domingo, 3 de abril de 2016

Medio Oriente. Tensión y crisis sin precedentes entre el Líbano y Arabia Saudita


Itongadol/AJN.- El viernes por la mañana, sin previo aviso, el canal de televisión de propiedad saudita Al Arabiya anunció el cierre de su oficina en Beirut “por amenazas de seguridad”. Nadie detalló a qué amenazas se referían, pero los 27 empleados locales quedaron de pronto en la calle. 

El gobierno libanés rechazó el argumento de las amenazas de seguridad y dijo que los motivos de la decisión son “políticos”. 

Al Arabiya y sus asociados Al Arabiya Al Hadath y el grupo MBC, generaron hace poco más de un mes protestas por parte de Hezbollah después de que el canal emitiera una parodia burlándose del jefe de la organización chiita, Hasan Nasrallah. 

Unas horas después, las oficinas del diario árabe Asharq Al-Awsat en Beirut fueron atacadas y prácticamente destrozadas por desconocidos. El ataque fue una reacción a una caricatura publicada por el diario en la que mostraba la bandera del Líbano y se podía leer “Una broma del 1 de abril”, el día de los inocentes. El mensaje según el cual el país es una especie de broma de día de los inocentes provocó las reacciones indignadas de los políticos, pero también en las redes sociales y las calles del país. Algunos políticos incluso llamaron a tomar medidas contra el periódico. 
Mientras tanto, el diario tiene hoy un gran titular en el que indica que “Asharq al-Awsat” retoma su trabajo normal, a pesar del ataque a sus oficinas en Beirut”. El texto es un comunicado de la dirección del periódico en el que “condena el ataque no civilizado en su oficina en Beirut, que tuvo lugar en la noche del viernes, y pide al gobierno libanés que asuma la responsabilidad por la seguridad de todos sus empleados”. 

“Asharq Al-Awsat reafirma su lealtad a sus queridos lectores libaneses, y asegura que los ataques no van a influir en la línea editorial del periódico ni en su compromiso de cubrir las noticias y actualizaciones del Líbano a través de su oficina en Beirut, o por medio de la publicación del periódico local. Sabemos que los ataques no representan al pueblo libanés”, continúa el comunicado.
En el mensaje, la dirección del periódico también indica que disiente con el escándalo que provocó la caricatura y dice que fue “malinterpretada por algunas personas”. Según los responsables de Asharq Al-Awsat, el objetivo de la caricatura era “arrojar luz sobre la situación actual del gobierno libanés, como un país que está viviendo una gran mentira, por todos los intentos de dominarlo desde afuera y despegarlo de su entorno árabe, así como de obstruir las elecciones presidenciales”.

El callejón sin salida del gobierno libanés

El gobierno libanés está prácticamente paralizado por una división política entre quienes apoyan a Hezbolla, el Movimiento 8 de marzo, y quienes se oponen, de la Alianza 14 de marzo. En la práctica, el gobierno no tiene ninguna capacidad para contener o manejar esta situación, especialmente debido a la falta de presidente y a que el Parlamento ha fracasado ya en 37 ocasiones en sus intentos de consensuar una elección que de por terminado el vacío presidencial desde mayo de 2014.  En ausencia del presidente, que normalmente preside las sesiones del gabinete, las decisiones deben aprobarse por unanimidad.
 
En estas circunstancias, cualquier ministro tiene poder de veto – en especial los de Hezbollah y sus partidos aliados – especialmente si no responde a su línea política o ideológica. 
 
La crisis tiene el primer ministro Salam Tamman arrinconado. Aunque Salam ha declarado públicamente sus objeciones a las posiciones de Hezbollah y expresó solidaridad con los países del Golfo, también entiende que la participación de Hezbollah está frenando la caída de su gobierno y no tiene otra alternativa, en ausencia de un presidente.
 
Por consiguiente, el grupo puede continuar con su política pro-iraní y su intervención en Siria, y exacerbar el conflicto con los estados del Golfo, que están aislando al Líbano de los países árabes y causándole perjuicios de seguridad, políticos y económicos.
 
Salam también sabe que la inclusión de Hezbollah en su gobierno es la razón detrás de las acciones de los países del Golfo. ¿Por qué deberían seguir apoyando – en especial con dinero – a un gobierno dominado por un grupo que le es hostil?
 
Si hubiera un presidente, la mejor alternativa en este momento sería la disolución del gobierno. Pero, tal y como están las cosas y en medio del vacío presidencial, ésta no es una opción real. Si el primer ministro Salam renuncia, quitaría de su posición privilegiada a Hezbollah, pero también provocaría el colapso de una institución estatal que apenas funciona, pero es la única que en este momento le queda al Líbano.

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