martes, 24 de mayo de 2016

La elección de Netanyahu

 

Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel.
El presidente egipcio, Abdulfatah al Sisi, ha planteado a Israel una iniciativa para impulsar de manera definitiva el proceso de paz con los palestinos y dar estabilidad a la región. Para Ilan Evyatar, director de The Jerusalem Post, la buena voluntad del primer ministro israelí contrasta con la polémica elección de su próximo ministro de Defensa.
El prudente y experimentado Yalon será reemplazado por el explosivo e impulsivo Liberman, que sugirió una vez bombardear la presa de Asuán en Egipto, pidió a las IDF durante la operación Margen Protector en 2014 “ir hasta el final” tomando el control de Gaza y tachó a la minoría árabe israelí de “quinta columna”.
Aunque hay otra cara de Liberman: una cara que sabe cómo ser pragmático y rebajar la retórica, una cara que reconoce que Israel no tiene elección salvo alcanzar un compromiso territorial y una cara que reconoce que las condiciones regionales han madurado hasta el punto de que “por primera vez puede alcanzarse un acuerdo aceptable para Israel”.
Murat Yetkin, del Hurriyet Daily News, señala a la falta de libertad de prensa y la ausencia de garantías judiciales como los principales problemas de su país, y no la amenaza autoritaria del Ejército, como creen los líderes occidentales.
Bien, en la actualidad nadie habla de entusiasmo político o intervenciones políticas de los militares, pero la democracia turca sigue teniendo graves problemas.
La independencia judicial y la libertad de prensa, componentes clave de un sistema de pesos y contrapesos, no solo son buenas para la calidad de la democracia turca y de su economía. Son también buenas para Occidente, porque una Turquía dentro del sistema occidental no puede ser vista como parte de los problemas, sino más bien como parte de las soluciones.
Salman al Ansari, del Saudi American Public Relation Affairs Committee, explica las claves de la muerte de Mustafá Badreddine, uno de los líderes más carismáticos de la organización terrorista chií libanesa de obediencia iraní. Ansari pone el foco en Hasán Nasralá que, a su juicio, podría estar detrás del asesinato de su comandante.
Parece también que el desinflamiento y el estado de corrosión de Hezbolá está empezando a pasar factura. De hecho, no me sorprendería que haya planes iraníes para reemplazar a Hasán Nasralá si fracasa en conseguir sus objetivos en varios frentes, especialmente en Siria y Yemen. Por no mencionar que sus finanzas se han desplomado rápidamente gracias a la cooperación americano-saudí, que ha colapsado sus recursos monetarios al considerar al grupo como una “organización terrorista“.
Hasán Nasralá parece estar cayendo en un estado de ansiedad y pánico. A menos que tuviera otros cálculos, puede que temiera ser reemplazado por el muy reputado, líder militar carismático y favorito de Irán, Badreddine.
Ahora que Nasralá está siendo acusado de asesinarlo, se queda virtualmente incapaz de funcionar y operar con el mismo nivel de confianza y desenvoltura que tiene por lo general, sobre todo porque un error tan costoso puede llevarlo a la guillotina de Teherán.

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