domingo, 19 de octubre de 2008
Enfrentar el programa nuclear iraní
En mis últimas visitas a Inglaterra, Francia y Estados Unidos, continué mis esfuerzos por dirigir la atención de la opinión pública mundial y especialmente la norteamericana a los peligros que derivan del armamento nuclear de Irán.
Durante las entrevistas que mantuve en los Estados Unidos volví a acentuar la importancia y el peso de la presión económica y diplomática sobre el régimen de Teherán. Expliqué que deben actuar con rapidez mientras estas actividades todavía significan algo. Encontré oídos atentos entre los líderes republicanos y demócratas, que comprenden el peligro de un Irán armado con armas nucleares. Encontré entre ellos también la predisposición de actuar para terminar con este peligro, bajo la convicción que se puede provocar el abandono por Irán de su programa nuclear o la desestabilización del propio régimen de Ahmedineyad
En las conversaciones destaqué que sobre el asunto iraní la comunidad internacional tiene tres caminos para seguir:
a. No hacer nada, lo que asegura que Irán desarrollará armas nucleares. Esta es una opción que no podemos aceptar de modo alguno.
b. Empleo de métodos militares para detener el programa nuclear iraní. Si bien no hay que descartar esta vía, debe conservarse como último recurso.
c. La posibilidad de concretar fuertes presiones, principalmente económicas.
El régimen iraní es sensible a este tipo de presiones. Más del 80% de los ingresos gubernamentales provienen de la exportación de petróleo. La producción del combustible se redujo en 10% cada año, durante los últimos tres años, y requiere urgentemente nuevas inversiones. Irán subsidia fuertemente el gas a la población y la industria necesita inversiones de capital y tecnología extranjeras. Cuando se analizan estos aspectos, la conclusión es que la economía iraní es muy sensible.
No está claro si la ONU continuará ampliando la política de imponer sanciones por la falta de cooperación de China y Rusia en el proceso de aislamiento de Irán. Existe la necesidad de alentar este tipo de actividades internacionales.
El Ministerio de Finanzas de los Estados Unidos pretende implementar un sistema entre los bancos internacionales que les permita reevaluar los peligros que las compañías asumen cuando hacen negocios con Irán. Otro paso que, según mi punto de vista, puede provocar una fuerte presión financiera sobre Irán es retirar de allí las inversiones.Muchos ciudadanos estadounidenses invierten en Irán en forma indirecta, por medio de distintos fondos de jubilaciones y planes de ahorro.
Dinero americano llega a Irán a través de compañías europeas que comercian con el país.Si se llama la atención del público estadounidense sobre estos hechos, se les dará un mensaje muy efectivo que puede traer consecuencias negativas para la economía iraní.El significado del retiro de inversiones de Irán sería poderoso. Más y más compañías clausurarán sus actividades económicas en Irán y menos empresas ingresarán al país. Como consecuencia de ellos, se reducirán las inversiones en tecnología. Irán se verá ante la alternativa de continuar con su política y correr el riesgo de una crisis total.Es importante señalar que medidas como estas pueden resultar efectivas en el corto plazo. Pocas personas en el mundo occidental son conscientes de que apoyan en forma indirecta al régimen de terror iraní que incita a la destrucción de un pueblo. No tengo dudas que cuando estas personas se enteren de su papel en la economía iraní, exigirán terminar con este respaldo.Esfuerzos en este sentido viene hacienda el Gobierno estadounidense frente a otra nación perteneciente al ``eje del mal'': Sudán. En Darfur tiene lugar un genocidio en estos mismos días.El retiro de inversiones de Irán y Sudán es justificado, como lo habría sido, si nos hubiesen dado la oportunidad de hacerlo, frente al régimen nazi en los años '30. Hoy debemos actuar recordando la amarga situación por la que atravesaron nuestros padres y abuelos, que no tuvieron alternativa. En este momento podemos elegir y tenemos capacidad de actuar.Podemos exigir a otros que eviten las inversiones en Irán y por ellos, primero debemos exigirlo de nosotros mismos. El ejemplo es la iniciativa de legislar la ley que considere ilegales las inversiones israelíes en compañías que llevan capitales a Irán.Hay quienes temen de una campaña israelí en este sentido, porque un arma parecida fue dirigida contra Israel. La diferencias es que, contrario a Sudán e Irán, Israel es un Estado democrático que pretende la paz y desea llegar a un acuerdo con sus enemigos a lo largo de todos los años.No deben evitarse inversiones en Israel sino en los países que pretenden borrarlo del mapa.Israel tiene la misión de mover al mundo libre a enfrentarse con el peligro que representa la política nuclear de Irán mientras lo pueda hacer. Es un proceso basado en la elección de vivir en paz.El objetivo, pues, es poner en marcha el retiro de las inversiones en Teherán, que es una presión económica concreta, rápida y realizable, con el objetivo de mover a Irán a pasar a otra política y, al mismo tiempo, fortalecer la seguridad de Israel y el mundo.Autor: Biniamín Netaniahu
Fuente Aurora
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