lunes, 18 de octubre de 2010

En Holanda, la libertad de expresion a juicio



By AYAAN HIRSI ALI
Imaginen si un líder dentro del partido tea pudiese persuadir a sus miembros de establecer un tercer partido político. Imaginen que tuvo exito-mayoritariamente-y que como su lider el tuviera una posibilidad real de ganar la presidencia. Luego imaginen que en previsión de su victoria electoral, los demócratas y los republicanos rápidamente modificaran una ley antidiscriminación existente, de modo que pudiera ser condenado por declaraciones que hizo en la campaña electoral.
Todo esto parece imposible en una democracia liberal del siglo XXI. Pero es exactamente lo que está pasando en Holanda al parlamentario holandés Geert Wilders.
El Sr. Wilders llegó a la escena política en septiembre de 2004, cuando rompió con el Partido Liberal para fundar el Partido de la Libertad. Lo hizo en parte como respuesta a la candidatura de Turquía para adherirse a la Unión Europea, y también como reacción al surgimiento del Islam político en los Países Bajos.
Nadie ha acusado jamas al señor Wilders de ser diplomático. Él comparo famosamente el Corán de "Mein Kampf" y lo describió como un "libro fascista", el ha llamado a Mahoma "el diablo", y ha propuesto políticas tales como la prohibición de la construcción de mezquitas y la imposición de multas a las mujeres que llevan el burka-para poner fin a más islamización.
Al principio, el Sr. Wilders fue menospreciado como un extremista de ultra-derecha. Pero desde que se separó del Partido Liberal hace seis años, su estrella sólo ha aumentado. En las elecciones nacionales celebradas en noviembre de 2006, su partido obtuvo nueve escaños en el parlamento. Cuando el gobierno holandés volvió a caer este año, las elecciones de junio vieron a su partido tomar 24 escaños en el cuerpo de 150 bancas.
Esto ha asustado a los parlamentarios holandeses, en particular a los casados con el multiculturalismo. Es por eso que, en el otoño de 2009, ellos modificaron el artículo 137C y 137D del Código Penal para hacer posible que organizaciones de extrema izquierda lleven al Sr. Wilders a los tribunales por motivos de "incitar al odio" contra los musulmanes.
El Artículo 137c del Código Penal establece ahora que cualquiera "que pública, verbal o en escrito o imagen, deliberadamente se exprese en cualquier forma insultante para un grupo de personas por su raza, religión o creencias... Será castigado con pena de prisión de a lo sumo un año o una multa de tercera categoría. " Continúa: "Si el delito es cometido por una persona que lo hace su profesión o hábito, o por dos o más personas en asociación, una pena de prisión de un máximo de dos años o una multa de cuarta categoría se impondra."
Y así, desde el 4 de octubre, el Sr. Wilders se ha presentado en la corte para defenderse en este juicio blasfemo. Si pierde-y las posibilidades son altas, dado que los presidentes no han sido sutiles acerca de sus prejuicios contra él, se enfrentará a multas o un tiempo en la cárcel. (Cuando el Sr. Wilders dijo que no hablaría en el juicio, el juez Jan Moors lo acusó de ser "bueno en hacer declaraciones, pero luego evitando el debate" que provocan.)
¿Cómo es posible que una democracia liberal europea madura este enjuiciando a un miembro electo del parlamento por sus opiniones políticas sobre la cuestión más apremiante del día, es decir, el fundamentalismo islámico? Hay tres razones principales.
En primer lugar, está la cuestión de la incomodidad de los políticos tradicionales con el señor Wilders. Históricamente, los Países Bajos han insistido en la idea de "consenso". Aunque sobre el papel esto significa compromiso, en la práctica ha significado conformidad de pensamiento y la negativa a mover el bote sobre cuestiones controvertidas.
Ninguna cuestión ha puesto a prueba este comodo consenso mas que el ascenso del Islam, presentado por primera vez por los inmigrantes procedentes de Marruecos y Turquía en los años 1960 y 1970, y luego por los solicitantes de asilo y refugiados de varios países musulmanes a partir de la década de 1990. La mayoría de las elites respondieron predicando la "tolerancia". Dar a los inmigrantes musulmanes beneficios y esperar hasta que se integren voluntariamente, dice su argumento. Aun si ese proceso tomara generaciones, incluso cuando se hizo evidente que algunos musulmanes practican la mutilación genital femenina y los asesinatos por honor, y los imanes abiertamente instan a sus congregaciones a rechazar la cultura y ley holandesa- los ciudadanos no iban a criticar el Islam.
Un segmento creciente de la población, incluidos el Sr. Wilders y yo, cuando yo fui miembro del parlamento desde 2003 hasta 2006-dudaba de esta idea simplista y peligrosa de la "tolerancia". Esto molesto a políticos, profesores, periodistas y otros formadores de opinión que trataron de hacernos parias.
Hubo excepciones: gente valiente en los medios de comunicación, empresario e incluso en el ejército me apoyaron políticamente, a menudo detrás de escena. Aún así, finalmente abandone el país debido a una combinación de frustración con la campaña de ostracismo y las amenazas extremas que enfrentaba por parte de los islamistas que querían matarme. El Sr. Wilders, sin embargo, resistio.
La segunda razón por la cual el Sr. Wilders está en juicio es el poder electoral de los musulmanes en cuatro grandes ciudades de los Países Bajos. Durante las elecciones locales de marzo de 2006, los inmigrantes musulmanes por primera vez actuaron como un bloque de poder no oficial que podia hacer o romper un partido holandes importante.
Las supuestas víctimas de la discriminación holandesa eran ahora una fuerza considerable. Por lo tanto, los partidos más importantes, incluidos Laborista y la Democracia Cristiana-dominante desde la Segunda Guerra Mundial- ahora apoyan políticas como el aumento de la inmigración de países musulmanes y las prestaciones sociales para los votantes musulmanes. Y hacen la vista gorda a la aplicación de la ley islámica informal, en particular respecto al tratamiento de las mujeres.
En tercer lugar, están las campañas de los países de la Organización de la Conferencia Islámica para silenciar el debate europeo sobre el Islam. Una estrategia utilizada por los 57 países de la OCI es tratar a los inmigrantes musulmanes en Europa como comunidades satélite mediante el establecimiento de organizaciones culturales musulmanas, mezquitas y centros islámicos, e insistir en la doble nacionalidad. Su otra estrategia es presionar a las organizaciones internacionales y la Unión Europea para adoptar acuerdos para castigar a cualquier persona que se involucre en "discurso de odio" contra la religión. El proyecto de ley para enjuiciar a Wilders es la versión nacional de lo que los diplomaticos de la OCI influencian en la ONU y la Union Europea.
Las consecuencias de este juicio son enormes. En el corto plazo, podría traer apunto de ebullicion las tensiones latentes entre los aproximadamente un millón de musulmanes de Holanda y los 1,4 millones de electores que eligieron al Sr. Wilders. Los Países Bajos han tenido su parte de la violencia islamista antes y podrian bien ver enfrentamientos violentos de nuevo.
En un nivel más fundamental, este juicio, incluso si gana el Sr. Wilders, podría silenciar a los críticos valientes del Islam radical. El Occidente está en una guerra de ideas contra el islam político. Si la libertad de expresión no es protegida en Europa, ya estamos perdiendo.

La Sra. Ali, ex miembro del parlamento holandés, es becaria residente en el American Enterprise Institute y autora de "Nómada: desde el Islam a los Estados Unidos-Un viaje personal a través del choque de civilizaciones" (Free Press, 2010).
Fuente: The Wall Street Journal

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