lunes, 31 de julio de 2017

Revista de Prensa

Israel y la independencia del Kurdistán

 

Bandera del Estado independiente de los kurdos
Llamativo editorial del Jerusalem Post, que empieza cargando duramente contra el régimen turco y demandando al Gobierno israelí que no se ande con tantos miramientos con Ankara y acaba con un encendido elogio del pueblo kurdo y mostrando su total apoyo al referéndum independentista que se va a celebrar en septiembre en el Kurdistán… iraquí.
La narrativa kurda es llamativamente similar a la nuestra. Ambos pueblos son étnicamente únicos, tienen unas ricas culturas y defienden la democracia y los derechos humanos; y hasta 1948 ambos carecían de un Estado propio. Como judíos, y como sionistas defensores de Israel como Estado judío, estamos moralmente obligados a apoyar el derecho del pueblo kurdo a la autodeterminación.
Como los judíos, los kurdos han estado sujetos al dominio de otros durante miles de años. El Gobierno Regional del Kurdistán, entidad semiautónoma [que opera en] el norte de Irak, ha anunciado que celebrará un referéndum por la independencia el 25 de septiembre. Es de nuestra incumbencia apoyar su apuesta por la estadidad.
Igualmente llamativo es este otro editorial del influyente diario israelí en lengua inglesa, en el que se critica la manera en que las fuerzas de seguridad israelíes han tratado a numerosos periodistas durante la crisis del Monte del Templo.
Aunque nos hacemos cargo de las presiones bajo las que la Policía se ha visto forzada a operar luego de que dos de sus miembros fueran mortalmente tiroteados por terroristas el pasado día 14, nada justifica los ataques a periodistas que tratan de hacer su trabajo. La prensa libre es la savia de la democracia. Ahora que se ha restaurado una relativa calma, la Policía de Jerusalén debería hacer una suerte de examen de conciencia.
Hasta el momento, no se ha ofrecido una explicación coherente al trato que la Policía ha dado a los periodistas.
En Arutz Sheva, el analista Barry Shaw urge a las autoridades israelíes a cambiar radicalmente de estrategia y adoptar medidas contundentes que lleven a la victoria de su país en el conflicto que le enfrenta con los palestinos, en línea de lo que ha propuesto en estas mismas páginas el renombrado especialista en Oriente Medio Daniel Pipes.
Podemos pretender que Jerusalén es la capital indivisa del Estado judío, pero hay partes de Jerusalén donde [las autoridades municipales] temen poner el pie, lugares donde no hacen más que crecer el odio obsesivo a los judíos y el deseo de ver el fin de Israel. (…)
Hemos perdido no sólo nuestro coraje sino nuestra brújula moral. Estamos en una batalla por la supervivencia que sólo podemos ganar venciendo a quienes tratan de destruirnos (…)
El Gobierno israelí debe someterse a una serie terapia de realidad estratégica. Hemos puesto rumbo a nuestra propia destrucción. Ha llegado la hora de que pasemos a la ofensiva con coraje y compromiso. Ningún otro remedio resultará en la paz permanente.

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