viernes, 13 de mayo de 2016

Revista de Prensa

Israel no está aislado

 

Israel. Una manifestación.
Herb Keinon, periodista israelí de origen norteamericano, demuestra con ejemplos concretos enThe Jerusalem Post que Israel dista de ser el apestado internacional en que quieren convertirlo sus enemigos.
Un país aislado no comercia con el mundo anualmente por valor de 100.000 millones de dólares ni atrae a millones de turistas, entre los que se cuentan artistas internacionales de primer nivel.
(…)
Al movimiento BDS [boicot, desinversión y sanciones] le gustaría aislar a Israel tal y como su predecesor, el boicot árabe, intentó hacerlo antes, pero está fracasando igualmente.
Está fracasando porque hay gente razonable ahí fuera que es capaz de verlo como lo que es, un movimiento que quiere acabar con Israel. Y está fracasando porque, 68 años después de su independencia, Israel es un país serio con unos 8,5 millones de personas y mucho que ofrecer al mundo.
Robert Isler, analista de medios, da cuenta del antisemitismo consustancial a numerosas entidades consideradas progresistas en la política, la universidad y los medios de comunicación norteamericanos.
El movimiento progresista definitivamente ha incrementado su visibilidad como resultado de la campaña presidencial de Bernie Sanders. Las creencias de muchos de sus partidarios quedaron ilustradas en un incidente menor ocurrido el pasado año. En un gran acto en la Universidad de Chicago, un estudiante preguntó a Sanders sobre su visión de Oriente Medio. Sanders comenzó su respuesta afirmando que Israel tiene derecho a existir y a continuación dijo que está firmemente a favor de un Estado palestino. La primera afirmación generó un tenue puñado de aplausos, mientras que la siguiente se tradujo en largos vítores en voz alta.
Piensen sobre eso. Si una referencia elemental al ‘derecho a existir’, que nadie se atrevería a cuestionar sobre cualquier otra nación del planeta, es acogido de manera tan controvertida (…), ¿qué decir sobre muchos de los que integran el movimiento progresista? La réplica común es que ser antisionista no equivale a ser antisemita, pero, como observó recientemente un escritor, “en un mundo donde sólo hay un Estado judío, oponerse vehementemente a él es poner en peligro a los judíos”.
Benjamin Weinthal y Asaf Romirowsky, de la Foundation for Defense of Democracies, se refieren a una ley contra el boicot a Israel del estado de Nueva York que, una vez entre en vigor, podría acabar con el apoyo de grandes bancos y empresas europeas al movimiento BDS (boicot, desinversión y sanciones), enemigo declarado del Estado judío.
Casi la mitad de los estados norteamericanos han aprobado resoluciones o leyes anti BDS. La de Nueva York será crucial porque decenas de las principales compañías y entidades bancarias europeas están ubicadas en dicho estado. La mera amenaza de una legislación que penalice a la banca europea ha llevado a uno de los principales bancos a suspender la cuenta de un grupo BDS austriaco: en efecto, el proveedor de servicios financieros Erste Group, radicado en Viena, cerró la cuenta abierta por BDS Austria.
(…)
Las compañías e instituciones financieras europeas tendrán que tomar decisiones difíciles. ¿Quieren continuar avivando el antisemitismo vía BDS y dañar la economía de Israel mientras se enfrentan a daños financieros en sus negocios en EEUU? La respuesta debería ser muy fácil.

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