por Giulio Meotti • 29 de Mayo de 2016
Asia Bibi y dos de sus cinco hijos, antes de que fuera condenada a muerte en 2010 por 'blasfemia'.
La sentencia de muerte contra Asia Bibi es como la nube radiactiva de Chernóbil: contamina todo a su alrededor. Tras la detención de Asia, su marido, Masih, y sus hijos se escondieron. Han cambiado de casa quince veces en cinco años. Ni siquiera pudieron asistir a las audiencias judiciales del caso. Es demasiado peligroso para ellos. El marido se vio obligado a dejar su trabajo.
El crimen de Asia fue utilizar el mismo vaso de agua que sus compañeras musulmanes. Fue condenada a muerte por ser cristiana y tener sed. "Has contaminado nuestra agua", le dijeron las musulmanas. "Conviértete al islam y redímete de tu sucia religión".
Asia respiró profundamente y respondió: "No me convertiré. Creo en mi religión y en Jesucristo. ¿Por qué debería ser yo la que se convierta y no vosotras?".
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