ING. ROBERTO CYJON, EX PRESIDENTE DEL CCIU
Scholem Aleijem
Un día como hoy, pero de 1916 falleció Scholem Aleijem, víctima de tuberculosis, a la edad de 57 años en la ciudad de Nueva York. La muerte lo sorprendió mientras trabajaba en una nueva novela. Su funeral fue masivo ya que asistieron más de 100.000 personas de todas las clases sociales; fue enterrado en el cementerio de Brooklyn.
Había nacido en Pereiaslav, un pueblito cerca de Kiev (Ucrania) el 2 de marzo de 1859. Su nombre verdadero era Scholem Iacov Rabinovitch
Empezó a escribir desde muy joven; cuando terminó el colegio secundario, le dio clases a Olga Loev con quien se casó el 12 de mayo de 1883. Dicho matrimonio tuvo seis hijos.
Al principio, Scholem Aleijem escribía en ruso y en hebreo, pero a partir de 1883 redactó más de 40 textos en idish, la lengua popular de las juderías de Europa oriental, constituyéndose junto a Mendele Moijer Sforim e Isaac León Peretz uno de los pilares fundamentales en la evolución literaria de esa lengua. Eran abuelo, padre e hijo respectivamente de la literatura idish.
Entre 1889 y 1889, colaboró para publicar una “Biblioteca Popular de Idish”. En esos años contrajo tuberculosis. Su estilo de escribir estaba dirigido a adultos y niños, usando nombres inventados, reflejando la vida, las alegrías, los pesares y las esperanzas de los más postergados, de los más humildes, aunque siempre con una semisonrisa melancólica y burlona.
Fue un promotor activo del Congreso de Chernovitz junto a Peretz y otros intelectuales judíos de la época, instancia en la que se declaró al idish como lengua del pueblo judío, aunque no pudo asistir debido a estar enfermo.
Vivió en varias ciudades del mundo y aunque fue un artista extremadamente popular no hizo grandes fortunas. Hacia 1914, la mayor parte de su familia se había mudado a Nueva York. Sin embargo, uno de sus hijos nunca pudo ingresar a Estados Unidos ya que también estaba enfermo de tuberculosis y debió quedarse en Suiza. Su muerte en 1915 le ocasionó una terrible depresión.
Fue un humorista muy fino y delicado, incluyendo ese condimento en novelas, cuentos, obras de teatro; fue uno de los primeros en escribir historias dirigidas aun público infantil en idish. Su obra máxima es “Tevie, el lechero”, obra en la que relata las aventuras y desventuras de un simple hombre del pueblo, habitante del shtetl (aldea) en tiempos de la Rusia Zarista; dice Sergio Sinay que “en él vuelca su caudaloso cariño por la gente de espíritu limpio y manos trabajadas, a través de él trasmite lo más sustancioso de la sabiduría que bebiera en las fuentes del pueblo, y a él retorna una y otra vez- en narraciones espaciadas a lo largo de más de veinte años- cuando tiene necesidad de expresar sus inquietudes ideológicas o exponer su concepción filosófica del mundo… encarna al judío laborioso, profundamente ligado a la tierra y al ambiente, al que solo el violento vendaval de la persecución zarista es capaz de arrojar al camino del peregrinaje penoso e infecundo”.
Su otro personaje, también paradigmático y tan querible como Tevie es Menaje Mendaa, la negación de Tevie, su evidente contraposición. “…este (es) prototipo del judío desclasado, quimerista, sin raíces firmes, producto de las crueles e injustas condiciones de la vida judía bajo el régimen de los zares-… “ un “luft menchn”, una persona que vivía, literalmente del aire, de sus construcciones teóricas y ensoñaciones.
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