miércoles, 4 de mayo de 2011

Mensaje del Presidente de la Organización Sionista Mundial con motivo de Iom Haatzmaut

Jerusalén, martes 3 de mayo de 2011
nisán 29, 5771






Queridos javerim, un saludo desde Sión y Yerushalaim

Nos encontramos en las vísperas del sexagésimo tercer aniversario de la Independencia del Estado de Israel.

Han pasado ya sesenta y tres años desde la concreción de la esperanza de dos milenios de ser un pueblo libre en nuestra tierra. El tiempo transcurrido y el quehacer diario, nos hacen olvidar de este prodigio ocurrido. Nos adaptamos a todo. También nos adecuamos a la independencia y dado que nos acostumbramos a ella, ésta se transforma en algo mundano y banal. Tan corriente, que corre el peligro de desconectarse del pasado de desconsuelos y de glorias, y de perder la visión del futuro.

El Estado de Israel es el corazón del Pueblo Judío, la intersección vital del cuerpo todo. El Estado de Israel es el centro de los sueños y oraciones y también el ancla de las esperanzas y expectativas de un futuro mejor.
No hay posibilidad de existencia para el Pueblo Judío sin el Estado de Israel que asegura la existencia de nuestra nación inconmensurable con las demás.

En una realidad donde ya no existe un “mundo judío” ni una “calle judía”, nos vemos obligados a redoblar los esfuerzos para unir al pueblo todo en donde quiera que esté, a vigorizarlo y a recrear el diálogo entre nuestra generación con las que nos precedieron y con aquellas que nos sucederán. Tenemos que trabajar duramente para conservar la memoria nacional y para lograr el entendimiento de lo significativo de la existencia del pueblo judío y de su futuro, para cuidar el sentimiento del fenómeno de la existencia eterna de nuestro pueblo y así profundizar su entroncamiento con el Estado de Israel.

El Movimiento Sionista carga sobre sus hombros la dura y pesada consigna de ser el responsable de la “transfusión de sangre” tan necesaria hoy en día. Por eso, no podemos permitir que nuestra independencia se transforme en rutinaria y que la sensación de lo habitual se apodere de nuestra esencia, ya que disolvería los elementos de unión que nos convierten en un pueblo singular, poseedor de un destino.

La Organización Sionista en su renovación, trabaja para la concreción de varios objetivos sionistas que todavía no fueron completados y tenemos la obligación de lograr realizarlos entusiastamente, sin perder la consciencia de la magnitud de la faena.

Debemos continuar bregando para que logremos ser un pueblo normal que vive en su Estado y en su tierra, que asume su cultura y el hebreo su lengua. Por la existencia de un Estado que cuenta con un objetivo y un destino común, que renueva sus valores y los integra en una vida de calidad y en la calidad de vida de su gente, para lograr ser un desafío a la Aliá de decenas de miles de jóvenes de todas las diásporas, un “centro espiritual” para el Pueblo Judío, ejemplo y señal para toda la humanidad.


Para lograr todos estos cometidos, no hay separación entre el segmento del pueblo asentado en Sión y aquel que vive disperso entre las naciones, entre “nosotros” y “ustedes”. Todos compartimos la consigna de elevarnos y trabajar incansablemente para lograr esta tarea, que por su importancia no tiene parangón.

En el sexagésimo tercer Día de la Independencia, ésta la esencia del balance espiritual sionista, y son éstos nuestros augurios y deseos para nuestra Mediná en su día.

Sea bendita nuestra estadidad israelí en nuestro Estado renovado, bienaventurada sea para todos nosotros.




Avraham Duvdevani (Duvdev)



Presidente de la OSM.

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