En respuesta a su artículo editorial del lunes 24 de julio, titulado “Violencia en Jerusalén”, nos vemos obligados a realizar puntualizar las incorrecciones y omisiones en dicho texto:
– El actual clima de violencia en Jerusalén se inicia con el atentado terrorista del pasado 14 de julio que acabó con la vida de dos policías israelíes drusos en el Monte del Tempo / Explanada de las Mezquitas. Los agentes fueron cobardemente asesinados en un ataque por tres palestinos que salieron armados de ese recinto sagrado.
– Las autoridades israelíes, siguiendo, adoptando el protocolo existente en lugares como La Meca, el Vaticano, o la propia Explanada del Muro en Jerusalén, establece medidas de seguridad elementales, como la instalación de detectores de metales. Dichas medidas son habituales en países occidentales y las sufrimos sin rechistar precisamente por el mismo motivo: la amenaza yihadista. Resulta evidente que el Gobierno israelí no tomó la decisión de instalar los detectores para alterar el statu quo o impedir rezar a los musulmanes, sino como una medida de protección que los propios musulmanes deberían haber aplaudido si estuvieran interesados en la lucha antiterrorista.
– Fueron los palestinos los que, no sólo no protestaron por la desacralización del Monte por asesinos yihadistas, sino que tomaron la decisión de no acceder al Monte del Templo hasta que no se retirasen los detectores, como protesta por su instalación. Una actitud similar en Londres, Paris, Madrid, Roma o Nueva York es impensable. Pero fueron los líderes palestinos y los funcionarios del Waqf (un fideicomiso religioso que gestiona el complejo del Monte) los que urgieron a los fieles musulmanes a no acceder al Monte y orar en las calles y plazas públicas en protesta por una medida tan lógica como común. Los fieles musulmanes prefieren rezar en las calles y las plazas antes que entrar al Monte a través de los detectores. Detectores por los que pasan los fieles de cualquier importante mezquita del mundo, por no decir cualquier usuario de aeropuerto o visitante de oficina gubernamental. Pero ahora los palestinos y el Waqf mienten al mundo y dicen que los israelíes niegan a los musulmanes el acceso a sus lugares sagrados.
– Cualquier musulmán puede ir a los lugares sagrados cristianos y judíos en Jerusalén, pero judíos y cristianos tienen el acceso al Monte del Templo muy restringido por el propio Wakf y, desde luego, desde hace tiempo se les obliga a pasar por detectores de metales para acceder a la Explanada, sin que ello haya ocasionado jamás una protesta por su parte ni lo hayan considerado una humillación.
– Ante la afirmación de que Israel debe literalmente su existencia a una resolución de la ONU que avaló “la partición de Palestina”, sorprende que eliminen un elemento clave de esa ecuación: que los líderes árabes rechazaron la creación de un estado palestino, prefiriendo proseguir el ataque permanente a la Paz y la perpetuación del conflicto.
– Todos y cada uno de los intentos de lograr una Paz justa, segura y duradera han sido sistemáticamente rechazados por los líderes palestinos, más preocupados en recabar cuantiosos fondos internacionales con los que mantener un régimen opaco, anti-democrático y colmado de corrupción. Con dichos fondos también se sufraga y glorifica la comisión de actos terroristas contra la población israelí.
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