viernes, 20 de diciembre de 2013

PERASHAT VAIEJÍ

PERASHAT VAIEJÍ 11 de Tevet 5773 / 14-12-2013 Encendido de las velas de Shabat 19:41 hs. EL CHICO ES EL GRANDE Yaacob, en los últimos momentos de su vida, se dispone a bendecir a sus descendientes. Llega Yosef con sus dos hijos, Menashé y Efraim, para que reciban la Berajá (Bendición) de su abuelo. La Torá relata que cuando estaban los dos nietos frente a Yaacob, el Patriarca colocó la mano derecha (La más importante) “sobre la cabeza de Efraim, que era el más pequeño” (Bereshit XLV 20), y a la izquierda sobre Menashé, que había nacido antes. Y al nombrarlos, mencionó primero a Efraim y después a Menashé. Por lo que se ve del Pasuk, Efraim gozó del privilegio de la prioridad, “porque el más pequeño”. Las explicaciones al respecto son muy variadas, pero citaremos aquí una, de corte filosófico, que nos legará una vital enseñanza: El “más pequeño”, es decir, el que se siente “más chico” y menos importante que los demás, éste será tenido en cuenta por Hashem en primer término. Porque la grandeza de la persona no la marca la edad o el tamaño, sino sus virtudes y su conducta, en especial cuando se aleja de la presunción y la soberbia. Cuánto más humilde es, más grande es considerado. De aquí vemos qué detestable es la vanidad a los Ojos de Hashem, y cómo aprecia, por otro lado, la cualidad de la modestia. (Jafetz Jaim Al Hatorá – Vayjí) LA TORÁ ES LA “SOLUCIÓN” DE TODOS LOS PROBLEMAS La pregunta de siempre: ¿Acaso los que cumplen la Torá y cuidan Sus Mitzvot no tiene problemas? El hecho de estar más apegados a Hashem, ¿los libra se sufrir inconvenientes? Responderemos con una fábula: Dos burros iban cargados con sendos bultos sobre sus lomos. Uno se burlaba del otro: - Mi carga es mucho más liviana que la tuya. Tú ya no aguantas el enorme peso de la sal que tienes encima… Mírame a mí, en cambio. Mi carga de granos de trigo me permite correr y brincar briosamente… El otro burro nada le respondió, y siguió caminando dificultosamente. Llegaron a la orilla del río, y cada uno de ellos debía atravesarlo hasta sumergirse casi totalmente. Primero pasó el que tenía sobre sí la sal. El agua, que le llegaba al cuello, se introdujo en los costales, y la sal se fue disolviendo hasta librar al burro por completo de la carga, y salió éste tranquilamente por la otra orilla. El otro, a medida que se sumergía, los granos de trigo se iban llenando de agua y se hacían cada vez más pesados. Llegó un momento en el que el peso fue mucho mayor de lo que el burro podía soportar, y se hundió. N. del R. Mediante esta fábula, podemos comparar al agua con la Torá (La Torá fue equiparada al agua en varias oportunidades, por Nuestros Jajamim). El Yehudí tiene sobre sus espaldas una carga de sal (las Mitzvot de Hashem), y los demás pueblos del mundo parecen transitar por la vida sin ningún tipo de preocupaciones. Pero el Yehudí tiene la Torá, que disuelve los problemas, porque sabe que éstos son enviados por Hashem para “limpiarlo” de sus errores en la medida justa. (Un sólido disuelto en un líquido recibe el nombre de “solución) La Torá no evita los problemas, sino que los “soluciona”. La Torá explica los problemas y ayuda a l apersona a soportarlos, sabiendo que, cuando después de muchos años lleguemos “a la otra orilla” (el Mundo Venidero), agradeceremos a Hashem el habernos creado como Yehudim, y que no nos dio una carga liviana que luego se volvió pesada… (Extraído del Jasdé Abot – VI 5) Extraído del libro Hamaor tomo 2