¿PUEDE EL MUNDO ÁRABE DESISTIR DEL ANTISEMITISMO?Washington PostRichard CohenEn el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, un líder palestino vivía en una residencia en Berlín, obsequio de Adolph Hitler en agradecimiento y que, con seguridad, obtuvo algo a cambio de su dinero. Se llamaba Amin Al Housseini, Gran Mufti de Jerusalén y, como tal, líder oficial de los palestinos musulmanes transmitió propaganda nazi a Medio Oriente, enroló musulmanes europeos en la S.S., se alegró con la Shoa y, después de la guerra, representó a sus hombres en la Liga Árabe. Murió sin ninguna mención especial pero nunca fue condenado.Housseini, quizás, fue nazi hasta lo más profundo de su alma pero, también, fue un nacionalista palestino que obtuvo amplio apoyo entre su gente. Los aliados lo vieron como a un delincuente de guerra pero, a los ojos de muchos árabes, fue un patriota. Su antisemitismo enarbolado en la aniquilación no fue considerado particularmente excepcional. El mundo árabe abunda en odio a los judíos.Parte de ese odio fue sembrado por Housseini y, otra parte, ya existía antes que él. Pero, el hecho, no es importante sino que permanece siendo una característica, si bien no tan mencionada, del nacionalismo árabe. Solo hace unos días, por ejemplo, un millón de egipcios en la Plaza Tahrir escucharon al Sheik Yusuf al- Qaradawi, líder religioso valorado y miembro de Los Hermanos Musulmanes cuyas posiciones antisemitas no son puestas en duda. Entre otras, dice que Hitler fue enviado por Alá como castigo divino a los judíos. Su programa, en Al Jazeera, es uno de los más populares de la red.Escuché las promesas, de intelectuales y periodistas, según las cuales el movimiento Los Hermanos Musulmanes atravesó un cambio y, en este momento, está concentrado en el bien de Egipto (Jordania) y su antisemitismo es solo un viejo y extraño capítulo. Espero que esa sea la situación. Pero, en nombre de la verdad, creo más en la fuerza de transmisión del antisemitismo que en las fuerzas de análisis de mis colegas. Si ellos tienen razón, maravilloso. Si no, todos tenemos motivo de preocupación.El problema con las democracias es que tienden a querer los prejuicios de la gente, no solo su cabeza recta. Ello explica porqué casi todos los países del centro y oriente de Europa se volvieron encendidamente antisemitas cuando la democracia se institucionalizó, tras la Primera Guerra Mundial. El antisemitismo constituía un sentimiento popular, propagado por políticos sin conciencia. La consecuencia en Polonia, por ejemplo, fue la política de la declaración de los judíos (casi el 10% del país), como personas no - grata. En esa etapa, hacia mil años solo que estaban en Polonia.Casi no hay judíos en los países árabes. Fueron expulsados después de la creación de Israel, en 1948. No hay lugar en el Medio Oriente en donde la paz con Israel sea popular. No hay lugar en el Medio Oriente en el que el antisemitismo sea considerado algo problemático o raro. No creo que los políticos árabes no intenten reunir ambos sentimientos, nacionalismo y antisemitismo, en una mezcla de fermentación y encendido. La historia nos enseña lo que viene después.Líderes israelíes son bien concientes de estar posicionados ante una nueva realidad en la región. No cambia lo que haga el régimen que surja en Egipto (y es posible que sea aún más indiferente a lo que se piensa como paz fría). Lo mismo ocurrirá en Jordania. El rey Abdullah está seguro, en esta etapa, que las tribus beduinas lo necesitan para impedir el caos, pero también deberá poner atención a sentimientos populares.Como consecuencia es el momento adecuado, desde el punto de vista de Israel, para alcanzar un acuerdo con los palestinos. Soy conciente que la solución a la cuestión palestina no conformará a los nacionalistas árabes extremos o antisemitas. Israel no se propone renunciar a todo Jerusalén, ni tampoco desaparecer. Hezbollah en Líbano y Hamas en Gaza solo se reforzarán, a partir de los últimos acontecimientos. La institucionalización de un Estado palestino, la remoción de las limitaciones que pesan sobre el movimiento palestino quitarán algo de aire de ese globo y, quizás, mejoren la deteriorada posición de Israel en Europa y otros lugares. Los críticos de Israel tienen argumento. Pero carecen de él cuando se refieren al antisemitismo árabe. La centralidad de Qaradawi no puede ser tranquilizadora desde el punto de vista de los israelíes. Ellos saben que palabras son armas y, el odio, mata. Desde los días de Housseini, personalidad verdaderamente hitleriana, los países árabes gozaron de una relación excepcional con respecto a los estándares aceptables en el resto del mundo, como si hubieran sido niños. Si fuera israelí estaría preocupado. Si fuera árabe estaría humillado. Si solo criticaría a Israel, estaría avergonzado.#tema#
Fuente: Jerusalem Center for Public Affairs-Cidipal
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