viernes, 6 de mayo de 2011

Las revoluciones de Al Yazira


Qatar
La influyente cadena qatarí se ha convertido en uno de los protagonistas principales de las protestas en el mundo árabe | "Las noticias son para nosotros cuestión de vida o muerte, antes de Al Yazira no había libertad de prensa"

A principios de la pasada década, el entonces presidente de EE.UU., George W. Bush, propuso bombardear la sede de la cadena de televisión Al Yazira en Doha, la capital qatarí. Diez años después, sin embargo, la actual secretaria de Estado, Hillary Clinton, declaraba que "uno puede estar o no estar de acuerdo con el canal, pero Al Yazira proporciona noticias reales".

El futuro de Oriente Medio y de las revoluciones que están amenazando a sus dictadores uno a uno se está decidiendo, en gran medida, en un minúsculo emirato del golfo Pérsico. Hamad bin Jalifa al Thani, el emir de Qatar, una de las naciones más ricas en reservas de petróleo y de gas, creó en 1996 un canal de televisión más poderoso e influyente que muchos de los mandatarios de la región.

Hace seis años, se sumó a las emisiones en árabe un canal en inglés y la cadena qatarí se expandió hasta poder verse hoy en día ya en 250 millones de hogares, en un total de 120 países. "Algunos dicen que Qatar es un emirato con una televisión, aunque para otros, Al Yazira es una cadena con un pequeño Estado", afirma a La Vanguardia Soraya Jerfi, directora de producción de este canal.

Tuvimos la oportunidad de poder ser los primeros periodistas occidentales que visitaban la sede de Doha después de las turbulencias árabes de los últimos meses. Sus directivos reconocen que para ellos y para sus profesionales, no es fácil ser considerados "parte de la noticia" y del interés mundial.

En sus primeros años, y especialmente tras los atentados del 11-S, cuando emitieron a menudo mensajes del terrorista número uno, Osama bin Laden, Al Yazira fue considerada por muchos en Occidente la portavoz de la organización Al Qaeda, y se le acusó de vinculación con los grupos islamistas Hermanos Musulmanes y Hamas.

Cuando Faida Hamdi, una inspectora municipal de 45 años de la pequeña ciudad tunecina de Sidi Buzid, abofeteó al vendedor de verduras Mohamed Buazizi, de 26, nadie se imaginó la reacción en cadena que se desencadenaría. El joven sin recursos y en el paro se inmoló frente a un edificio gubernamental. Un acto que desencadenó la caída de dos presidentes, la muerte de cientos de personas, una guerra civil en Libia y millones de manifestantes en las calles de todo el mundo árabe. Muchos gritaron: "¡Larga vida a Al Yazira!".

"En la plaza Tahrir de El Cairo o en las calles de Ammán, de Manama y de Saná, muchos nos llamaban y nos pedían que no dejáramos de filmar, ya que el resultado podría ser una masacre", manifiesta a La Vanguardia Al Anstey, director de la cadena en inglés. "Los que nos acusan de hacer propaganda, lo hacen por dos motivos: o por ignorancia, ya que por ejemplo en EE.UU. no nos pueden ver aún, o porque a veces nuestro trabajo molesta a ciertos gobiernos, que no quieren que se vean las protestas populares exigiendo democracia", añade.

En la redacción que dirige se nota que no faltan recursos económicos, en gran parte provenientes de la familia del emir, una de las más pudientes del mundo. Cuentan, por ejemplo, con robots que reemplazan a los operadores de cámara y con una pantalla de 26 metros, que en Doha definen como la más grande del mundo.

En la actualidad hay 3.000 periodistas y técnicos (de 50 nacionalidades) trabajando en la central de Doha y en las 75 delegaciones de todo el planeta. Solamente en Egipto cuentan con veinte equipos que cubren cada detalle de la revolución.

Su gran sueño es penetrar en el mercado norteamericano en el 2012. Para ello, el director de la sección árabe, Mustafa Sueig, intenta rebatir las acusaciones de algunos sectores de Washington. "Para nosotros, en el mundo árabe las noticias son una cuestión de vida o muerte. Hasta 1996, cuando empezamos, no había libertad de prensa".

Preguntamos a la conocida presentadora Shiulie Ghosh (que, como muchos, es británica y ex periodista de la BBC) si están dispuestos a criticar al emir de Qatar, que les paga altísimos sueldos sin impuestos, de la misma manera que condenan sin ningún tipo de problema a Mubarak, Gadafi o Ben Ali. "Es una pregunta interesante... Que yo sepa, nunca criticamos al emir. Pero sabe que existe la posibilidad de que algún día su creación se vuelva en su contra. Sé que otras familias en el poder en la región le pidieron que controle lo que dice Al Yazira, pero el emir siempre se negó".

Preguntamos al director de la sección árabe por qué usan el término mártir (shahid) cuando se refieren a terroristas suicidas, hecho que no ocurre en la sección inglesa. "El código ético en inglés es similar, pero se trata de audiencias diferentes, y a veces tenemos que usar términos que sean más adecuados para cada cultura y para cada idioma", argumenta Sueig.

Para algunos en el mundo, Al- Yazira es una voz incómoda que quieren silenciar, ya que despierta los sueños de democracia en la nación árabe. Para otros, existe un conflicto interno entre el corazón (o sea, lo que pide su público) y la honestidad periodística. Sueig lo define así: "Intentamos dar el mismo tiempo, o el tiempo suficiente, por ejemplo, a israelíes y a palestinos. Para que presenten su interpretación de los hechos y sus razones de por qué hacen lo que hacen. Pero si al final el resultado es a favor de los palestinos o del pueblo de Gaza, no es porque nosotros seamos los responsables, sino porque así son los hechos sobre el terreno".

Aunque no lo deseen, los periodistas de Al Yazira no son solamente observadores de las revoluciones en el mundo árabe, sino que se han convertido en protagonistas del llamado efecto dominó. Ellos no provocaron las protestas populares, pero es imposible imaginar la revolución en directo sin la presencia de sus cámaras

http://www.lavanguardia.es/internacional/20110424/54145223970/las-revoluciones-de-al-yazira.html

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