por Burak Bekdil • 30 de Marzo de 2016
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan (izquierda), aireadamente dijo en fechas recientes que no obedecería la orden de la Corte Suprema de liberar a dos periodistas que llevaban 92 dias detenidos. Nigel Farage (derecha), líder de un partido de la oposición en el Reino Unido, acusó a Turquía de "chantajear" a la UE a cuenta de la crisis de los refugiados sirios y de su proposición para ser miembro de la Unión.
Turquía se ha ido sumiendo en un inquietante despotismo islámico, pero sus relaciones con la Unión Europea, a la que aspira a unirse, pocas veces han sido mejores. Algunos llaman a esto una mejora transaccional mutua: pragmatismo. Otros, con un lenguaje menos diplomático, lo llaman chantaje turco a expensas de la crisis de los refugiados. Incluso el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, admitió que su última ronda de negociaciones con los dirigentes europeos había sido un regateo excelente "estilo Kayseri", una ciudad turca famosa por las dotes negociadoras de sus mercaderes.
En realidad, la Turquía moderna nunca había estado a una distancia tan sideral de los valores fundamentales consagrados por la civilización y las instituciones europeas, Unión Europea inclusive.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.