domingo, 31 de agosto de 2008

Periodismo en guerra: cuando la mentira es el silencio

Aunque las cifras no son definitivas, todo parece indicar que el número de víctimas civiles de la invasión rusa a Georgia, por lo menos duplicaría las de la guerra del Líbano en agosto de 2006. El poder de fuego y la clara intención de las autoridades moscovitas de destruir al régimen de Tiflis a como de lugar, fueron las únicas razones para que, en sólo cinco días, varios miles de personas resultaran muertas en los ataques que por tierra y aire llevó a cabo el Ejército ruso. Además, cientos de miles de personas quedaron sin hogares y la infraestructura básica (agua, luz, gas, hospitales) de Georgia fue de hecho destruida en forma sistemática. No obstante, y volviendo a la comparación del párrafo inicial, la prensa, especialmente la hispano y franco parlante, tan denunciante y progresista, no elevó su voz para advertir al mundo de las atrocidades que sucedían ante sus ojos. Tampoco se escuchó ningún clamor cuando soldados rusos dispararon a corta distancia contra periodistas en Gori. En el episodio murió un reportero holandés y quedaron heridos tres colegas de Georgia, Israel y Turquía. La prensa calló.Hace exactamente dos años, por mucho menos que eso, la acción defensiva de Israel -atacado desde Líbano por las milicias islámicas de Hezbolah- fue metódicamente estigmatizada por los reporteros, opinólogos y analistas de los medios europeos, quienes en no pocas ocasiones – como se supo posteriormente- no dudaron en tergiversar los hechos para transmitir la noticia que su público esperaba: la del soldado judío malvado asesinando a sangre fría a los milicianos palestinos inocentes.Esta vez, en la provincia georgiana de Osetia del Sur, las tropas de Valdimir Putin, con la excusa de defender a los ciudadanos rusos residentes en la zona, practicaron un inicio de limpieza étnica, que fue interrumpida por las presiones de la OTAN. Y la prensa calló.En los principales medios de comunicación de Europa -cuyos titulares son repetidos escrupulosamente por los medios sudamericanos- la crisis del Cáucaso, a diferencia de la Guerra del Líbano, fue cubierta sin las grandilocuentes adjetivaciones de sus reporteros que pendulaban entre la militancia activa pro islámica y la juedofobia más rabiosa.Ante la sangrienta iniciativa militar de Moscú, ningún reportero ni editorialista se preguntó el porqué de tanta violencia cuando Georgia no constituye una amenaza militar, económica o estratégica para la existencia de Rusia. Es más, las tropas rusas invadieron un país soberano en apoyo a sectores separatistas osetos en una clarísima interferencia en asuntos domésticos. Y la prensa calló.Hace dos años, esa misma prensa informaba con lujos de detalles acerca de los bombardeos israelíes sobre ciudades libanesas, pero…¿alguien recuerda alguna mención textual o gráfica sobre los casi 11.000 cohetes, raquetas y obuses caídos sobre las centros urbanos del norte de Israel? ¿Algún corresponsal hizo aunque sea una crónica sobre los 400 mil refugiado israelíes que debieron abandonar sus hogares? También sobre eso, la prensa callo.Por las mismas razones que demonizan al "agresor sionista", callan el genocidio de Darfur, la masacre de Gori, las cárceles atiborradas de opositores en Teherán o la existencia de un muro, como el de Cisjordania, pero en el Sahara español, y cientos de aberraciones de las que no participan ni israelíes ni estadounidenses.Pero la verdad no necesita de periodistas, y mucho menos de sicarios que disparan desde una laptop. Hoy comunicadores de la prensa independiente difunden por el mundo lo que los "profesionales" pagados por editores anónimos en Madrid, Barcelona, Vitoria o Paris, tratan de esconder infructuosamente debajo de la alfombra.Es que, como sostiene mi respetable colega Pilar Rahola: "Sobre el conflicto árabo-israelí NO SE INFORMA, SE HACE PROPAGANDA. La mayoría de la prensa, cuando informa sobre Israel, vulnera todos los principios del código deontológico del periodismo. Y así, cualquier acto de defensa de Israel se convierte en una masacre y cualquier enfrentamiento, en un genocidio". Ricardo Schkolnik
(*) El autor es periodista colaborador de diferentes medios argentinos - Analista de conflictos internacionales.
Fuente linkinformativo.com

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