades. La confrontación entre Israel y sus enemigos ha forzado a las naciones democráticas del mundo a reconocer—o negar con presunción—los verdaderos costos de defender a la civilización contra la barbarie. Voces fuertes de la izquierda dominante y la derecha radical se han vuelto cada vez más obsesionadas con los judíos e Israel, mientras buscan un objetivo unificador para sus agravios culturales y teorías locas de la historia.
Los judíos son un termómetro para la condición moral del mundo occidental y la salud de nuestras instituciones cívicas. Mientras que muchos estadounidenses han asumido hace largo tiempo que Estados Unidos, a diferencia de Europa, es en gran medida inmune al poder destructivo del antisemitismo, nosotros ya no deberíamos dar más por hecho el espíritu hebraico de Estados Unidos de América. Deberíamos reavivarlo y apoyarlo nuevamente.
Tikvah se propone hacer exactamente eso, con la ayuda del NEH. El regalo del fondo es una declaración fuerte sobre la fe de Estados Unidos de América en el pueblo judío y sobre la obligación judía de servir al y fortalecer el proyecto estadounidense.
Nuestra nueva iniciativa se centrará en tres premisas. Primera, que el estudio de las ideas judías puede ayudar a salvar a las humanidades de los peligros de la trivialidad, el nihilismo y la hostilidad auto-destructiva hacia la tradición occidental. Los textos judíos clásicos se enfocan en las verdades perdurables de la condición humana: que somos seres morales que debemos vivir en concordancia con un código ético trascendente; que somos seres mortales, que debemos enfrentar el misterio de la muerte con la afirmación de la vida y la responsabilidad de la memoria; que somos seres sagrados, cuyas vidas tienen significado y propósito porque somos creados en la imagen de Dios; y que somos seres esperanzados, capaces de preservar la fe en un futuro redentor aun en los tiempos más oscuros—incluso a través de la esclavitud, el exilio y la casi aniquilación.
Segunda, que las ideas judías son centrales para el carácter estadounidense. Observen un mapa del Estados Unidos colonial y verán que los nombres de muchas ciudades fueron tomados de la Israel bíblica. Lean la famosa carta de Washington a los hebreos de Newport, R.I., sobre el significado de la libertad religiosa. Estudien los discursos de Lincoln sobre el significado bíblico de la Guerra Civil como el precio de redimir el pecado original de nuestra nación y su descripción de Estados Unidos de América como “un pueblo casi elegido.” El espíritu hebraico es central para el espíritu estadounidense: como una ciudad sobre una colina, una luz sobre las naciones, una tierra de esperanza en la alianza. No debería sorprender que las palabras de la biblia hebrea estén grabadas sobre la Campana de la Libertad, o que las palabras de la joven poetisa judía Emma Lazarus marquen para siempre la Estatua de la Libertad.
Tercera, que la celebración de la civilización judía es la única respuesta perdurable a la amenaza creciente del antisemitismo y anti sionismo. El antisemitismo no es simplemente un prejuicio social contra los judíos o una falta general de tolerancia por personas que son diferentes. Los más apasionados aborrecedores de judíos apuntan a los judíos por lo que defendemos: la moralidad bíblica, la fe en la meritocracia estadounidense, profundos apegos nacionales arraigados en la historia, y el realismo militar frente a enemigos que buscan nuestra aniquilación.
Una de las lecciones de la experiencia judía es que la renovación, redención y renacimiento llegan después de los períodos más sombríos. Piensen en el pacto con Noé tras la inundación, el llamado a Abraham tras la fallida Torre de Babel, el liderazgo de Moisés tras siglos de esclavitud en Egipto, en los triunfos de Josué tras 40 años de vagar dolorosamente en el desierto, y en el surgimiento de la moderna Israel tras el Holocausto.
Durante demasiado tiempo, el esfuerzo por combatir al antisemitismo ha estado obsesionado con la educación en Holocausto separada de cualquier entendimiento pleno de la civilización judía. Los defensores bien intencionados de este enfoque han creído durante mucho tiempo que un recuerdo de los judíos muertos despertaría un aprecio por la necesidad de respetar a todas las personas. El énfasis ha estado en ayudar a los no judíos a entender que los judíos son "simplemente como ellos.” Pero los judíos no son un pueblo normal. Nuestra misma persistencia a través de la historia—aun cuando civilizaciones mucho más poderosas, prósperas y abundantes han desaparecido—es una señal del carácter excepcional judío.
El sabio estadounidense Mark Twain entendió esto: “Los egipcios, los babilonios, y los persas surgieron, llenaron el planeta con sonido y esplendor, luego se desvanecieron en materia de sueños y desaparecieron; los griegos y los romanos siguieron, e hicieron mucho ruido, y se han ido; otros pueblos han brotado y sostuvieron su antorcha por un tiempo, pero se extinguió, y ellos están en el crepúsculo ahora, o han desaparecido. . . . Todas las cosas son mortales, pero el judío; todas las otras fuerzas pasan, pero él permanece. ¿Cuál es el secreto de su inmortalidad?”
Junto a Israel, Estados Unidos de América es la nación hebraica más grande en la historia del mundo. Tal vez invirtiendo tan fuertemente en el estudio de la civilización judía, Estados Unidos descubrirá los secretos de garantizar nuestro propio florecimiento nacional por los milenios por venir.
El Sr. Cohen es presidente y Director de Tikvah.
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