viernes, 1 de abril de 2016

"Israel no comenzó las guerras que le obligaron a librar; no atacó a sus vecinos por apetencias territoriales: en todos los casos se defendió, y las escasas conquistas se debieron al fragor de la guerra, no a una calculada política de expansión territorial.
Si Israel fue atacado por su mera existencia, el orden lógico de los sucesos es que primero sus enemigos acepten su existencia y luego comiencen las conversaciones de paz. Sólo Egipto y Jordania, en todo el mundo árabe, aceptan a regañadientes la existencia de Israel. Hasta que el resto de esa vasta región, incluyendo los territorios palestinos y el África, no declare y ejecute su reconocimiento irrestricto de la existencia del Estado judío en sus actuales fronteras, con los reparos territoriales correspondientes, no se puede ni comenzar a hablar de estar librando la guerra contra el fundamentalismo islámico ni, mucho menos, de paz.
El mundo libre debe presionar al mundo árabe para que defina su posición contra el fundamentalismo islámico y por la paz. Son dos problemas distintos: uno es el problema territorial que se puede resolver en paz; el otro es la necesidad de derrotar al terrorismo fundamentalista islámico, cuyo objetivo no es la liberación de tal o cual territorio, sino la conquista del planeta." (Marcelo Birmajer)
Una vez más en la capital de los judíos, en un precioso hotel de esta ciudad milenaria, leo durante el desayuno a los columnistas de The New York Times y The Washington Post quejándose de la preeminencia de la candidatura de Donald Trump en la opinión pública norteamericana. Entre la multiplicidad d…
ELMED.IO

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