ESTAR O NO ESTAR
No quiero que te sientes frente a mí y me escuches.
No lo comprendes…
No necesito un testigo de mi capacidad de hablar y de expresarme.
Te pedí que intentaras “estar” frente a mí, con toda tu persona, y entonces sí escucharme.
Porque con el paso de los años soy más sensible al hecho de que alguien está, pero no está.
Está ausente.
Y tampoco ya me permito escuchar a alguien sin escucharlo, o sin mirarlo de frente y a los ojos.
Necesito “realmente” ponerme en tu lugar: alegrarme con tu alegría, afligirme con tu aflicción, y llorar juntos, si es necesario.
Pero el “hacer como si”, pero “en realidad no”, nos aleja: ni nos vincula ni nos aproxima.
Nos distancia.
Por eso, si puedes, dedícame algún minuto de tu tiempo.
Pero el minuto completo, contigo completo, con tu atención completa, y completamente presente.
El resto me humilla, y me deja muy solo.
Tal vez demasiado.
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