miércoles, 11 de mayo de 2011

EEUU Y PAKISTAN, MEJORES AMIGOS/ENEMIGOS

Por SUMIT GANGULY
Noticias del asesinato de Osama bin Laden por parte de fuerzas especiales norteamericanas en Abbottabad, Pakistan, deben hacer que los lectores se pregunten sobre el futuro de los vinculos entre Washington e Islamabad. Ante el exito de esta operacion, al menos, esta relacion parecio fragil. El mes pasado, funcionarios del ejercito pakistani dieron un ultimatum a sus contrapartes americanas que sean retiradas las fuerzas especiales y zanganos que apuntaban a terroristas.

Los proximos dias diran si la muerte de bin Laden hace mejor o peor las cosas para las relacioens entre Pakistan y EEUU. Islamabad parece dispuesto a menospreciar su rol aparente en el caso pero puede aun quedar atrapado en una ola de reaccion anti-americana. Washington puede tambien enfrentar pedidos pakistanies de salir de la region ahora que bin Laden esta fuera de la escena. Sea cual fuera el resultado, sin embargo, quizas es descriptivo que uno no puede asumir que las noticias inequivocamente buenas en la guerra contra el terror seran buenas noticias para esta relacion bilateral. Como Bruce Riedel nos recuerda en su "Abrazo Mortal," esta relacion ha estado tensa por un tiempo. El status de Pakistan para EEUU ha oscilado de "aliado mas alineado" en la decada de 1950—cuando sirvio como lugar vital para la recoleccion de inteligencia contra la Union Sovietica y se volvio un aliado con tratado formal de Washington—al estado mas sancionado a fines de la decada de 1970 cuando la administracion Carter ataco el historial de abusos a derechos humanos y proliferacion nuclear de Pakistan.

Una constante entre estos altibajos, como lo llama el Sr. Riedel, es la percepcion de traicion de los pakistanies. Durante la guerra entre India y Pakistan de 1971 y los levantamientos del Oriente de Bengala antes de eso, Islamabad penso que EEUU debia haberse posicionado rapidamente detras de el, como es esperado de un aliado de tratado. En cambio, lo maximo que hizo el Presidente Nixon durante la guerra fue enviar el buque USS Enterprise dentro de la Bahia de Bengala, no es que detuvo la accion militar india.

Islamabad nuevamente se quejo de traicion en la decada de 1990 cuando EEUU impuso sanciones por su programa nuclear. Despues de todo, una mera decada antes, Washington habia estado muy entusiasmado con la dictadura militar de Zia-ul-Haq y armo a los mujahidines para combatir a los sovieticos en Afganistan.

Washington, por supuesto, tendria razones excepto lastimar los sentimientos pakistanies lamentando su politica de la decada de 1980 cuando aquellos mujahidines volvieron sus armas contra America en la decada de 1990, culminando en el 11/S. El Sr. Riedel, ahora en la Institucion Brookings en Washington, argumenta que el movimiento jihadista que finalmente se convirtio en los terroristas de hoy fue parte del programa de Zia para una vision mas austera del Islam. Su argumento es solo correcto en parte. Como Husain Haqqani, ahora embajador de Pakistan en EEUU, habia mostrado en su asombrosamente franco libro, "Pakistan: Entre la Mezquita y el Ejercito," el flirteo de los militares con los islamistas habia precedido largamente a Zia. El primer ministro democratico laico, Zulfikar Ali Bhutto, ya habia forjado el nexo entre Islamabad y los jihadistas en sus ultimos dias en el cargo en la decada de 1970—un inutil intento por fortalecer su caido destino politico.

El Sr. Riedel pisa mas firme cuando procede a discutir el surgimiento de la jihad global. El Presidente Obama agradecio al presidente pakistani Zardari el domingo a la noche por su cooperacion en encontrar y matar a bin Laden, pero los americanos deben saber de la complicidad historica tanto de los regimenes civiles como militares en Pakistan en alimentar a los jihadistas.

Otros escritores han contado esa historia antes. Aqui, el Sr. Riedel, un ex alto funcionario de inteligencia, confirma el grado y alcance de la complicidad de los regimenes pakistanies- especialmente la gigante agencia de Interservicios de Inteligencia (ISI). El tambien muestra que el gobierno norteamericano dio escasa atencion a las redes islamistas mundiales que se formaron en Pakistan en la decada de 1980 y 1990.

El libro da una investigacion lucida y en su mayoria adecuada de la evolucion de la relacion entre EEUU y Pakistan. Pero arroja poco que sea nuevo o asombroso para quienes han seguido este tema. Parte del problema es la brevedad del libro, el cual parece fuera para un tratamiento de una relacion que es tanto tan compleja como tan crucial para la estabilidad mundial. Hay poca investigacion de las opciones criticas que definieron esta relacion. Hay, por ejemplo, solo una discusion superficial de como los lideres pakistanies engañaron a EEUU para forjar una alianza anti-comunista en la decada de 1950.

Las recomendaciones politicas del Sr. Riedel son mezcladas. La vasta mayoria de ellas son de sentido comun. El admite que EEUU a menudo ha sido culpable de apoyar a una dictadura aparentemente estable en vez de alentar a los aparentemente no confiables democratas. En cambio, Washington tiene que abrazar a regimenes democraticos, aunque sean tambaleantes.

Al mismo tiempo, el Sr. Riedel explica que el ISI debe terminar su nexo no santo con las redes islamistas. Hacer eso es tanto en el interes de Pakistan como de EEUU, dado que el ISI no puede controlar completamente a sus acolitos—como muestran los recientes ataques talibanes sobre suelo de Pakistan. El tambien argumenta que EEUU debe jugar un rol delicado y detras de escena en disminuir tensiones entre Pakistan e India por Kashmir.

El Sr. Riedel claramente preferiria que Washington adopte una politica liberal y consistente hacia Islamabad, pero a veces el va muy lejos. El destaca que Pakistan se ha sentido traicionado en la ultima decada debido a que George W. Bush eligio ofrecer a India un acuerdo nuclear civil. Entonces el Sr. Riedel recomienda que le sea dado un acuerdo nuclear similar a Pakistan. Pero esta equivalencia es absurda. Como el mismo autor destaca, el historial de Pakistan en la escena de la no proliferacion ha sido absolutamente egregio.

Como esta relacion avanza, especialmente con algunas de las recomendaciones de mas arriba, es una incognita. Los hacedores de politica de EEUU son demasiado corto-placistas, mientras que los pakistanies son muy desconfiados de los objetivos americanos. Dicho esto, hay pocas cuestiones que ambos conjuntos de politicos ahora tendran que reevaluar el futuro de esta problematica relacion a la luz del fin de bin Laden.



El Sr. Ganguly es director de investigacion en el Centro sobre Seguridad Americana y Mundial en la Universidad de Indiana, Bloomington.

Fuente: The Wall Street Journal- Esta nota fue traducida por Esther Sheine especialmente para el blog de OSA Filial Cordoba

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