lunes, 9 de mayo de 2016

Carta de un Profesor Judío
Gabriel Zaliasnik
Santiago, 5 de Mayo de 2016
Srta. Ximena Peralta
Centro de Estudiantes de Derecho
Presente

Estimada Ximena:
He querido dejar pasar algunos días y tomar cierta distancia del debate generado entre los estudiantes de nuestra querida Facultad de Derecho a propósito de la consulta en virtud de la cual una parte de estos se manifiestan en favor de proscribir las actividades universitarias en la Facultad que cuenten con la participación de los que eufemísticamente denominan “personeros del Estado de Israel” y/o con financiamiento de la Embajada de dicho país; así como proscribir los vínculos institucionales con Universidades israelíes1.
Lo anterior con la esperanza que en un ambiente de mayor reflexión, esta carta que te dirijo en calidad de Presidenta del Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile, pero que la extiendo abierta a toda nuestra comunidad universitaria, pueda ser debidamente aquilatada, sin prejuicios y sin intolerancia ya que como explicitaré tanto las preguntas formuladas a los alumnos, como el Movimiento de Boicot al estado de Israel que promovió activamente las mismas, nacen precisamente de los prejuicios y la intolerancia. Se abraza bajo supuestos afanes liberales, progresistas y libertarios, la censura y el fin de la libertad de expresión al interior de una escuela cuyo pilar académico esencial es el pluralismo y la propia libertad de expresión.
Parto por el principio. Soy hijo orgulloso de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Ingresé a estudiar en el año 1985, en las postrimerías de la Dictadura, en los que fueron los años más intensos de protestas estudiantiles en contra del régimen militar. Eran años de mucha polarización. Sin embargo ello nunca obstó para que entre nosotros primara el debate racional y el respeto por las opiniones divergentes. Incluso cuando la Dictadura impuso como rector designado de la Universidad a José Luis Federici, y éste removió a nuestro entonces Decano
1 No me haré cargo del colgajo que supuestamente “restringe” dicha medida a aquellas que “contribuyen directamente con la violación de DDHH del pueblo palestino” ya que según se lee de la propaganda relacionada dicha causa, pareciera que todas la Universidades de un modo u otro contribuyen a ello.
Mario Mosquera Ruiz, los alumnos en forma virtualmente unánime nos movilizamos en su defensa.
Junto con la recuperación de la democracia, postulé al primer concurso público de nuestra Facultad e ingresé a su claustro académico. Aún recuerdo la larga interrogación a la que fui sometido en la Sala de Facultad por la Comisión responsable. Como era natural, se me preguntó mucho de Derecho Penal pero nada de mis creencias políticas o religiosas. Ciertamente nadie me preguntó mi opinión sobre el conflicto del Medio Oriente.
Como alumno siempre creí -y como profesor sigo creyendo- que nuestra Facultad encarnaba la esencia del futuro de Chile. Que nuestra Facultad era –y debe seguir siendo- un espacio único en el que todas las posiciones ideológicas y políticas, todas las visiones históricas, todas las creencias religiosas, todas las “causas” y todos los pueblos, tienen asegurado el respeto a sus posiciones y el derecho a expresar sus narrativas, relatos, y argumentos. En un país en que históricamente ha prevalecido el clasismo y la segregación social, siempre valoré la diversidad y tolerancia que solo “la Chile” a lo largo de la historia ha sido capaz de ofrecer. Nuestra Facultad convoca a los mejores con prescindencia de origen social o de credo religioso. Nuestros alumnos provienen de todo Chile. En sus extremos, pertenecen tanto a pueblos originarios como a hijos o nietos de sacrificados inmigrantes. Postulan a “la Chile” alumnos de Colegios particulares pagados de elevado costo, como alumnos de colegios públicos o municipales. En “la Chile” nos hermanan las ideas y el debate aunque podamos disentir en cada una de nuestras posiciones y visiones.
Del mismo modo, siempre he creído que la riqueza de la cátedra está dada en gran medida por la plena libertad de expresión de profesores y alumnos, y por asegurar la ausencia de cualquier elemento de intimidación que límite dicho intercambio de ideas. Incluso, anecdóticamente, siempre me ha parecido un interesante ejercicio cívico y de pluralismo abrir mi aula en periodos de elecciones estudiantiles para que cada lista que participe de las mismas exponga sucintamente sus ideas en lo que he llamado nuestra “franja de propaganda electoral”.
Por lo mismo al ver como bajo disfraces liberales o progresistas se imponen posiciones totalitarias que buscan limitar la libertad de expresión prohibiendo la participación académica a quienes posean una nacionalidad determinada (“personeros del Estado de Israel”) o por el sólo hecho de pertenecer a una Universidad de dicho país, o bien buscan evitar cualquier tipo de vínculo académico con instituciones universitarias israelíes, no puedo menos que expresar mi desilusión al ver como la Universidad de Chile, y en particular nuestra querida Facultad, hace letra muerta de su historia y sus valores abandonando su esencia plural, diversa y tolerante, y en lugar de ello abraza posturas totalitarias que silencian la opinión que disiente de sus creencias y/o verdades “oficiales”.
Pese a esta profunda desilusión, no estoy dispuesto a renunciar a mis convicciones ni menos abandonar la defensa de las mismas. Es por ello que intentaré en forma breve explicar a continuación porqué el Boicot que se promueve es un profundo error que alimenta a extremistas en ambos bandos del conflicto en lugar de promover el entendimiento entre los pueblos. Más aún, ese error –más allá de un coyuntural efecto simbólico al ser reproducido en algunos medios- daña a nuestra Universidad al pretender restringir la cooperación con destacadas Universidades israelíes. Sin ir muy lejos, veamos el ejemplo de la Universidad Hebrea de Jerusalem (UHJ).
La UHJ fue fundada en 1918 mucho antes siquiera que el Estado de Israel. En su primera Directiva se contaron Sigmund Freud y Albert Einstein, ambos académicos de dicha Universidad hasta el final de sus días. Es más, el propio Einstein al morir legó a la UHJ todos sus archivos e incluso hasta el día de hoy el uso de su nombre o cualquiera de sus investigaciones requiere la autorización de la UHJ. Si Freud o Einstein hoy estuvieran vivos –según el criterio de quienes apoyaron la consulta estudiantil-, no podrían participar de evento académicos de nuestra Facultad. Huelgan comentarios.
O veamos un caso más cercano a nuestra Facultad. En nuestro país se desempeñó por muchos años uno de los criminólogos más importantes del mundo, el profesor Israel Drapkin. El profesor Drapkin creó el primer Instituto de Criminología de Chile, y años más tarde emigró a Israel donde también fundó el Instituto de Criminol0gía de la Universidad Hebrea de Jerusalem. ¿Sería posible hoy –de estar vivo- que el profesor Drapkin participará como profesor visitante de nuestra Facultad? Incluso más, algunos de los principales escritos de Drapkin están publicados en nuestra Revista Anales de la Universidad de Chile, ¿correspondería acaso eliminar esos textos de nuestra Biblioteca o suprimir o tarjar las paginas en los ejemplares de dicha Revista universitaria al estar escritos por un personero del Estado de Israel, académico emérito de una Universidad israelí?
Lo anterior gráfica cuan absurda puede llegar a ser la decisión adoptada. Ejemplos como el anterior hay muchos. Las Universidades Israelíes ocupan lugares destacados entre las 100 principales Universidades del Mundo. En sus aulas imparten o han impartido clases decenas de premios nobeles (de hecho, solamente la Universidad Hebrea tiene 9 Premios Nobel y Premio Fields). En el reciente Congreso del Futuro realizado a comienzos de año en Chile, participaron destacados premios nobeles israelíes y académicos de ese país. El historiador israelí doctorado en Oxford Yuval Noah Harari, cuyo libro Sapiens: Breve Historia de la Humanidad es considerado hoy en día una de las obras contemporáneas más destacadas también asistió como profesor de la UHJ. ¿Podría uno de ellos dar una clase magistral en nuestra Facultad la próxima vez que visiten Chile, o ello será privilegio de otras Universidades?
La decisión adoptada no sólo es absurda y dañina para nuestra propia Universidad, como lo he ejemplificado, la decisión además yerra sus fundamentos y por sobre todas las cosas, responde a una buena dosis de hipocresía, si me permiten ser claro y frontal a este respecto.
En efecto, empecemos ilustrativamente por algo sencillo. Intuyo que la mayoría de ustedes son feministas y creen en los derechos igualitarios de hombres y mujeres. Sin embargo como esta consulta en alguna medida tuvo que ver con el Medio Oriente, vale la pena contrastar la realidad de las mujeres en Israel vs el mundo árabe o islámico. Ciertamente en ningún país islámico las mujeres gozan de plenos derecho, es más en muchos de ellos es público que las oprimen. Están obligadas a llevar velo, se las lapida en caso de adulterio, en ocasiones les está vedado viajar o manejar un vehículo motorizado, se les mutilan los genitales etc. Uno podría entonces pensar en que el Centro de Alumnos podría pasar algún tipo de resolución condenando a Saudi Arabia, Irán, Pakistan, Somalía u otros, pero ¿Israel? Cuando sólo en Israel las mujeres sean estas árabes, cristianas, judías, drusas, pueden vestirse como deseen, ir a bailar en las noches, tener convivientes de distinto o mismo sexo, estudiar en la Universidad la profesión que deseen, y en general recibir un trato igual ante la ley. Es decir se reprocha a Israel y se condona a regímenes misóginos. ¿No parece algo un poco hipócrita?
Del mismo modo asumo que los estudiantes apoyan los derechos de las comunidades LGBT. Muchos deben incluso participar del día del orgullo gay y seguramente ninguno aceptaría abusos sicológicos o físicos contra alguien por su opción sexual. Sin embargo si observan bien en Gaza y Cisjordania, a los homosexuales se los mata a golpes, en Arabia Saudita les cortan la cabeza, en Irán los cuelgan en la Horca, etc. En general en el Medio Oriente los miembros de las comunidades LGBT viven aterrorizados, sin embargo nadie condena a esos regímenes. En contrapartida, en Israel se les respetan todo sus derechos, Tel Aviv ha sido descrita como la “Capital Gay” del mundo, hay marchas del orgullo gay en Jerusalén y el mismo Tel Aviv. Nuevamente ¿sólo reprochar a Israel no aparece como un poco hipócrita? El único país que respeta los derechos que tantas veces demandamos para nosotros o nuestros amigos es objeto de boicot, no así aquellos que los conculcan.
Podría seguir ejemplificando con las situaciones relativas a libertad de culto, participación democrática, libertad de expresión en medios de comunicación pero me extendería excesivamente. También podríamos hacer un buen contrapunto con el verdadero genocidio que tiene lugar en Siria –uso de armas químicas incluidas por parte de las fuerzas armadas del Dictador sirio- donde casi 500 mil civiles han muerto en estos años. Desconozco si el CED ha votado en favor de poner término al convenio existente con la Universidad de Damasco. Sería ciertamente clarificador hacerlo, aunque insisto, los boicots académicos yerran en el objetivo desde el momento que atacan al sector más ilustrado y normalmente más liberal de una sociedad. Son las Universidades los centros en que se incuban los cambios y por lo mismo cualquier censura o restricción a la libertad de expresión académica es un paso en la dirección del oscurantismo.
Ahora, no se me entienda mal. Es legítimo criticar al gobierno de Israel. Es más, soy partidario de hacerlo con entusiasmo cuando sus políticas se alejan de una solución de dos estados para dos pueblos (uno árabe palestino y otro judío) viviendo en paz y seguridad uno al lado de otro - y no uno en lugar del otro- , pero lo soy del mismo modo en que se critican a otros gobiernos. Singularizar a un país y su gobierno no sólo no es equitativo, sino que denota prejuicio y doble estándar-, algo que ciertamente no es propio del rigor académico, rigor mínimo que creo tenemos derecho a pedirle a los alumnos de nuestra querida Facultad.
En consecuencia, quedo a vuestra disposición –y del CED- para participar de cualquier iniciativa que propicie el diálogo en lugar de la censura, y que fomente el pluralismo y tolerancia, en lugar de la discriminación y la exclusión.
Saludos Cordiales,
Gabriel Zaliasnik Sch.
Profesor de Derecho Penal
Facultad de Derecho
Universidad de Chile

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