jueves, 19 de mayo de 2011

ISRAEL NUNCA TENDRA PAZ


Los manifestantes transfronterizos de este fin de semana creen, como Hamas, que el estado judio no tiene derecho a ningun territorio desde el rio hasta el mar.

17/5/11
Por Bret Stephens

Sin dudas es cierto, como el periódico israelí Yedioth Ahronoth informó el domingo, que entre los manifestantes palestinos buscando forzar su camino dentro de Israel hubo algunos con objetivos más humildes que reclamar la "Palestina histórica."
"Hemos cruzado la frontera para estar con nuestras familias, lejos de toda la matanza en Siria", informó al periódico uno de los infiltrados. "Pedimos a los poderes fácticos en Israel ayudarnos a permanecer y no mandarnos de vuelta."
Sin duda también es cierto que, como Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca señaló ayer, que la violación intentada fue una campaña de Damasco "para distraer la atención de la legítima expresión de protesta por parte del pueblo sirio." La frontera entre Israel y Siria ha estado en calma desde hace 37 años, no es casualidad, camaradas, que el asediado régimen de Bashar Assad, tal vez asesorado por Irán, eligiera este momento en particular para cambiar las energías violentas hacia un objetivo más oportuno.
Pero he aquí algo de lo que tampoco debería haber ninguna duda: La gente no corretea sobre el alambre de púas, camina a través de campos minados y marcha hacia los cañones de los soldados enemigos, si no es temeraria. Y si no está profundamente convencida de lo justo de lo que están haciendo.
Durante muchos años ha sido la sabiduría convencional de los procesadores de la paz árabe-israelí que el conflicto era, en el fondo, territorial y que podría resolverse si sólo Israel y sus vecinos pudieran ponerse de acuerdo sobre una frontera adecuada. Durante muchos años, también ha sido la sabiduría convencional que si sólo el conflicto pudiera ser resuelto, otras faltas de moderación del mundo musulman—desde dictaduras a terrorismo—encontrarían su propia resolución.


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Si la primavera árabe ha hecho otra cosa, al menos ha dispuesto de la última proposición. Desde Teherán a Túnez a la plaza Tahrir, los musulmanes se están levantando en contra de sus gobernantes por razones distintas de todo lo que sucede en Gaza, Cisjordania y los Altos del Golán. Esto no quiere decir que han abandonado sus compromisos emocionales con los palestinos, o su ser ideológicos en contra de Israel. Se trata simplemente de decir que ellos tienen sus propios problemas.
Pero al igual que Occidente ha entendido mal el problema musulmán, tampoco ha entendido el palestino. Y lo que no ha entendido, sobre todo, es la centralidad de los refugiados palestinos en el conflicto.
La ficción que es típicamente ofrecida sobre los refugiados por los devotos del proceso de paz es que los líderes palestinos los ven como una moneda de cambio en sus negociaciones con Israel, tal vez a cambio de la nueva división de Jerusalem. Pero escuchen dentro del diálogo interno de los palestinos y oirán que el "derecho de retorno" es un derecho inviolable, inalienable e individual de todos los refugiados. En otras palabras, un derecho que nunca (y nunca con seguridad) puede ser negociado por los líderes palestinos en aras de un acuerdo con Israel.
En esta creencia los palestinos están sostenidos por muchas cosas.
Una de ellas es la mitología de 1948, que es larga en cuentos de lo que los judíos hicieron a los árabes, pero corta en lo que los árabes hicieron a los judíos - o a ellos mismos. Otra es el texto de la resolución 194 de Naciones Unidas, escrito en 1948, que dice claramente que "a los refugiados que deseen regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos se les debe permitir que lo hagan a la mayor brevedad posible". Una tercera es la UNRWA, la agencia de la ONU que ha perpetuado el problema de los refugiados palestinos por generaciones cuando la mayoría de los otros refugiados han sido repatriados con éxito. Una cuarta es su maltrato a manos de sus anfitriones árabes, lo que les ha causado anhelar la fantasía de una patria -huertos y todos- a la que la Israel de días modernas tiene éxito en parecerse mucho. Una quinta es el zumbido incesante de la propaganda palestina cuya idea de un estado palestino traza el mapa de la propia Israel.
Otras cosas podrían ser mencionadas. Pero las raíces del problema no vienen al caso. El punto real es que una queja que ha sido criada durante 63 años y que puede mover a la gente a actos como aquellos presenciados el domingo nunca va a permitir un arreglo político con Israel y nunca sería satisfecha por uno de todas formas.
No es de extrañar que Ismail Haniyeh, primer ministro de Hamas, pueda decir que él estaría dispuesto a aceptar las fronteras de 1967 -pero que el establecimiento de esas fronteras no significará nunca un fin del conflicto. Lo mismo ocurre con el presidente palestino, Mahmoud Abbas, quien elogió a los manifestantes muertos el domingo como mártires que "murieron por los derechos y la libertad del pueblo palestino." Esto de parte del "moderado" quien se supone de a conocer a su pueblo la realidad y el propósito de una solución de dos estados.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu debe estar en Estados Unidos pronto para dar lo que está siendo presentado como un discurso político importante. Qué debe el decir? Yo aconsejaría la misma sabiduría que los marineros de antaño usaban para tatuar sus nudillos como un recordatorio de lo que no debe olvidarse en las vergas de los barcos de altura en mares tormentosos. Ocho letras fáciles: AFERRATE.
Fuente: The Wall Street Journal- Este artículo fue traducido por Marcela Lubczanski especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba

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