martes, 9 de septiembre de 2008

¿MALENTENDIDOS DE TRADUCCIÓN? - 20/08/2008


Así comenzaba la crítica del libro La limpieza étnica de Palestina, por Illán Pappé, publicada en adncultura el 9 del corriente: “El historiador israelí Illán Pappé ha logrado ponerle un punto final a una de las polémicas más sensibles y persistentes de la historia moderna. La Limpieza étnica de Palestina, que hace referencia a hechos ocurridos entre 1947-49, cauteriza un tema del cual dependen desde hace más de sesenta años tanto la identidad palestina como la israelí. Para los primeros fue el ´Desastre´, la Nakba, un componente fundamental de representación nacional; para los segundos, la guerra de la independencia, con acontecimientos considerados casi como ´secretos de estado´ y hasta ahora silenciados y negados”. Como es sabido, Pappé pertenece a la camada de los llamados nuevos historiadores, quienes en la opinión de quién hizo la reseña de este libro, Andrés Criscaut, “han sabido analizar de una manera mucho más crítica y fundamentada” la historia del conflicto. Según el crítico, el texto de Pappé “combina rigor académico y claridad periodística”, “rebate los argumentos de que los árabes de Palestina huyeron por voluntad propia”, y “desarticula también el mito de que en 1948 un pequeño ejército israelí tuvo que enfrentar una aplastante coalición de ejércitos árabes”. En la visión de Criscaut, “Este libro puede ser valorado como una suerte de J´accuse del conflicto. Su aporte es clave…”.Quienes no estén lo suficientemente familiarizados con la ideología de Pappé -como seguramente será el caso de la vasta mayoría de los lectores argentinos de adncultura- no tendrán manera de saber que él es un profesor radical antiisraelí, ampliamente repudiado en Israel y en las comunidades judías de la diáspora. Su desprecio por el estado judío es de tal magnitud, que ha sido uno de los instigadores del boicot académico británico contra universidades israelíes; sistema educativo del que él mismo fue parte hasta hace poco como profesor de la Universidad de Haifa. Nada de esto podremos saber a partir de la crítica de Andrés Criscaut, cuyas palabras elogiosas cubren de legitimidad periodística a este autor extremista y a su nueva entrega pro-palestina. La referencia al J´accuse marca una nueva instancia de lo que ya es tendencia entre los antiisraelíes: emplear la historia judía contra los propios judíos. Así, hoy los israelíes son nazis, los palestinos David e Israel Goliat, y ahora Pappé el nuevo Zolá que expone la verdad.
Pocos meses atrás había llegado a la Argentina la versión castellana del libro Contra Israel, del investigador judío canadiense Yaakov Rabkin, que detalla la historia del antisionismo ortodoxo; el libro también fue positivamente reseñado. La obra de Noam Chomsky es regularmente traducida al español y también presentada con buenas luces en los medios, sin la más mínima referencia a su visión de judío auto-odiante. Él y sus camaradas radicales habitualmente son presentados como referentes de opinión por periodistas locales que rara vez brindan una perspectiva neutral que permita evaluar objetivamente la obra de estos escritores. Daniel Barenboim, otra figura mimada del periodismo argentino, es cotidianamente caracterizado como un moderado sensato, cuando en realidad él también es un extremista cuyo pacifismo consiste en abrazar acríticamente la narrativa palestina. Su socio para la paz era el igualmente amado Edward Said; opositor de Yasser Arafat por haber firmado un acuerdo de paz con Israel. En esta atmósfera, lo más centrado que podemos aspirar a leer en el campo de las traducciones foráneas referidas a este tema, es a Amos Oz, A.B.Yehoshua, Shimon Peres o a Shlomo Ben-Amí; todos ellos exponentes del sionismo de izquierda. En 1993 fueron publicados casi simultáneamente en idioma inglés los libros El Nuevo Medio Oriente de Shimon Peres y Un lugar entre las Naciones de Binyamín Netanyahu. Sólo uno de ellos fue traducido al español. Adivine cual.
Bienvenido el interés literario argentino en la historia y la actualidad del conflicto palestino-israelí. Lástima que la ecuanimidad editorial no esté presente entre muchos de los editores y reseñadores argentinos. Su falta de esfuerzo en alcanzar cierto equilibrio ideológico al seleccionar obras para publicación local es lamentable, en tanto priva al público lector de puntos de vista disímiles definitivamente necesarios para conformar un entendimiento desapasionado de este espinoso asunto. Dudo que esto se sustente en los gustos de los lectores, a los que presuntamente las editoriales deben amoldarse, puesto que casi nunca se les ha brindado la oportunidad de decidir por sí mismos al respecto. Más bien, esto pareciera reflejar las preferencias políticas de los mismos editores.
Ante este cuadro, no menos desafortunada es la ausencia de respuesta comunitaria. De la dirigencia rara vez oímos algún reclamo en este sentido que no sea un email privado enviado a un grupo reducido de amigos por algún dirigente indignado. Institucionalmente, nada. Asimismo, el nulo protagonismo en este campo de la Embajada de Israel es legendario. Incluso la inigualable ocasión que brinda año tras año la Feria del Libro es sistemáticamente desperdiciada sobre la base de que sólo deben promoverse libros “culturales”; es decir, no políticos. Otros stands realizan una lectura más flexible de lo cultural, y de esta forma podemos encontrar en dicha feria libros de nacionalistas árabes y escritores occidentales pro-palestinos. Por caso, durante la última exposición -a metros del stand israelí- se exhibió un libro (acompañado de un video) a propósito del “Muro” de seguridad con un sesgo muy marcado. Lo más vinculado a este tema que se podría encontrar en el stand de la Embajada de Israel sería un libro sobre tendencias vanguardistas en la fotografía telaviviense. Afortunadamente, pueden encontrarse libros más caritativos en el stand de la AMIA de manera regular. Me permito realizar esta crítica de espíritu constructivo, como alguien que cree haber hecho su aporte personal en esta área. La publicación en el año 2002 de mi libro Tierras por Paz, Tierras por Guerra, pretendió justamente servir de contrapunto a la avalancha de material anti-israelí que circulaba y aún circula en el mercado editorial argentino. El impacto que tuvo en las comunidades judías de aquí y de la región se debió en parte a su excepcionalidad: aún hoy sigue siendo uno de los pocos referentes en lengua hispana sobre el conflicto del Medio Oriente con un ángulo distinto del habitual. En esta coyuntura, seguirá siendo una rara avis literaria. Mientras se sostenga la mixtura compuesta por la parcialidad de algunos y la indiferencia de otros, mucho me temo que La limpieza étnica de Palestina de Illán Pappé no será lo último que veremos de autores antiisralíes publicado por estos pagos.Fuente Comunidades.Julian Schvindlerman

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