lunes, 9 de mayo de 2011

MATAR A LIDERES TERRORISTAS: LA EXPERIENCIA DE ISRAEL

Por Ronen Bergman

Antes que la mayoría de los americanos hubieran escuchado el nombre Osama bin Laden, el Mossad de Israel estaba sobre él. En 1995, cuando unos desconocidos intentaron matar al entonces presidente egipcio, Hosni Mubarak, en Etiopía, la CIA y el servicio de inteligencia de Egipto solicitaron la ayuda del Mossad en la investigación del incidente. El Mossad descubrió que Irán y un grupo hasta ahora desconocido de mujahidines fueron responsables conjuntamente de llevar a cabo el intento de asesinato. Entre estos mujahidines - veteranos de la guerra contra los soviéticos en Afganistán que habían encontrado refugio en Sudán - había un cierto saudita rico con el nombre de Bin Laden.
El Mossad estaba tan suficientemente preocupado por este acontecimiento que estableció una oficina de Jihad Global - La primera organización de inteligencia occidental en hacerlo - en un intento por reunir información sobre el nuevo fenómeno de las células terroristas dispersas que carecen de una estructura jerárquica y la asistencia regular estatal. El Mossad fue también el primero que intentó, sin éxito, asesinar a Bin Laden: En 1995, reclutó a su secretario para envenenarlo.
Desde hace tiempo ha sido evidente que los asesinatos de este tipo son un componente valioso del arsenal militar en la lucha contra el terrorismo. El país que ha llevado a cabo más asesinatos selectivos que cualquier otro desde el final de la Segunda Guerra Mundial es Israel. A pesar que oficialmente niega responsabilidad por la mayoría de los asesinatos que ha llevado a cabo, el estado judío ha eliminado en varias ocasiones a agentes de campo y líderes militares, políticos e ideológicos de las organizaciones ha considerado peligrosas. Aunque formalmente opuestas a las acciones de Israel, las administraciones americanas han hecho la vista gorda. Y desde mediados de la década de 1990, Israel ha compartido una gran cantidad de tecnología que desarrolló en su uso de aviones no tripulados con los EEUU. Hoy, los zánganos son el arma principal de Estados Unidos en sus propios asesinatos selectivos. Israel también entrenó a fuerzas especiales de EEUU en técnicas de penetración y emboscada en entornos urbanos - técnicas que fueron puestas posteriormente en práctica tanto en Irak como en Afganistán. Con Osama bin Laden muerto, la pregunta que enfrentan los servicios de inteligencia occidentales es que dirección tomará ahora al Qaeda. La lección que la comunidad de inteligencia israelí ha aprendido por las malas es que los asesinatos selectivos, tan a menudo como no, tienen el efecto de mover la cubierta en formas indeseables. La eliminación del líder de una organización tiende a paralizar al grupo en el corto plazo, pero a veces da lugar a la aparición de un sucesor aún más peligroso.
En la tarde del 16 de febrero 1992, helicópteros Apache de la Fuerza Aérea Israelí alcanzaron a un convoy de vehículos en el Líbano, matando a Abbas Mussawi, uno de los fundadores y secretario general de Hezbollah. Una operación exitosa en sí misma, el asesinato de Mussawi llevó al bombardeo en represalia de la Embajada israelí en Buenos Aires, en el que 29 civiles perdieron sus vidas. A la larga, la muerte resultó en el ascenso de Hassan Nasrallah como nuevo líder de Hezbollah. Talentoso y carismático, Nasrallah convirtió a Hezbollah en una fuerza política y militar dominante en el Líbano. También ha cambiado los objetivos de la organización, dando prioridad a la lucha contra Israel en lugar de a la lucha de poder interna del Líbano, en que se centrara su predecesor. (Nasrallah en la clandestinidad desde la guerra de Israel contra Hezbollah en el 2006.)
Del mismo modo, en 2004, el entonces primer ministro de Israel, Ariel Sharon, aprobó el asesinato del jeque Ahmed Yassin, el líder de Hamas, con base en el consenso de la comunidad de inteligencia israelí que la eliminación de Yassin podría paralizar el crecimiento futuro de Hamas. Este era también el punto de vista de la administración americana, la que recibió el aviso previo de la matanza prevista.
De hecho, el asesinato de Yassin, causó cuantiosos daños inmediatos a Hamas y su capacidad de reorganizarse. Pero en el largo plazo, la desaparición de Yassin, un devoto sunnitas que se negó categóricamente a cooperar con el Irán chiíta - hizo posible el surgimiento de Khaled Meshaal, quien no tuvo tales reparos. Como resultado, Hamas se convirtió, y sigue siendo, una organización mucho más peligrosa - que recibe apoyo militar masivo y financiero de Teherán.
En 1988, Israel eliminó al jefe militar de la Organización para la Liberación de Palestina, Khalil al-Wazir (Abu Jihad) en Túnez. La razón fue su participación en una serie de ataques terroristas mortales y su capacidad superior para planificar y llevar a cabo operaciones terroristas. La muerte de Abu Jihad fue un golpe militar serio, y tuvo un efecto considerable en la moral de la organización. Pero los líderes de Israel esperaban que la eliminación de Abu Jihad ayudaría a poner fin a la sublevación popular, la primera Intifada, que había estallado poco tiempo antes. En esto, por supuesto, ellos iban a ser profundamente decepcionados. Hay en Israel quienes han llegado a lamentar el asesinato de Abu Jihad. Muchos observadores políticos creen que si el carismático líder hubiera estado vivo hoy podría haber sido capaz de unir al pueblo palestino para cumplir los acuerdos con Israel que Yasser Arafat violó sistemáticamente.
El caso de Arafat es complicado. Israel primero trató de asesinarlo en marzo de 1968 en Jordania. El escapó, y muchos soldados israelíes fueron asesinados. Innumerables otros intentos fueron hechos, incluyendo los bombardeos a su búnker durante la guerra en Beirut en 1982.
Con los años, hubo mucho debate en la comunidad de inteligencia de Israel acerca de qué hacer con Arafat. Los funcionarios decidieron que había dejado de ser un objetivo desde el momento en que recibió legitimidad internacional como líder político (incluso entre sectores del público israelí).
Pero cuando el apoyó abiertamente las olas de terror palestino que golpearon a Israel a partir de septiembre del 2000, su legitimidad se vio empañada. Israel una vez más comenzó a examinar la posibilidad de matarlo. Una de ellas era capturarlo y deportarlo a Líbano. Esta idea fue vetada por el Sr. Sharon, quien temía que Arafat se convertiría en un símbolo y un punto de reunión. El Sr. Sharon también vetó todas las propuestas para eliminar a Arafat en una operación militar. El problema se resolvió cuando Arafat murió en un hospital de París después de una enfermedad misteriosa. Muchos de sus seguidores culparon al Mossad.
La muerte de Arafat ha tenido un cierto efecto beneficioso tanto en Israel como en Cisjordania. Sus sucesores, el presidente palestino Mahmoud Abbas y el Primer Ministro Salam Fayyad, han actuado con determinación contra el terrorismo y han traído una mejor calidad de vida y crecimiento económico para los habitantes de Cisjordania. Por otro lado, donde Arafat era fuerte Abbas ha sido débil, no evitando la división entre la Cisjordania liderada por Al Fatah y la Gaza liderada por Hamas.
No hay dudas que el asesinato de Bin Laden, al igual que los de otros líderes terroristas, fue justificado. Pero queda por verse quién y que se levantará finalmente para tomar su lugar, y si el aprendiz será más terrible que el maestro.

Bergman es un militar de alto rango y analista de inteligencia para Yedioth Ahronot, un diario israelí. Actualmente el está trabajando en un libro sobre el Mossad y el arte del asesinato.
Fuente: The Wall Street Journal- Este artículo fue traducido especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba

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