El Holocausto y los palestinos
Ronen Yitzhak, director del Middle East Studies Department en el Western Galilee College, explica la manera en que los dirigentes palestinos aprovechan el exterminio de judíos por el nazismo en la II Guerra Mundial para su propia propaganda contra Israel.
A día de hoy, Hitler es altamente admirado en la sociedad palestina y su ‘Mein Kampf’ es uno de los libros más populares tanto en la Autoridad Palestina como en todo el mundo árabe. Otros libros que alimentaron el antisemitismo durante la II Guerra Mundial son también muy populares entre los palestinos, en primer lugar y de manera destacada ‘Los protocolos de los sabios de Sión’.(…) además de incitar al antisemitismo, los palestinos tratan de usar el Holocausto para su beneficio político al comparar su sufrimiento con el de los judíos durante la II Guerra Mundial, capitalizando la culpa que siente Occidente por sentarse de brazos cruzados mientras millones de judíos eran sacrificados. Así es como los palestinos esperan modelar la opinión pública y ganar reconocimiento internacional para un Estado palestino.
The Economist sale al paso de los comentarios antisemitas proferidos por el exalcalde de Londres Ken ‘el Rojo’ Livingstone y censura las habituales comparaciones israelófobas entre el Estado judío y quienes exterminaron la judería europea el siglo pasado.
(…) puesto que hay otras comparaciones históricas más apropiadas para la política israelí, es razonable asumir que Livingstone eligió ésta, al menos en parte, porque es dolorosa. Después de todo, aunque carece de cualquier virtud como herramienta de análisis, su capacidad de hacer daño es inmensa. Cualquiera que trate de entender el porqué debe valorar cómo se sentiría si sus conocidos constantemente compararan sus percances cotidianos con las peores cosas que le han pasado en la vida. Mi día malo en la oficina es como cuando tu madre murió tras una larga agonía, ¿no? ¿Por qué haría alguien esta comparación? Recuerde que la inmensa mayoría de los judíos tienen familiares que fueron asesinados en el Holocausto y a menudo, en el caso de los judíos ancianos, familiares muy cercanos. Para ellos no es un tema abstracto de conversación ni una muleta retórica.
Enmanuele Ottolenghi, de la Foundation for Defense of Democracies, detalla las andanzas delnieto del ayatolá Jomeini por Sudamérica y sus declaraciones públicas para rebatir la extendida opinión de que es un político de la línea moderada; concepto este último que, según Ottolenghi, no existe en la República Islámica.
(…) en Foz [localidad brasileña], Jomeini describió a Israel como “un crecimiento canceroso” en la región –reflejo de la retórica de su abuelo– y llamó a su inmediata destrucción. En Sao Paulo se reunió con Seyed Moshen Bilal Wehbe, un clérigo local de Hezbolá y su financiero, según fue designado por el Tesoro estadounidense en 2010.
Esas no son las asociaciones que busca un genuino moderado. Aquí está el quid de la confusión occidental para el etiquetado del joven Jomeini y sus compañeros de viaje como “moderados”. Como puso de manifiesto recientemente la jefa negociadora nuclear estadounidense, en Irán “hay partidarios de la línea dura y luego están los radicales de la línea dura”. Después de todo, con ‘moderados’ como Jomeini y los suyos, ¿quién necesita radicales?
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