domingo, 29 de diciembre de 2013

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EMET Reflexión Política: Veinte años de relaciones diplomáticas entre el Vaticano e Israel En diciembre de 1993 la Santa Sede y el Estado de Israel firmaron el Acuerdo Fundamental que normalizó las relaciones diplomáticas entre ambos estados. Unos meses más tarde, Roma y Jerusalem intercambiarían embajadores, sellando así un vínculo que excedía ampliamente lo protocolar. Como dijo Shimon Peres oportunamente, éste “no es un acto diplomático” sino “un acto histórico”. Arribar a tal destino no fue sencillo; siglos de una historia compleja se apiñaban entre las partes. El propio Acuerdo reconoció eso en su preámbulo al mencionar “la naturaleza singular de la relación entre la Iglesia Católica y el pueblo judío”. Desde los orígenes mismos del Sionismo político en el siglo XIX, el Vaticano adoptó una postura enemistada con la noción de un estado judío independiente en la Tierra de Israel y, una vez establecido el estado, tardó cuarenta y cinco años en reconocerlo formalmente. Contactos entre ambos existieron a lo largo de los años: la Santa Sede nunca repudió oficialmente la existencia de Israel y tenía diálogo con su gobierno. Pero tales contactos no estaban orientados a la regularización de las relaciones sino que atendían a asuntos cotidianos de mutuo interés. Durante décadas hubo desentendimientos entres las partes por el estatus de Jerusalem y los lugares santos, la situación de las comunidades cristianas, las cuestiones impositivas para la Iglesia en Israel, el devenir del conflicto con los palestinos y otras cuestiones. Pero a fines del siglo XX, y especialmente luego del reconocimiento de la OLP hacia Israel, Roma accedió a entablar lazos diplomáticos formales. Desde entonces, dos Papas han visitado al estado judío -Juan Pablo II en el 2000, Benedicto XVI en el 2009- y se ha anunciado un próximo viaje de Francisco durante el 2014. En el plano simbólico, ya en 1994 se organizó en la Ciudad del Vaticano la primera conmemoración del Iom Hashoá y al año siguiente, al cumplirse el primer año de la relación, la flamante embajada israelí ante la Santa Sede obsequió un árbol de olivo nacido en Israel en 1965; el año de la declaración Nostra Aetate, el pronunciamiento más positivo de la Iglesia sobre los judíos en toda su historia. Ese árbol fue plantado en los jardines vaticanos y estuvo dedicado a Juan Pablo II, el Sumo Pontífice que entabló las relaciones diplomáticas entre las partes. A comienzos de este mes, la comunidad judía fue recibida en la Catedral metropolitana por el Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, Monseñor Mario Aurelio Poli, para marcar emotivamente los “20 años recorridos, de acercamiento, diálogo y beneficios diplomáticos”. Junto a autoridades de la Iglesia y representantes de la judería local, estuvieron presentes la embajadora de Israel y el nuncio apostólico. La DAIA, representación política de la comunidad judía de la Argentina, ve con sentida alegría el progreso bilateral habido en esta relación significativa y confía que el vínculo entre el Vaticano e Israel sólo se fortalecerá con los años.