jueves, 3 de julio de 2008
Marcos Aguinis
"Israel no es un país perfecto, lo digo y repito. Pero es ejemplar"
Jana Beris:
Para: Piedra Libre
Uno de los principales escritores en español a nivel mundial, visita Israel como parte de las celebraciones de los 60 años de Israel. Con su mirada particular y definitiva sobre este país, celebra, pero cuestiona.
Piedra Libre: Dr.Aguinis, ¿Qué considera que tiene Israel hoy para festejar en este singular aniversario de la Independencia?
Marcos Aguinis: 60 años en los que se incentivó la combinación de drama y creatividad que recorre cada capítulo de la historia judía. Lucha por la vida, por la continuidad, por conservar la democracia pese a todas las desventuras, más éxitos impresionantes en el campo de la ciencia y el arte, consolidación del hebreo como idioma vivo, y la lista podría seguir. Mucho, de veras.
PL: Las fechas redondas siempre parecen tener un significado especial y son sin duda una oportunidad para analizar y resumir. ¿Diría que estos primeros 60 años son lo que se soñaba al crearse el Estado de Israel?
MA: En primer lugar le aclaro no me gusta la palabra “crearse”, porque el Estado de Israel existía antes de 1948, en que sólo proclamó su independencia e inició su etapa soberana. No fue un invento, ni una creación súbita, ni un regalo. No había ni hay otro Estado en ese territorio. Pero en 1948 ya estaban fijadas las bases de un país viable, organizado y productivo. En cuanto a su pregunta, diría que el sueño se refería a conseguir la construcción de un Estado lleno de cultura y felicidad, que viviese en paz con sus vecinos. Ese sueño no se ha cumplido y, quizás, como la mayoría de los sueños, no se realice jamás en tu totalidad. Pero hacia allí se dirigen los esfuerzos. Entre Herzl y 1948 hubo un abismo de historias. Entre 1948 y 2008 hay otro abismo de historias. La historia seguirá, con dramas y júbilo, con fracasos y éxitos.
PL: No se puede hablar de 60 años de Israel solamente. ¿A qué atribuye que haya todavía en el mundo quienes no entiendan lo singular e impactante del fenómeno de Israel y de su avance en tantas áreas, aún en medio de la adversidad? Sería demasiado simplista atribuirlo meramente a antisemitismo ¿verdad?
Además ¿cómo distinguir entre la legítima discrepancia y polémica por un lado, y la tendenciosidad mal intencionada por otro?
MA: No debemos tener miedo en atribuir al antisemitismo su alta responsabilidad. Somos demasiados cuidadosos con el antisemitismo, así como Europa es demasiada cuidadosa con el tema de la multiculturalidad reaccionaria, que sabotea los méritos de la modernidad, del progreso, de los derechos humanos universales, del respeto al individuo. El odio al Estado de Israel empieza por el odio a los judíos y todo lo que ellos hacen o no hacen. El antisemitismo es absurdo, líquido, variable, obstinado. ¿No es elocuente el libelo “El judaísmo en la música” de Ricahrd Wagner? ¡Nada menos que atribuirles a los judíos negatividad frente a la música! ¿No es para reír? ¿O llorar? Por supuesto que los israelíes han cometido gruesos errores. Pero, ¿Qué país no los ha cometido? ¿Por qué resuenan tanto las acusaciones contra Israel y casi no se escuchan las que deberían denunciar crímenes mucho más horrendos en otras partes? Hasta un historiador israelí, pagado por la universidad de Haifa, dice que la guerra de la Independencia fue una “limpieza étnica” encarada por los judíos, adrede... ¿Por qué no dice que si ganaban los árabes no habrían existido refugiados ni expulsados judíos, ni “limpieza étnica”, sino 650.000 cadáveres adicionales a los de la Shoá? ¿Por qué no dice que hay países árabes “Judenfrei”, mientras que en Israel vive un 20 por ciento de árabes con representación parlamentaria, libertad para practicar el islam, enseñar en árabe y tener alcaldías a su cargo? ¿Existe algo parecido en un país árabe?
PL: Más allá de sus impresiones en el marco general de la situación política de Israel y de la convicción ideológica sobre lo justo de su existencia misma ¿Cómo explicaría qué le inspira a usted Israel cuando le visita, cuando recorre sus calles, cuando ve a su gente? Se lo pregunto porque el lidiar con la vida diaria, ver las contradicciones en la calle, a veces puede parecer chocar con los ideales ¿No es así?
MA: Los ideales superan las posibilidades que brinda la realidad. Además, producen una inevitable simplificación maniqueísta. Israel es un Estado con todas las contradicciones sociales que existen en cualquier país, más las que arrastra la colorida y muy compleja historia judía, más la existencia de una minoría árabe que se siente ciudadana de segunda (los judíos en el mundo sabemos cuánto duele eso). Este último tema será motivo de ajustes, supongo, luego de conseguida la paz con todos los vecinos y haya un Estado Palestino pacífico y viable. El sionismo aspiraba a un Estado ejemplar. En muchos sentidos lo ha logrado. Pero nunca será perfecto, nunca será el paraíso en la tierra. Esa pretensión es frustrante, además de ingenua.
PL: ¿Recuerda su primer viaje a Israel? Me gustaría que comparta conmigo aquellas primeras impresiones...
MA: Sí, fue en 1958, cuando el Estado cumplía sus diez primeros años de la independiencia. Yo había escrito una audaz biografía sobre Maimónides (era demasiado joven) e imaginé cómo había divisado la costa desde el mar. Me estremeció el “déjá vu” al presenciarla yo mismo. La primera noche no pude dormir por la emoción. Tuve la fortuna de conocer a los “padres fundadores”: Ben Gurión, Ben Zví, Nahum Goldman, Golda Meir. Era el primer Congreso Mundial de la Juventud Judía. Y entre mis compañeros figuraba Alan Greenspan, que llegó a Jefe de la Reserva Federal norteamericana. Cuadriculé el país durante un mes y medio. Fue un viaje inolvidable, desde luego. En esa época Jerusalem estaba dividida, como Berlín. Y los judíos no tenían derecho a recorrer la Ciudad Vieja ni arrimarse al Muro Occidental: Jordania seguía siendo un territorio “Judenfrei”.
PL: ¡Qué interesante! Eso daría realmente para una entrevista entera y no olvidaré el tema, para la próxima, ¿Diría que hay cosas que le siguen sorprendiendo y otras que le decepcionan, cuando viene a Israel?
MA: Por supuesto. Me asombra su crecimiento, pese a la hostilidad permanente. Me desencanta el bajo nivel de su dirigencia actual.
PL: ¿Se atreve a imaginar a Israel en el futuro, viviendo en paz?
MA: Sí. Pero la paz profunda sólo llegará cuando sus vecinos estén cerca del nivel de progreso y democracia que predominan en Israel. Antes de eso, la envidia, la paranoia y las frustraciones árabes, impedirán que haya la necesaria confianza, el respeto y el afecto mutuo. Ya vemos como funciona la paz con Egipto y Jordania que, pese a los esfuerzos de la población israelí, mantiene la temperatura del hielo.Fuente Piedra Libre
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