domingo, 16 de julio de 2017

LA IZQUIERDA ISRAELÍ: DE LA AGONÍA A LA UTOPÍA

Da la impresión que la elección interna del nuevo presidente del Partido Avodá se transformó en el detonante de un proceso que le podría permitir a la denominada izquierda israelí reponerse de una larga agonía. Durante los últimos 22 años (fuera de la corta y fallida cadencia de Ehud Barak) esta corriente política entró en un tipo de anquilosamiento político que prácticamente la convirtió en sapo de otro pozo para el electorado israelí.
El sorpresivo triunfo del novato Avi Gabai frente a veteranos politiqueros y experimentados manipuladores electorales envalentonó a destacados representantes de este sector para convencerse que la toma del mando del país está a la vuelta de la esquina. Para Yossi Yonah, parlamentario de ese partido, “la victoria de Avi Gabai representa una gran esperanza para el partido Avodá y toda la población israelí. El logro viene acompañado de un mensaje de ilusión para la formación de una alternativa al gobierno de Netanyahu”[1].
El mismo Gabai se encargó de animar a sus prosélitos. “Esta vez le tengo que pedir a todos que colaboren. Hoy comenzamos la campaña realmente más importante, una gran campaña de cambio y esperanza. Una campaña que en su final cambiaremos el gobierno para reencaminar a nuestro querido país en su debido camino. Se los digo en la forma más clara posible: vamos a vencer a Netanyahu”[2].
Avi Gabai, la nueva esperanza de la izquierda israelí
A decir verdad, los sondeos de intención de voto que se llevaron a cabo de inmediato tras la elección del nuevo líder del laborismo israelí aportaron mucho optimismo a sus seguidores. Según un canal de TV, “tras la elección de Avi Gabai, el partido Avodá da un salto mientras que Kahalon y Lapid se debilitan”[3]. Otro canal de TV anunciaba: “Un gran vuelco en los sondeos de intención de voto. Gabai pasó por encima a Lapid”[4].
No hay que confundirse. Todos estos sueños no son más que una dolorosa utopía. Solo basta compenetrarse de información básica de normas electorales y de una enraizada conducta institucional con significativos visos discriminatorios para llegar a la conclusión que la sociedad israelí tendrá Netanyahu (o su sustituto ideológico si debe renunciar por acusación de corrupción) por mucho tiempo más.
El sistema institucional israelí se basa en el modelo parlamentario inglés. Todo el parlamento con sus 120 miembros se renueva por elecciones, nacionales, libres y generales cada 4 años, salvo que el mismo parlamento decida anticiparlas. Los partidos presentan listas de candidatos y los resultados relativos de la elección determinan el número de escaños para cada uno de ellos.
Mas allá de importar el resultado absoluto de un partido, según la norma que se generalizó en las últimas décadas, el resultado que lograron todos los partidos componentes del bloque afín con respecto a los partidos del bloque adversario en conjunto tiene mucha mayor importancia. Este cálculo es, tal vez, la única garantía de posibilitar la formación o la participación en un gobierno futuro. Se trata de la base de al menos una mayoría mínima de 61 escaños lo que posteriormente  constituye la coalición gubernamental.
En términos concretos se habla de los dos bloques informales popularmente tildados “derecha” e “izquierda” a los cuales acompañan dos o tres partidos agrupados bajo la denominación “centro” que se pueden inclinar por un u otro bloque en la formación de gobierno.
En el parlamento actual el bloque derecha incluye al Likud, religiosos ultra ortodoxos (Shas y Yahadut Hatorah), religiosos nacionales (Bait Yehudi) y el partido de inmigrantes rusos liderado por Liberman. El bloque de izquierda incluye el partido Avodá, Meretz y la Lista Unificada de partidos árabes israelíes. Los partidos centristas son Yesh Atid de Lapid y Culanu de Kahalon.
En la última década la sociedad israelí concurrió a las urnas en 3 oportunidades. En 2009 y 2013 el núcleo fuerte de la derecha obtuvo 65 y 61 escaños respectivamente. Con más del 50% de los parlamentarios de su lado, Netanyahu formó fácilmente su coalición, incluso en 2013 se dio el lujo de prescindir de los partidos ultra ortodoxos para suplirlos por el centrista Yesh Atid de Lapid.
Mas interesante es analizar el resultado de las últimas elecciones de 2015. Ese es el ejemplo más evidente que enfatiza la problemática situación de la izquierda israelí. El recuento final de votos otorgó al bloque de derecha 57 escaños, a la izquierda 42 y al centro 21. Teniendo en cuenta las campañas electorales con duras críticas a Netanyahu en boca de Lapid y Kahalon, con esos resultados teóricamente se concretó la posibilidad real de movilizar 63 parlamentarios para mandar a Bibi a beber champagne rosado y fumarse puros cubanos a su fastuosa mansión privada de Caesarea.
Sondeos de intención de voto que engañan
Sin embargo, se dio todo lo contrario. Netanyahu continúa muy cómodo en la residencia oficial del Primer Ministro. Para formar su actual gobierno solo le fue necesario acoplar al partido Culano con sus 10 parlamentarios a una coalición gubernamental de derecha, una de las más extremas que recuerda la historia.
El motivo es muy sencillo, evidente y una enorme mancha negra de racismo y segregación del componente poblacional judío de Israel (75%) que se empecina en hablar de la única democracia de Medio Oriente. Los partidos que representan legalmente ciudadanos árabes israelíes (un 20% de la población) son muy bien bienvenidos para formar un bloque neutralizador en contra del gobierno o la derecha, pero ninguna formación política de centro o izquierda de Israel los podría incluir como parte de su gobierno so pena de ser acusada públicamente de traición a la patria.
Haciendo números, si los partidos árabes tienen un potencial electoral de 13 a 15 miembros del parlamento, para que la izquierda acceda a formar gobierno sin ellos se requiere que se cumplan dos condiciones básicas. En primer lugar, que el o los partidos del centro le otorguen su apoyo, un requisito nada sencillo de conseguir. En segundo lugar, que el núcleo fuerte de la derecha se derrumbe a un logro de no más de 44 escaños (120 menos 15 de partidos árabes y otros 61, por lo menos, de la coalición de izquierda). Un supuesto muy alejado de la realidad, al menos para los próximos años, si se tiene en cuenta que actualmente los partidos del bloque de derecha gozan de un apoyo promedio de alrededor de 60 parlamentarios.
Un par de aclaraciones agregan más argumentos para visualizar nubes negras para el proyecto de Gabai y sus seguidores.
Líderes de los dos partidos del centro, con potencial electoral que no baja de 20 parlamentarios en todos los últimos sondeos de intención de votos, se sienten mucho más cómodos con Netanyahu en su visión de dos problemas básicos: conflicto con los palestinos y política económica.
La suposición que los partidos ultra ortodoxos estén dispuestos a cruzar las líneas y volcarse a permitir concesiones territoriales para un acuerdo con los palestinos es totalmente irrisoria. Hoy en día estas agrupaciones apoyan claramente la conquista y colonización de Cisjordania dado que casi el 40% de los colonos judíos de esa región son ultra ortodoxos.
Lamentablemente, el retorno de la izquierda israelí a tener las riendas del poder en sus manos, si es que quiere ser leal a sus principios, cada día que pasa toma el carácter de una utopía real. Siempre queda la alternativa de la traición política al mejor estilo de Shimon Peres y Ehud Barak para convertirse en adornos y escudos de gobiernos de coalición nacional dominados por la derecha.  
Ojalá me equivoque
Daniel Kupervaser
Herzlya – Israel 16-7-2017
http://daniel.kupervaser.com/
@KupervaserD               
[1] Facebook Yossi Yonah, 11-7-17
[2] Página web de Avi Gabai, 12-7-17
[3] Canal 10 TV, 11-7-17
[4] Canal 2 TV, 11-7-17

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