jueves, 21 de febrero de 2008

Un espacio para aprender y hacer amigos

La asociación Ory busca crear un lugar para la socialización de personas con discapacidad mental

Un lugar donde conocerse, donde hacer nuevos amigos y no perder las cosas que ya se saben y, al mismo tiempo, donde aprender otras nuevas.

Quienes trabajan con personas con discapacidad mental saben que la socialización y la interacción son fundamentales. Relacionarse con sus pares y con el mundo exterior es una terapia que pocos tratamientos tienen en cuenta.

Por eso, el Centro de Día para Discapacitados leves y moderados, de la asociación civil Ory, es un espacio fundamental en la vida de cerca de 35 jóvenes y adultos con discapacidad mental. Tienen entre 21 y 63 años y padecen distintas patologías mentales y algunos trastornos psiquiátricos compensados. La entidad trabaja desde hace 21 años y su nombre, en hebreo, significa "mi luz".

Aunque es simple, no deja de ser trascendente: "Este es un lugar de contención, de afecto, donde se encuentran con sus pares. Alentamos sus logros y cuando ven lo que son capaces de producir, es increíble cómo aumenta su autoestima. Los ayudamos a no pensarse desde la limitación, y aunque es un trabajo arduo, es muy gratificante ver cómo progresan", afirma la coordinadora general del centro, la psicóloga Patricia Rubin.

Los jóvenes asisten de lunes a viernes, de 9 a 17, y los sábados, de 17 a 20, a la sede de Ory, en Paternal. Desayunan, almuerzan y meriendan, tienen talleres y actividades, todo con un eje común: la independencia y la autosuficiencia. "Se trabaja para que tengan ciertas responsabilidades, para que respeten los horarios; los formamos con compromiso y no descuidamos su independencia", cuenta Rubin.

Las opciones son variadas. Hay talleres de lectoescritura, inglés, computación, matemática, costura, educación física y educación para la salud. "No es una escuela, pero nos manejamos con talleres y hasta tenemos un cuaderno de comunicaciones para estar en contacto con las familias", explica la coordinadora. Según Rubin, los distintos espacios apuntan a enseñar cosas útiles para la vida cotidiana: "En el taller de matemática, por ejemplo, aprenden a manejar el dinero y a comprar en un supermercado".

Salir al mundo

No todo ocurre puertas adentro: las salidas recreativas son esperadas por todos. Paseos al aire libre, visitas a museos y recorridas por la ciudad son herramientas para que los jóvenes se relacionen naturalmente con "el afuera" y tengan un trato fluido con la sociedad.

Hay un tema donde los profesionales de Ory tratan de apuntalar a los que participan de la asociación: el tiempo libre. "Para ellos es muy importante encontrar qué hacer y poder organizarse. Si no tienen dónde ir se quedan encerrados, tirados en la cama, por eso proponemos salidas, que se encuentren aunque no tengan actividades acá en la sede -dice Rubin-. Todo el tiempo los motivamos para que salgan, para que se encuentren. Son muy compañeros y tienen muy en cuenta al otro, ése es un valor que incentivamos en ellos."

Hay dos características que los diferencian, según la presidenta de Ory, Patricia Strauchler: la calidez y la contención. "Al ser una organización que trabaja dentro de una comunidad, nos distingue la calidez humana dentro de un marco comunitario. Somos la contención de estas personas, y como otras instituciones que trabajan con personas con discapacidad apuntamos a las capacidades, que son muchas", afirma.

No todos los jóvenes tienen una buena contención familiar y muchos encuentran en Ory la familia que les falta. "Si hasta tenemos que pedirles turnos con el médico... Estamos en todos los planos, desde la contención de los que están deprimidos hasta cuidar que coman bien, que tomen la medicación, que no descuiden su higiene personal", comenta la psicóloga.

Por eso son un centro de contención comunitaria: más que de los integrantes de Ory se ocupan de toda su problemática familiar. Los que pueden pagan una colaboración, que se ajusta a cada bolsillo.

Hace unos meses pusieron la piedra fundamental del hogar Ierushalaim, que esperan inaugurar en julio próximo, en Balvanera.

"La idea es abrir una casa donde puedan vivir los que tienen más problemas familiares y que sea una solución para muchos que tienen padres mayores o están al cuidado de sus hermanos", explica Rubin.

"Después de 20 años de trabajo nos damos cuenta de que los papás van muriendo y otros familiares no pueden ocuparse de ellos como lo hacían sus padres, por eso queremos abrir un hogar donde albergarlos", cuenta la directora.

El partido Likud de Argentina les donó el edificio, y la Fundación Sara María Furman, de Bariloche, colaboró con las ganancias que consigue a través de la explotación el cerro Otto para hacer las reformas.

"Ellos nos permitieron cristalizar un sueño de 20 años que no hubiéramos podido lograr solos", agradece Strauchler.

Para sumarse al grupo como voluntario o para colaborar con diferentes artículos de librería, alimentos no perecederos o con la construcción del hogar, los lectores pueden comunicarse al 4583-9147 o grupoory@hotmail.com.

La intención, más allá de asegurarles el techo, la comida, la vestimenta y la medicación que necesitan, es que puedan seguir progresando en las nociones de autonomía que recibieron en la asociación. "Hacemos mucho hincapié en la sociabilización, la autonomía, y también los insertamos en la comunidad judía, aunque recibimos a jóvenes con otras creencias", señala la coordinadora.

Por Cynthia Palacios
De la Redacción de LA NACION

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