domingo, 7 de septiembre de 2008

Desde Israel - De Alto Alegre a Beijing‏


Nació en un pequeño pueblo de la provincia de Córdoba y hoy es uno de los expertos en seguridad más importantes del mundo. Desde Israel, maneja la compañía que asesoró y proveyó del conocimiento antiterrorista a China en los Juegos Olímpicos 2008.
Parco, Leo Gleser atiende el teléfono. Está en Beijing y acaba de amanecer. Parece desconfiar de la llamada de un periodista. "No voy a dar detalles de mi tarea aquí", contesta. De nada sirve que La Voz del Interior le explique el interés en conocer al cordobés que tiene bajo su responsabilidad la seguridad en los Juegos Olímpicos en China. Luego, corta la comunicación.Un día después, un correo electrónico intenta ampliar la idea de la nota. El remitente parece despertar en Gleser recuerdos dormidos. "Tu llamada telefónica y tu e-mail me regresaron a lo más profundo de mi sentir, Alto Alegre. Mi tierra, mi pueblo, mi gente", responderá desde Beijing.El 21 de agosto pasado, una nota publicada por el diario Puntal de Villa María inició la búsqueda. Allí se describía el trabajo de Gleser: asesorar en materia de seguridad al gobierno chino en los Juegos. Nada menos. "Suministramos información sobre las 205 delegaciones participantes en Beijing", le contaría, días más tarde, a La Voz, como si la tarea fuera algo de todos los días. Como si, según afirma la Agencia Judía de Noticias, aconsejar el establecimiento de una batería de misiles antiaérea para proteger la Villa Olímpica durante la ceremonia de apertura, por si los terroristas secuestraban un avión y trataban de estrellarse, fuera algo cotidiano.El cordobés Leo Gleser nació en 1949 en Alto Alegre, un pueblo del departamento Unión (según datos preliminares del último censo, no son más de 1.500 habitantes). A través de varios correos electrónicos, desde China, Israel o algún país de Europa, fue contando su vida y reconstruyendo su pasado en Córdoba. "Recuerdo al tren, ¿o era el colectivo?, llegando a Alto Alegre y a aquellos que recogían dos veces a la semana La Voz del Interior que se leía en nuestras casas", escribió quien es uno de los especialistas en seguridad más importantes del planeta.Hoy, Gleser es el presidente y gerente general de ISDS, un grupo multinacional de consultores e integrados de sistemas en áreas de seguridad y defensa, con base en Israel. "En Beijing suministramos información sobre el nivel de riesgo que afrontaba cada país, sus peligros, las amenazas sobre cada uno de ellos y los problemas que cada delegación llevaba consigo", remite.De Rusia a Córdoba. Su historia comenzó en Rusia, desde donde escaparon sus antecesores a comienzo de 1900. Desde allí llegaron hasta Entre Ríos, dejando atrás los pogroms y el hambre de la Europa del este. "Gracias al famoso barón Mauricio Hirsch, quien salvó a miles de judíos", recuerda el cordobés.
Dos hijos de aquellos cientos de inmigrantes asentados en Argentina, Celia Rubin e Israel Gleser, se conocieron, se casaron y viajaron hasta Córdoba donde estudiaron medicina. Se graduaron cuando ya tenían descendientes: Eva y Jorge, los hermanos de Leo.En la década de 1940, Alto Alegre necesitaba doctores. Hacia allí fueron los Gleser. "Mi padre ocupó el cargo de médico familiar y rural, y mi madre fue la obstetra", agrega Leo, quien nació en 1949, un año después de que su familia se radicara en el pueblo.La infancia de los Gleser transcurrió allí hasta que Leo tuvo 8 años, momento en el que partieron a Buenos Aires. "Ya jóvenes, mis hermanos y yo pertenecimos a movimientos sionistas con conceptos proletarios y quisimos ser parte de la vida del kibutz (organismo comunal colectivo) en Israel, y también queríamos cambiar para un mundo mejor", rememora.Fue así como viajó a Israel, integró un kibutz y se metió al ejército. "Fui voluntario en una de las mejores unidades de elite de las fuerzas de defensa de Israel: el Tzahal".Lo que vendría luego marcó su vida. En 1972, Gleser pertenecía a la Seguridad Nacional durante el período de la ministra Golda Meier. Ese año, el comando terrorista palestino Setiembre Negro provocó lo que se conoce como la masacre de Munich, en los Juegos Olímpicos de Alemania. Aquel hecho, en el que murieron 11 deportistas israelíes y cinco miembros del grupo terrorista, también forma parte de la vida de Gleser aunque su respuesta sobre su participación en aquel acontecimiento sea hermética. "Tomé parte en un sinfín de actividades –acepta–, como lo hicieron otros compañeros de mi generación en esos días. Gente que tenía el background de mi historia y experiencia". Y nada más.Deja claro, sin embargo, que no comparte la versión cinematográfica de Steven Spielberg en Munich. "Lamento que el prestigioso director no consultó la verdad con la institución nacional de Israel y se dejó llevar por posibles historias. El filme no refleja la realidad. Lamentablemente", afirma.Alejado del ejército, en 1982 decidió fundar ISDS. Desde entonces, su empresa fue posicionándose en la elite mundial. "Hemos trabajado en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, en Sydney 2000, Atenas 2004 y en Beijing 2008; y también en los mundiales de México 1986, Italia 1990, y en los Panamericanos de Río 2007", enumera.
Misión imposible. "Al principio parecía una misión imposible. Cuando China comenzó los preparativos para los Juegos, era reacia a contratar compañías extranjeras en temas de seguridad. El ministro de Defensa, cuyo permiso es requerido para la compra de cualquier equipo o conocimiento de defensa, también se opuso al proyecto. No querían hacer enojar a Estados Unidos, país que se oponía firmemente a que Israel le vendiera armas u otros equipos a China", publicó el diario israelí Haaretz el 8 de agosto pasado.Según cuenta el diario, las empresas israelíes se rindieron ante las objeciones china y estadounidense (incluso el ex jefe del Mossad Shabtai Shavit, dueño de una empresa de seguridad, se bajó). "Pero Gleser –afirma el Haaretz– nunca dejó de intentar. Voló repetidamente a China, se encontró con delegaciones que fueron a Israel e hizo todo lo que pudo para lograr, siquiera, un pequeño pedazo de la torta (estimada en aproximadamente 4 billones de dólares)".Leo lo logró y tuvo a su cargo todo el asesoramiento de seguridad en China. "Dimos seminarios en manejo y reacción ante terroristas suicidas y aportamos conceptos claros de la lucha antiterrorista", describe.Entre otros blancos, trabajaron en la protección de la terminal aérea Nº 3 (inaugurada 60 días antes), los estadios, los campos de juegos, y sobre todo las ceremonias de apertura y clausura. "Asesoramos integralmente, incorporando fuerzas de seguridad, inteligencia y voluntarios. También les dimos manuales de procedimientos con tecnología de punta y hasta laboratorios capaces de analizar equipos sospechosos de contener explosivos, tanto biológicos, químicos y radiactivos", finaliza.En dos semanas, los Juegos de Beijing se extinguieron y Gleser regresó a Israel. Prometió visitar Alto Alegre para volver al arroyo donde aprendió a nadar. "Cuando niño, ahí comencé a nadando como ‘perro’... Quién diría que, 14 años más tarde, aquel estilo me llevaría a ser parte de la Unidad de Comando de Mar, en el ejército de Israel, donde se dedicaron a corregir el estilo que traía desde mi Córdoba".Domingo 7 de setiembre de 2008
Un orgullo de pueblo
Omar Tavella es el intendente de Alto Alegre, una localidad a 30 kilómetros de Villa María, que está a punto de cumplir 100 años. Preguntarle por Leo Gleser enseguida lo motiva a hablar, porque para él es algo así como "el orgullo del pueblo". "Él es muy amigo de mi suegro y cada vez que venía a Alto Alegre, lo veía. Así nos conocimos. Ahora, cada vez que viene, pasa por casa", cuenta. El padre de Leo era médico y atendió al padre de Omar. Luego, la amistad fue creciendo y Tavella ha visitado Israel invitado por Gleser. "Trabaja mucho en Estados Unidos. Si hasta tiene fotos con Bush (el presidente). Leo brinda los cursos de seguridad, por ejemplo, a los que les dan seguridad a los presidentes. También vino a Córdoba y trabajó en Colombia, en México", relata. Tavella dice que los galpones de Don Mignola siguen intactos, esperando por Gleser, adonde volverán a mojar el pan en vino tinto, como hace años. "Para nosotros, es un orgullo tener una personalidad de ese tipo". http://www.lavoz.com.ar/nota.asp?nota_id=237862

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