Análisis: Lo que Europa tiene que aprender de Israel en materia de seguridad
Lo que sucedió ayer el Bruselas fue el resultado de años de negligencia.
Un policía monta guardia en la estación de tren de Midi después de los ataques con bombas en Bruselas. (Foto: REUTERS)
Hay once puntos visibles de inspección en el aeropuerto Ben Gurión. Se extienden desde un puesto de control en la entrada del aeropuerto hasta las puertas del avión.
No es sólo porque el de Tel Aviv es un aeropuerto relativamente pequeño en comparación con los principales aeropuertos europeos y americanos, que pueden permitirse el lujo de ejercer las medidas de seguridad más estrictas sin importar el costo – que es el subproducto de una doctrina de seguridad integral aprendida en casi 50 años de experiencia de sangre y lágrimas.
Desde sus primeros fracasos trágicos, Israel ha mejorado y actualizado sus medidas de seguridad en tierra y en aire. Durante décadas, los expertos en seguridad de las compañías aéreas internacionales, las fuerzas de policía y los organismos de seguridad han venido aquí para aprender sobre los conocimientos y doctrinas de Israel.
Por desgracia, esto sucede sólo después de ataques terroristas espectaculares, como el bombardeo de Pan Am en 1988 y 9/11. A las democracias occidentales les tomó tiempo el llegar a la conclusión de que la vida humana no es menos importante que los derechos humanos. Lo más probable es que va a pasar en esta oportunidad también.
Claro, no hay seguridad hermética y los terroristas se aprovechan de las lagunas. Pero no hay necesidad de ser un genio para entender que lo que sucedió ayer en Bruselas fue un fracaso colosal de seguridad e inteligencia. Según informes de prensa, las autoridades belgas tenían advertencia anticipada de un “ataque terrorista inminente”.
Sin embargo, ni la policía del país ni sus fuerzas de seguridad aumentaron su presencia en las calles o mediante el despliegue de puntos de control en los accesos al aeropuerto. No es de extrañar que los terroristas lograron entrar con cinturones explosivos.
Lo de ayer fue el resultado de años de negligencia.
Durante décadas, la policía de Bélgica han tenido miedo de entrar en los barrios ásperos musulmanes como Molenbeck, en la capital. Estas áreas se convirtieron primero en paraísos para bandas criminales que tratan de drogas, protección y armas. Luego, se convirtieron en semilleros de tendencias musulmanes radicales y anti-occidentales.
En las últimas décadas, estos sectores de toda Europa se han convertido en campos fértiles de reclutamiento para los jóvenes musulmanes atraídos por las consignas de los grupos yihadistas como el Estado Islámico. Ahora, musulmanes radicalizados vuelven de los campos de batalla de Siria e Iraq.
Están ideológicamente endurecidos y militarmente entrenados para actuar a cabo en el frente.
Para reunir información de inteligencia, las agencias de seguridad necesitan penetrar en las redes terroristas, reclutar agentes e interceptar comunicaciones.
Parece que la policía belga tenían miedo o estaban reacios, o carecían de la determinación de hacerlo. Tal vez todas las opciones. Estos años de negligencia resultaron en una realidad para la que el público belga – y el mundo – tuvo que pagar el precio.
Los servicios de seguridad de Bélgica carecen de la inteligencia necesaria. La escritura fue larga en la pared. Desde el 9/11, así como Madrid, Londres, Turquía, Bali y más, la comunidad internacional debería haberse dado cuenta de que está en guerra. Tomó medidas, pero fue lenta, incluso reacia, para sacar las conclusiones necesarias.
El Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad por los ataques de ayer y tiene sentido. ISIS ha sufrido importantes derrotas en los campos de batalla de Siria e Irak. Su fantasía megalómana de crear un Estado el 7mo siglo se ha hecho añicos. Ahora se encuentra de regreso al punto de partida – El ser un imitador de al-Qaida.
Fuente: Traducido por UnidosxIsrael de JPost
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