Cuarenta años después, mi tatuaje forma parte de mi cuerpo. No me vanaglorio de él ni me avergüenzo, no lo exhibo ni lo escondo. Lo enseño de mala gana a quien me pide verlo por pura curiosidad; lo hago enseguida y con ira a quien se declara incrédulo. M...uchas veces los jóvenes me preguntan por qué no me lo borró, y es una cosa que me crispa; ¿por qué iba a borrármelo? No somos muchos en el mundo los que somos portadores de tal testimonio.” Primo Levi, Los hundidos y los salvados
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