lunes, 29 de septiembre de 2025

DEL WSJ

 LA COSTOSA HISTORIA DE LA PAZ

Las quejas europeas acerca de Israel ignoran el propio pasado sangriento del Continente.

Por Walter Russell Mead
Septiembre 24, 2025


La guerra brutal de Israel contra Hamas es el calvario más grande para israelíes y palestinos por igual en más de 100 año de lucha entre el movimiento sionista y sus opositores. Desde las escenas de la barbarie que los terroristas de Hamas publicaron alegremente en la web en octubre del 2023 a las imágenes de terror en Gaza de hoy a medida que avanza la contraofensiva israelí, la guerra ha transmitido retratos de sufrimiento humano al mundo. Propagandistas en todos los lados han buscado utilizar las emociones que despiertan el conflicto y el sufrimiento para dar forma a las realidades políticas en Gaza, Israel y en todo el mundo.
Si los israelíes están ganando las batallas en el terreno, los palestinos han sido más exitosos globalmente en la guerra por los corazones  y las mentes. Los anuncios que países occidentales y aliados claves estadounidenses, incluidos Gran Bretaña, Francia, Australia y Canadá están reconociendo un estado palestino, demuestran el efecto de la guerra sobre la opinión pública en esos países. En Estados Unidos, a guerra ha contribuido al alienamiento creciente de Israel entre los demócratas. También está avivando olas de antisemitismo espantoso a lo largo de la izquierda y la extrema derecha.
Los amigos de Israel argumentan que la indignación global es infundada. Hamas fue el agresor y puede detener la guerra en cualquier momento liberando a los rehenes y renunciando a su control restante en Gaza. Además, la indignación contra Israel, avivada por una maquinaria de propaganda ingeniosa y totalmente deshonesta que a menudo mezcla noticias falsas e informes sesgados para exagerar e inventar historias de crueldad israelí, se beneficia de un doble rasero global. Las atrocidades y horrores de la guerra civil sudanesa empequeñecen cualquier cosa que esté sucediendo en Gaza, y el mundo bosteza.
Uno no tiene que ser un intolerante aborrecedor de judíos para oponerse a la guerra de Israel en Gaza, o para apoyar un cese del fuego aun si éste deja a Hamas en su lugar. Entristecerse por el sufrimiento humano en Gaza no es ni inmoral ni antisemita. Y hay fuertes argumentos políticos y prudenciales contra el curso de acción que ha seguido el gobierno israelí allí sobre el cual personas razonables pueden discrepar y de hecho discrepan.
Pero los líderes occidentales que alardean su auto percibida pureza moral mientras condenan a Israel olvidan las bases sobre las cuales ellos se sostienen. El orden occidental liberal y basado en normas de hoy, es producto de una historia mucho más sangrienta que cualquier cosa que los israelíes hayan hecho o incluso pudieran hacer en Gaza.
El orden mundial liberal cuyos frutos han gozado los europeos modernos por tanto tiempo está basado en la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. Los aliados, como los israelíes, no fueron los agresores en esa guerra, pero en sus esfuerzos por extirpar las lacras del nihilismo nazi y del militarismo japonés, ellos asesinaron a tantos como tres millones de civiles alemanes y a otro millón de civiles japoneses. Ellos crearon una condición de indigencia masiva, destruyeron algunos de los monumentos culturales y religiosos más grandes del mundo, interrumpieron los servicios médicos y educativos, y sometieron a millones a limpieza étnica en una escala sin precedentes.
Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill y el líder laborista británico Clement Attlee se burlaron ante las sugerencias que los aliados proporcionen ayuda humanitaria a los civiles enemigos mientras continuaba la guerra. Como recordó la Oficina del Exterior británica a Lord Lothian, su embajador ante Estados Unidos, “los suministros admitidos en los territorios ocupados o caen en manos enemigas o liberan otros suministros para el enemigo."
Los que critican a Israel por demandar el retorno de todos los rehenes como el precio de un cese del fuego olvidan que las demandas aliadas de rendición incondicional tuvieron consecuencias mucho más sangrientas en la Segunda Guerra Mundial. Esas demandas fueron emitidas en el conocimiento pleno que probablemente prolongarían la guerra e incrementarían el sufrimiento de los civiles. Pero Franklin D. Roosevelt pensaba que esto podía ser una característica en lugar de un defecto. Los alemanes, en su opinión, habían estado dispuestos a aventurarse a otra guerra mundial porque la primera había terminado sin algún combate serio dentro de Alemania misma. La paz real podría llegar sólo si los alemanes y los japoneses tenían el espíritu de resistancia expulsado de ellos a golpes.
En cuanto a la limpieza étnica, más de 11 millones de alemanes fueron obligados a salir de sus casas de largo tiempo en Polonia y Checoslovaquia tras el silencio de las armas, a menudo en invierno en medio de escasez terrible de alimento, medicinas y agua potable.
“La guerra es crueldad,” escribió el Gen. William Tecumseh Sherman al alcalde de Atlanta, mientras se preparaba para devastar la ciudad caída, “y no puedes refinarla; y los que trajeron guerra dentro de nuestro país merecen todas las maldiciones y maldiciones que un pueblo pueda proferir.”
Eso fue cierto en 1864. Fue todavía cierto en 1945, y sigue siendo así hoy. Israel enfrenta opciones genuinamente infernales en Gaza. Pero los líderes occidentales que insisten en que las acciones de Israel son históricamente sin precedentes y moralmente injustificables revelan una ignorancia de la historia y falta de seriedad de propósito que plantean preguntas fundamentales sobre su ideoneidad para los cargos que detentan.
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